Julen está haciendo una pasantía en una empresa de renombre. ¡La oportunidad de sus sueños! Pero las cosas se complican cuando descubre que su jefe, Christian, se ha enamorado de un secretario dulce. ¿Quien es ese secretario? Ficción romántica B
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LA CENA
Estar aquí era agradable. Nos encontrábamos justo abajo, rodeados por esos cerros. De pie, en el puente, observando esa enorme piedra que parece haberse quedado atorada entre dos cerros que forman un barranco.
—¿Qué piensas? —Quiere averiguar.
Tengo la vista fija en la piedra y en cómo es que justo en la orilla de aquel cerro, hay una casa construida. ¿Vivirá alguien allí? ¿No tendrán miedo de que algún día pueda caerse su casa? ¡Qué onda con esa piedra!
—Pienso en esa piedra. ¡Está enorme!
—Sí. Lo está.
—¿Por qué querías venir a este sitio? —No me dio miedo preguntar.
—Me gusta el agua caliente. Mamá solía traernos aquí cuando éramos pequeños.
—Está bonito. Me gusta que hay mucho bosque y neblina. ¡Este clima es perfecto!
—También me gusta el clima.
Hay silencio. La gente cruza por el puente y nosotros estamos muy centrados en admirar la piedra.
—¿Quieres ir a nadar? El agua está caliente —dice él.
—Bueno. Esta bien.
Ya habían pasado muchísimos minutos desde que almorzamos. Entramos al hotel, subimos hasta el pasillo que conduce a la habitación y esta vez, sin miedo alguno, entró junto a él.
La cama esta tendida, hay una maleta cerca del clóset y descubro que la habitación cuenta con su propio jacuzi.
—¡Pero que bárbaro! Nunca he estado en uno de esos —señalo el jacuzi.
Está lleno de agua y burbujea. El vapor es alucinante.
—Hoy podrás estar en uno. Anda, ve a cambiarte .
Frente al jacuzi están los enormes ventanales que permiten una vista magnífica del paisaje boscoso montañoso.
—Sí. Iré al sanitario primero.
Me encierro en el baño y libero todo lo que cargan mis intestinos. ¡Me siento más ligero! Tiro la carga de agua. Me acicaló un poco. Lavo mis manos. En el espejo está mi reflejo y luzco bastante bien. ¡Me regaló una sonrisa amplia!
Salgo del baño.
—¿Tú también te meterás? —Pregunto.
No responde. Empieza a sonar una música suave. ¿Chillwave?
Me arranco mi camiseta. Me quito los tenis y me deshago de mi pantalón. ¡No traje ropa para nadar! ¿Debía entrar completamente desnudo?
—¡Te ves muy bien! —Dice.
Volteo a mirarle, sus ojos están brillando y me examina a detalle.
—¿Qué tanto ves?
—Te veo a ti.
—¿Te gusta lo que ves? —Pregunto con curiosidad.
Se acerca a mí. Sus manos se posan sobre mi cadera y cuando me toca, siento una chispa deliciosa recorrer mi cuerpo. ¡Increíble!
—¡Me encantas! —Dice y me besa.
Un beso rico. Suave. Intenso. Se aparta de mí y lentamente se hinca. ¿Qué está haciendo él?
—¿Qué estás haciendo? —Pregunto.
Toma mi mano derecha y la sostiene.
—Juls.
—Christian.
—¿Puedo ser tu novio oficialmente?
Su pregunta me sorprende mucho y no puedo evitar sonreír a toda fuerza. ¡Me siento tan feliz! ¡Tan chiveado! ¡Me encanta! El contacto visual es intenso.
—¡Sí! Podemos ser novios.
No sé de donde, pero saca un estuche de color negro. Lo abre y veo la reluciente esclava de oro. ¡La compró en la subasta!
—¿Tú…?
—La compre para ti. Tenía planeado dártela cuando nos volviéramos novios y ahora lo somos.
Toma mi muñeca y abrocha la esclava alrededor.
—¡Gracias! No era necesario, pero gracias.
Él sonríe ampliamente y se pone de pie. Esta vez soy yo quien lo besa. ¡Me gusta su boca sobre la mía! Me derrito cuando nos damos afecto así. ¡Mi alma se excita!
—Quítame la ropa, quiero entrar al jacuzzi contigo.
Asiento. Le hago caso. Desabotono su camisa cuadriculada, su pecho aparece y yo siento que me derrito. ¡Es hermoso! No evito tocarlo, siento su dureza y mi corazón late. ¡La piel de su pecho es suave!
—Me gusta tocarte así —admito.
—A mí me gusta lo que estás haciendo. Continúa.
Desciendo mis manos por su abdomen, siento los músculos cuadriculados y al tocar el borde de su pantalón, una cosquillosa sensación me invade.
—Yo…
—Desabróchalo —pide él.
El botón se abre, bajo la cremallera y siento que rozo la tela de su bóxer. Le ayudo a quitarse el pantalón. Él ya se había sacado sus zapatos.
Veo sus piernas llenas de vellos y eso activa otro sentido en mi alma. ¿Qué estoy sintiendo? ¿Por qué siento mis latidos muy acelerados? Su bóxer es negro y un bulto enorme se oculta debajo de la tela. ¡Trago saliva! No entiendo que me está pasando. ¿Por qué estoy sintiendo esto?
Se aleja de mí y entra primero al jacuzi. Yo me quedo procesando todo lo que acaba de suceder. ¡Somos novios! Christian es mi primer novio en la vida.
—¿No piensas entrar? —Su pregunta me hace darle mi atención.
Volteo a mirarle y ahora me causa más sorpresa que antes. ¿De donde saco la botella de vino y esas copas? ¡Qué escena de drama televiso tan más genial!
—Sí. Ya entro.
Doy unos pasos para poder acercarme a la orilla. No me cuesta nada subir el escalón y meter mi cuerpo al agua. ¡Es tan relajante!
El vapor se alza, siento mi alma muy conforme con esto y me da mucho gusto poder sentir que estoy por experimentar algo nuevo.
—¿Y que te parece?
La música es suave, los tonos son súper relajantes y agradables.
—¡Me gusta!
Asiente. Destapa la botella de vino y sirve en las copas.
—Bebe un poco.
—Pensé que no te gustaba que bebiera.
—No me molesta. Solo, deberías controlarlo mejor.
Acepto la copa. Me siento a su lado. ¿Dos hombres bebiendo vino en un jacuzzi? ¡Pues sí!
—Prometo controlar mejor mi consumo de alcohol.
—Eso espero.
—¿Alguna vez te has emborrachado?
—Cuando era universitario. ¡Tuve mi época de rockstar!
—¿Eras loco?
—Bastante.
Sonrió. Bebo un poco. El vapor del agua es agradable.
—¿Puedo conocer tu locura? —Pregunto sin miedo.
Hacemos contacto visual, Christian acerca la copa a su boca y bebe todo el contenido. Le imito.
Por un instante, todo esto solo me parecía algo nuevo y excitante. Pero, al pensar y beber más, me di cuenta de que esta era una oportunidad para explorar más sobre nuestra relación. ¿Explorar?
—¡Quiero comerte! —Pronuncia y en sus ojos aparece el deseo.
Me acercó a él porque quiero ser capaz de sentir y vivir esto. ¡Sus manos me atraen! Y entonces la escena de Lara Jean y Peter viene a mi mente. ¡Es mi momento!
Sonrió. Me carga y me hace quedar justo en sus piernas. Mis muslos le rodean el abdomen por debajo del agua y nuestras pieles tocándose, eso se siente bien. Rodeo su cuello con mis manos, siento que sus manos se posicionan en mi espalda y unimos nuestras bocas.
Sus manos son tan hábiles haciéndome estremecer, nuestros labios se funden, las lenguas danzan en fuego y comienzo a sentir la dureza de su deseo.
—¡Me gustas mucho Juls! —Dice mientras nos besamos.
Comenzamos con una intensidad suave y esta cambia a un deseo más necesitado. Sus manos bajan por las curvas y siento como me acaricia los glúteos por debajo de mi bóxer. ¿Es el momento para dar el siguiente paso?
Su boca desciende y en mi cuello planta besos que erizan mi piel. ¡Es tan delicioso!
—Dijiste que yo soy la cena —digo.
—Sí.
—¡Pues cómeme!
Porque en un momento así, accedí a mi debilidad. Se pone de pie. Me carga. Agarra la botella de vino. Salimos del jacuzzi. Aterrizamos en la cama y allí es donde mi cuerpo se emociona de una forma nueva. ¿Mi primera vez?
Le arrebato la botella de vino y me la empino en la boca. ¡Es refrescante! Le ofrezco y el acepta. Pone la botella en el buró y se acerca a besarme. Nuestras pieles se funden, sentimos calor. Abro mis piernas, se recarga en mí. Destapa su cuerpo y así me prendo más. ¡Lo veo y lo quiero! Lo quiero tener. Toca mi parte más oscura. Me mira a los ojos, suspiro. Me toca. ¡Lo quiero! Entra en mí. ¡Me duele! Me besa y allí, sintiendo su alma de forma completa en mis entrañas, comienzo a explorar la dimensión del sexo.
¡Así aprendí a sentir algo nuevo!