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Chico Gay Contra Una Sociedad Retrograda

Chico Gay Contra Una Sociedad Retrograda

Status: Terminada
Genre:Completas / Hijo/a genio
Popularitas:3.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Mauricio Olivo

habla de la vida y los desafíos de un chico gay el cuál se desarrolla en medio de un país latinoamericano

NovelToon tiene autorización de Mauricio Olivo para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Recuerdos del zoológico

Matías siempre había encontrado un refugio en sus recuerdos de infancia, momentos en los que la vida parecía más sencilla y las complicaciones de la adolescencia aún no habían hecho mella en su espíritu. Uno de sus recuerdos más queridos era el día en que visitó el Zoológico de Barranquilla con su clase. Ese día había sido una mezcla de emociones y descubrimientos, tanto sobre el mundo animal como sobre sí mismo.

El autobús escolar se detuvo frente a la entrada del zoológico, y los estudiantes, llenos de entusiasmo, descendieron en tropel. Matías, con su mochila colgando de un hombro, miró alrededor con ojos brillantes. Era su primera visita a un zoológico, y la promesa de ver animales exóticos en persona lo llenaba de una excitación infantil.

La primera parada fue en el recinto de los leones. Matías se acercó a la valla, sintiendo una mezcla de temor y fascinación mientras observaba a los majestuosos felinos descansar bajo el sol. Los leones parecían tan imponentes y poderosos, sus melena doradas brillando a la luz del día. Matías se preguntó cómo sería estar tan cerca de ellos sin la barrera de seguridad. "Son increíbles, ¿verdad?" dijo Andrés, su compañero de clase, que se había acercado a su lado. Matías asintió, sintiendo una punzada de nerviosismo al estar tan cerca de Andrés.

Andrés era uno de los chicos más populares de la clase. Tenía una presencia segura y atractiva, con un pecho pronunciado y una sonrisa fácil que hacía que todos se sintieran cómodos a su alrededor. Matías no podía evitar sentirse atraído por él, aunque esa atracción le causaba una profunda confusión y culpa. Mientras observaba a los leones, sus pensamientos se dividían entre la fascinación por los animales y los sentimientos conflictivos que Andrés le provocaba.

La siguiente parada fue el recinto de los elefantes. Los enormes paquidermos se movían lentamente, usando sus trompas para recoger comida y rociarse con agua. Matías se maravilló ante su tamaño y su gracia inesperada. "Son tan grandes y, sin embargo, parecen tan tranquilos", comentó Andrés, mirándolos con admiración. Matías sintió que su corazón se aceleraba. "Sí, es asombroso", respondió, esforzándose por mantener su voz firme.

A medida que avanzaban por el zoológico, el grupo llegó al área de los monos. Los primates eran una fuente constante de entretenimiento, balanceándose de rama en rama y haciendo acrobacias impresionantes. Matías no pudo evitar reírse ante sus travesuras, y su risa se intensificó al ver a Andrés reírse también. Era una risa contagiosa, llena de alegría y sin preocupaciones, y por un momento, Matías se permitió olvidar sus propios conflictos internos.

El recorrido continuó hacia el aviario, donde una variedad de aves exóticas desplegaban sus plumajes vibrantes. Matías se detuvo a admirar un par de guacamayos que se acicalaban mutuamente. "Mira esos colores", dijo Andrés, señalando a las aves. "Es como si estuvieran pintados a mano." Matías asintió, absorbiendo no solo la belleza de las aves, sino también el simple placer de compartir ese momento con Andrés.

Sin embargo, a pesar de la diversión y la maravilla del día, Matías no podía escapar de sus propios pensamientos. Cada vez que Andrés se acercaba, sentía una mezcla de felicidad y confusión. Sabía que sus sentimientos no eran "normales" según los estándares de la sociedad y la educación que había recibido. Se sentía como si estuviera traicionando alguna norma fundamental de la naturaleza. En un momento de introspección, mientras observaba a un par de tortugas moverse lentamente en su recinto, Matías cerró los ojos y ofreció una oración silenciosa a Dios. "Por favor, haz que esto desaparezca", rogó en su mente. "No quiero sentirme así. Quiero ser normal."

El grupo se detuvo para almorzar en una zona de picnic dentro del zoológico. Matías se sentó con su almuerzo, tratando de concentrarse en la comida en lugar de en sus pensamientos. Andrés se sentó frente a él, sonriendo mientras abría su propia lonchera. "¿Qué te parece el zoológico hasta ahora?" preguntó, masticando un sándwich. "Es increíble", respondió Matías con sinceridad. "Nunca había visto animales tan de cerca. Es una experiencia que nunca olvidaré."

Después del almuerzo, la clase se dirigió al acuario. Matías quedó maravillado por las criaturas marinas que nadaban detrás de los gruesos paneles de vidrio. Peces de colores, tiburones y rayas se movían con gracia en el agua iluminada. Andrés se detuvo junto a Matías frente a un enorme tanque lleno de medusas que brillaban con una luz etérea. "Son como fantasmas del mar", comentó Andrés. "Son hermosas, pero también un poco aterradoras." Matías asintió, perdiéndose en la belleza hipnótica de las medusas y en los pensamientos que seguían atormentándolo.

El último recinto que visitaron fue el de los pingüinos. Matías observó con fascinación cómo los pingüinos se deslizaban por el agua y luego caminaban torpemente en tierra. Había algo entrañable en sus movimientos, y no pudo evitar sonreír. Andrés, a su lado, también estaba encantado con los pingüinos. "Son tan graciosos", dijo, riendo. "Me gustaría poder nadar como ellos." Matías lo miró, sintiendo un doloroso deseo de compartir más de sí mismo, de ser honesto sobre sus sentimientos. Pero el miedo a la reacción de Andrés y de los demás lo mantenía en silencio.

Al final del día, mientras el grupo se preparaba para regresar a la escuela, Matías se sintió abrumado por una mezcla de emociones. Había disfrutado de la visita al zoológico y había atesorado cada momento compartido con Andrés, pero también estaba profundamente perturbado por sus propios sentimientos. Sabía que no podía seguir ignorándolos, pero tampoco sabía cómo enfrentarlos.

En el autobús de regreso, Matías se sentó junto a la ventana, mirando el paisaje pasar mientras reflexionaba sobre el día. Andrés se sentó a su lado, como había hecho al inicio del viaje. "Gracias por ser mi compañero hoy", dijo Andrés, dándole un amistoso golpe en el hombro. "Me lo pasé muy bien contigo." Matías sonrió, sintiendo una mezcla de tristeza y gratitud. "Yo también", respondió suavemente.

Al llegar a casa esa noche, Matías se encontró solo con sus pensamientos. Recordó cada animal que había visto, cada momento compartido con Andrés, y la sensación persistente de que algo en él estaba fuera de lugar. Se sentó en su escritorio, mirando la lámpara que iluminaba débilmente su habitación. Sabía que tenía que encontrar una manera de reconciliar sus sentimientos con su deseo de ser "normal", pero no sabía por dónde empezar.

Matías volvió a rezar, esta vez con más desesperación. "Dios, por favor, ayúdame", suplicó en silencio. "No quiero sentirme así. Quiero ser como los demás. Quiero ser normal." Pero incluso mientras pronunciaba esas palabras en su mente, sabía que no podía cambiar lo que sentía. Lo que sí podía hacer era encontrar una manera de aceptarse a sí mismo y de enfrentar sus sentimientos con valentía.

La visita al zoológico había sido un día de descubrimientos, no solo sobre el mundo animal, sino también sobre sí mismo. Matías comprendió que su camino no sería fácil, pero también sabía que debía encontrar una manera de vivir su verdad, sin importar cuán difícil pudiera ser. Mientras se preparaba para dormir, se prometió a sí mismo que seguiría buscando respuestas y que algún día encontraría la paz que tanto anhelaba.

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María Elena Tinta Ñaupa
eso me gusta Matías,tu puedes,eres grande
mauricio olivo
ya lo corrijo
maria lourdes Mercado
porque cambiaste el nombre de Matías a mauricio
Rosa Osorio Vasquez
Bueno
🎧🎶✨🪐💫
Matias te entiendo,somos iguales sabes?,a mis cuatro cortos años ya lloraba por qué los nenes del jardín me golpeaban o empujaban de los juegos o me molestan por ser gordita,recuerdo que un día me sacaron del jardín por qué en un ataque de ansiedad ya común para mí a esa tan corta edad dije "mami me quiero morir",a mis cortos cuatro años,con las palabras que me salían mal dije eso,te de comprendo por qué ahora
estoy en secundaria y me va un poco mejor pero sigo con las inseguridades autoestima baja y ataques de ansiedad,la vergüenza y el pánico social,en fin,te comprendo
mauricio olivo: entiendo muchas fuerza querida lectora❤️
total 1 replies
María Elena Tinta Ñaupa
me gusta mucho 😍
Dania Espinoza
Es muy bonito 🥰 me e canto
Brock
No puedo parar de pensar en ello
Sun Seto
Me encanta tu forma de contar historias, tienes un verdadero don para esto. ¡Sigue adelante! 🙌
Panqueques24
Me siento tan conectada con los personajes que necesito saber qué pasa después. ¡Actualiza pronto! 😭
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