RENCARNE EN EL VILLANO DUQUE

Ethan

Han pasado dos días desde que llegué al Bosque Oscuro. Gracias a las sombras que he invocado, he aprendido que las bestias tienen sus territorios, pero todas se reúnen en un lago muy sereno que yace en lo más profundo del bosque. La superficie del agua refleja la luz plateada de la luna, creando una belleza que, aunque deslumbrante, también genera un temor silencioso en aquellos que se atreven a acercarse. El lago está protegido por árboles altos y oscuros, como guardianes que lo resguardan en secreto, y las bestias lo vigilan con una ferocidad que solo las criaturas del abismo pueden entender.

Ya llevo cuatro días en este lugar. He cazado diez bestias. Mi cuerpo, aunque pequeño, ha aprendido a resistir más venenos de los que podría contar, y aunque la comida no es mucha, me alimento de lo que encuentro. Cada día me acerco más al límite de mis fuerzas, pero la supervivencia es lo único que me impulsa.

El sexto día llega, y aún no he encontrado a la cobarde de la bestia que huyó aquel primer día. Pensaba que sería un reto divertido, pero no. Ella sigue escondida, eludiéndome como si me temiera. Me siento irritado, porque una parte de mí realmente quería enfrentarme a ella, darle caza, y demostrar que no hay bestia que me pueda desafiar.

El séptimo día no es diferente. De hecho, es peor. Me encuentro con una bestia aún más peligrosa, un monstruo de múltiples brazos y con un núcleo de mana más fuerte que el mío. Esa criatura casi me mata. Me dejó una herida grave en el brazo y otra en la espalda. No era un ataque cualquiera, y mi magia no fue suficiente para evitar el veneno. Me refugio en la cabaña que he construido, porque la cueva es demasiado insegura, y el cuarto día sufrí un ataque masivo de bestias de nivel medio. Estaba solo. La cabaña fue mi única defensa, y aún así, casi no sobrevivo.

La fiebre me consume. En ese momento, el dolor es tan intenso que ni siquiera puedo pensar con claridad. Pienso en lo solo que estoy, aunque en realidad nunca he tenido a nadie a mi lado. Siempre fui solo, incluso cuando tenía hermanos. Me pregunto si algún día dejaré de sentirme así, si algún día tendré a alguien que no me haga sentir… vacío. Tal vez, solo tal vez, podré tener algo que se asemeje a una familia.

Mi mente divaga mientras el veneno hace efecto. Recuerdo a mis hermanos, y a pesar de todo, tengo miedo de morir sin poder hacer nada por ellos. Nadie los cuidará como yo lo hice. Me pregunto si aún me recordarán, si me necesitarán.

Y en medio del delirio, mi mente se encuentra con Noah. Recordé la promesa que le hice a su madre, esa que me hizo sentir por una vez que alguien me veía diferente. Ella, a pesar de no ser mi madre, fue la única que me trató con decencia. Mis dos madres biológicas me abandonaron, me dejaron atrás sin importarle. ¿Qué soy ahora, si no un producto de la traición y el abandono?

Con mis fuerzas casi agotadas, intento curarme. Con mi mano que aún está malherida, trato de sanar mi otro brazo, pero el dolor es insoportable. Con esfuerzo, encuentro en mi anillo un libro antiguo que me habla sobre la bestia que me atacó. Es un libro que leí hace tiempo, pero ahora tengo que usar todo lo que sé para sobrevivir. Aprendo a crear mi propio antídoto, aunque sé que es arriesgado.

Y así lo hago. Decido que la única forma de sobrevivir a este veneno es con el veneno de otra bestia. Es un juego peligroso, y no tengo muchas opciones. Puedo morir en el proceso, pero la alternativa es rendirme, y eso, no lo haré.

El veneno de la bestia me consume, y durante tres días, siento cómo mi cuerpo lucha contra él. El dolor es insoportable, las mareas de fiebre me arrastran a la locura, pero mi voluntad no me permite caer. En esos momentos, pienso en mis hermanos, en todo lo que podría haber sido. No quiero morir aquí, no quiero que el villano que todos esperan que sea, se derrumbe tan fácilmente.

Es curioso, porque aunque siempre me han visto como un monstruo, soy alguien que lucha por sobrevivir, que sigue adelante, incluso cuando todo está en contra. En mi mente, mi vida tiene un propósito: vivir tranquilo algún día. Tal vez esa sea la mayor contradicción de todas, pero es mi verdad. A pesar de mi edad, a pesar de mi cuerpo pequeño, tengo deseos y miedos. Quiero sobrevivir, y lo haré, porque mi voluntad es más fuerte que cualquier veneno, más fuerte que cualquier dolor.

Cuando finalmente me recupero, me doy cuenta de que he superado otro límite. No sé si la gente me verá como un villano o como un héroe, pero ahora sé algo importante: no me importa. He sobrevivido, y eso es lo único que cuenta.