Trata de una chica universitaria que trabaja para solventar los gastos de su hogar, sus padres se enfermaron pero se enamora de un chico rico ¿Que pasará?
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Capitulo N°20
El sonido del teclado resonaba en el silencio del laboratorio de investigación. Evangelina estaba concentrada, revisando los informes de los últimos análisis que habían recopilado en el departamento. La investigación en la empresa Devereux avanzaba con buen ritmo y ella se sentía satisfecha con su desempeño.
Pero su mente estaba lejos de estar en paz.
Desde el momento en que aquel beso accidental con Leonardo ocurrió, no había podido dejar de pensar en ello. No tenía sentido. Fue un accidente. Nada más.
"Entonces, ¿por qué cada vez que lo recuerdo siento calor en el rostro?", pensó, suspirando con frustración.
Sacudió la cabeza y trató de enfocarse en lo importante: su trabajo, su familia y cómo seguir ganando dinero sin que todo esto la distrajera.
Pero no esperaba que la distracción llegara de otra forma.
—Evangelina, ¿te puedo ayudar en algo?
Ella alzó la mirada y vio a un joven de cabello castaño claro y ojos verdes que le sonreía con simpatía. Era uno de los nuevos becarios del equipo de investigación, Andrés, y al parecer había tomado interés en acercarse a ella últimamente.
—Oh, no te preocupes, Andrés. Puedo con esto.
—Vamos, no seas tan trabajadora, dime en qué te ayudo. Me gusta aprender de los mejores —dijo con una sonrisa confiada.
Evangelina parpadeó.
"¿De los mejores?"
Su lado profesional le decía que debía tomarlo como un cumplido laboral. No tenía tiempo para enredos amorosos ni distracciones. Así que decidió ignorar cualquier otra intención que Andrés pudiera tener.
—Si quieres, puedes revisar los datos de la última prueba y ver si hay irregularidades en los registros.
—Por supuesto —respondió él, tomando asiento a su lado, más cerca de lo que Evangelina esperaba.
Sintió una ligera incomodidad, pero decidió no darle importancia.
Sin embargo, alguien sí lo notó.
Desde la puerta de la oficina de investigación, Leonardo Devereux observaba la escena con el ceño fruncido.
¿Qué demonios hacía ese becario tan cerca de Evangelina? ¿Por qué sonreía tanto? ¿Y por qué Evangelina no lo alejaba?
Un extraño sentimiento se removió en su interior.
No. No era extraño.
Era celos.
Pero Leonardo no iba a admitirlo tan fácilmente.
Decidió intervenir de la manera más sutil posible… o al menos, eso intentó.
Entró con paso firme y su imponente presencia hizo que el ambiente cambiara de inmediato. Andrés se tensó un poco al notar la mirada penetrante del CEO, mientras que Evangelina se sorprendió al verlo allí.
—Evangelina —llamó Leonardo, ignorando por completo al becario—. Necesito hablar contigo.
Evangelina frunció el ceño.
—Estoy en medio de un análisis, ¿puede esperar?
Leonardo apretó los labios.
¿Esperar?
No.
No cuando ese becario estaba aprovechando la oportunidad para acercarse a ella.
—Es importante —insistió.
Andrés miró a Evangelina con una sonrisa ladeada.
—No te preocupes, Evangelina. Yo me encargo de revisar esto mientras hablas con el jefe.
Leonardo casi gruñe ante la confianza con la que hablaba.
Evangelina suspiró y se levantó.
—Bien, solo un momento.
Lo siguió fuera de la oficina y, una vez que estuvieron en el pasillo, cruzó los brazos, mirándolo con curiosidad.
—¿Qué sucede?
Leonardo la miró fijamente, como si estuviera evaluando cómo responder sin parecer ridículo.
—No quiero que estés tan cerca de ese becario.
Evangelina parpadeó.
—¿Qué?
—Lo que oíste.
Ella soltó una pequeña risa, incrédula.
—No es nada, solo me está ayudando con los datos.
—Está demasiado cerca.
—¿Y eso qué importa?
Leonardo la miró intensamente.
—Importa.
Evangelina sintió un escalofrío recorrer su espalda ante la firmeza de su tono.
—No tengo tiempo para distracciones, Leonardo. No voy a meterme en problemas con ningún compañero de trabajo.
—Espero que lo mantengas así.
—¿Por qué te importa tanto?
Leonardo no respondió de inmediato.
Sabía que, si decía lo que realmente pensaba, su orgullo quedaría en evidencia.
Así que decidió jugar con las reglas que mejor conocía.
—Porque eres una empleada de mi empresa y no quiero problemas.
Evangelina sintió una punzada de decepción ante su respuesta.
Claro. Solo era eso.
—Entendido, señor Devereux —dijo con frialdad.
Leonardo sintió que algo no estaba bien en su respuesta, pero antes de poder decir algo más, Evangelina ya estaba regresando a la oficina.
Por primera vez en mucho tiempo, Leonardo sintió que había perdido una batalla.
Y eso no le gustaba en absoluto.