En un mundo medieval sumido en la oscuridad, Carter, un hombre joven de 27 años que había aceptado su muerte solitaria a causa de un cáncer, se encuentra resucitado en un bosque desconocido. Conserva sus recuerdos del pasado y un error en su curiosidad le hace ser rescatado por unos hermanos de un pueblo cercano.
A medida que busca respuestas sobre su resurrección, Carter descubre que la humanidad lucha por sobrevivir contra criaturas terroríficas y que la magia es su única esperanza. Sin embargo, su búsqueda de propósito se convierte en una lucha con múltiples emociones ante sucesos inesperados y múltiples traiciones.
Con cada paso, Carter se sumerge en un abismo de violencia y venganza, cuestionando su propio destino y el futuro que le espera. ¿Podrá encontrar una razón de por qué fue traído a un mundo que parece estar al borde del colapso?
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Los tres estaban en la mesa y finalmente Samantha habló.
—Carter, como sabes, se ha decidido que alrededor del pueblo se construya una gran muralla para defender a la gente de posibles peligros. Tú has sido elegido por mí misma como el caballero que tendrá la tarea principal, pero ahora mismo eres incapaz de usar habilidades mágicas y por eso necesitamos que Rala comience a entrenarte—dijo con expresión formal para después cambiar el tono de su voz—. Has logrado acabar con una Cría de Lerna tú solo sin ser consciente de tús habilidades y eso me hace creer que tienes futuro como caballero. ¡Podrías incluso aspirar a ser caballero de nuestro reino y cuidar a la princesa!—había hablado con confianza y de forma algo seductora.
Carter esbozo una sonrisa y Lia seguí enfurecida.
—¡Cría de Lerna esto y aquello! ¿Qué, planean hacer con el pueblo Samantha?—dijo Lia tomando la mano que Samantha dejaba reposar sobre la mesa. Carter se sorprendió por el carácter imprevisto de Lia, pero lo oculto rápidamente.
—Tranquila pequeña, estamos actuando por órdenes de los 6 y de los reyes. No tenemos la suficiente información aún, pero algunos seres de Babel han estado saliendo de alguna forma y han atormentado a ciudades y pueblos cercanos. Es algo muy similar a lo que pasó hace 200 siglos con...
—¿Egros, verdad?—interrumpió Lia.
Carter no sabía que había ocurrido con Egros por completo, pero gracias a sus lecturas y al recuerdo de la discusión de hace días entre Rala y Samantha, comenzó a entrelazar todo.
—Sé que es algo duro de digerir, pero es algo inexplicable a fondo incluso para nosotros que estamos por debajo de los reyes. Por ello necesitamos defender a la mayor cantidad de gente posible ante esta crisis, al menos hasta encontrar una solución, y quiero que seas tu parte de ella Carter—miro a este último aún permitiendo que Lia continuara sujetando su mano. La mirada de alguien determinado se le presentaba a Carter de frente y ello lo lleno de seguridad.
—Ten por seguro que lo haré. Prometo defender a la gente de este pueblo—dijo con determinación y pensando que éste mundo traía sorpresas tras sorpresas.
—Bien, a partir de hoy las cosas cambiarán un poco, pero todo será por el bien del pueblo. Y tú—señalando a Carter—deberás entrenar con Rala lo suficiente antes de que esto empeore. Algunos de mis hombres vigilarán el pueblo hasta que los muros se erijan, y yo regresaré a la capital con el rey y visitaré a mi hermano. Tengo esperanza en tí.
<<¿Los 6?, ¿Reyes?, ¿Qué es todo eso? No entiendo>> pensó Carter.
Samantha se despidió de ambos y encargó que pusiera al corriente a Brand del caso ya que el también podría llegar a ser necesario. Abandono la casa no sin antes escuchar tras la puerta como Carter hacía que Lia estallara de nuevo y ambos se enfrascaron en una discusión que le pareció cómica. <
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Samantha se encontraba en la carreta acompañada de uno de sus hombres. El sendero atravesaba las pequeñísimas y desniveladas montañas de follaje verde pálido; aún era temprano. Pensaba acerca de la situación con Babel y la gran cantidad de caballeros que se habían perdido con las últimas incursiones. Levantaba ansiosamente el talón.
—Señora, ¿está bien? La noto bastante preocupada.
—Ah, no es nada... Solamente estoy especulando demasiado sobre los siguientes acontecimientos. Todo lo que está ocurriendo nos tiene tensos a todos—respondió mientras mantenía la mirada en el paisaje.
—Tiene razón señora, pero no podemos hacer ningún movimiento en Babel, no solo nosotros hemos perdido a demasiados hombres, los reinos vecinos también. Pero tiene mi palabra: incluso si en la próxima incursión debo entrar yo y mis hombres, no moriremos.
—Hmmm... Lo sé Batlar, confío en ti y tus hombres. Eres mi caballero más poderoso—dijo, finalmente mirando al gran caballero frente a sí. Pero no pudo evitar seguir sintiéndose ansiosa.
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Llegaron a la enorme entrada de la capital Ur'zug. Una enorme muralla de por lo menos 50 metros se extendía con su espléndido color grisáceo y blanquecino. Había múltiples guardias en el límite de la muralla vigilando desde zonas que con dificultad podían enfocar. Entraron y el ambiente era más que similar. Algunas personas las recibieron con gran atención y otros simplemente hacían su trabajo cerca en la entrada como de costumbre. Abandonaron la carreta al cuidado de otros caballeros del reino y caminaron teniendo que rodear las calles que eran bloqueadas por el enorme mercado en la extensa calle brillante y adornada de algunos árboles y pequeñas fuentes de agua cristalina en los costados.
Samantha y Batlar subieron gran cantidad de escalones antes de poder atravesar las considerablemente ciclópeas puertas del castillo. Dentro fueron recibidos por inclinaciones del par de caballeros a los costados de las mismas. Enormes pilares de mármol y pirita estaban alineados y se extendían replegados por las paredes del pasillo principal de al menos 40 metros de largo. Sus paredes tenían patrones hermosos que a Samantha en particular le parecían excesivos. La entrada de sus diversos pasillos y habitaciones—a veces con puerta y otras de entrada abierta sin más—estaba enmarcada por arcos rebajados de piedra algo porosa.
Samantha y Batlar entraron por el último pasillo que daba en dirección al comedor dónde el rey posiblemente tenía un banquete con los demás reyes después de idear sus planes, pero se sintió aterrada. La entrada al comedor era enorme y uno solo necesitaba caminar completamente derecho para entrar. Samantha y Batlar se quedaron estáticos en la entrada; cuando uno de los mayordomos del rey noto su presencia se acercó al oído de éste último y le indico la presencia de ambos.
—¡Ah, caballeros, entren!—vocifero y todos los reyes miraron girando la cabeza—. ¿Qué tal la situación en Ra'aft? ¿Hay más información?
—Si señor Amon, bastante—dijo entrando por completo en el comedor—. Parece que nuestras sospechas eran ciertas, el pueblo comenzó a ser circundado por seres originalmente de Babel como los Ua'bi y... desgraciadamente Crías de Lerna, señor... Y también...—las palabras se le cortaron y calló.
Se hizo un gran silencio en la habitación. Los reyes se miraron entre sí; algunos llevaban su mano sobre su frente, otros a su barbilla y el rey entrelazó sus dos manos y reposaba la cabeza en ellas. Tomando la iniciativa hablo:
—Como saben señores, estamos en una crisis nunca antes vista. Babel ha actuado raro ya no solo ante nuestras incursiones, sino ante los reinos que compartimos—dijo el rey Amon—. Esto es un tema que debemos resolver o la gente de los distintos pueblos o ciudades alrededor de Babel podrían sufrir el mismo destino que la antigua Egros.
Los reyes lo sabían de antemano, pero todos estaban tan inmersos y perdidos en su ansiedad y la crisis ante una posible falta de caballeros. No tenían una respuesta acertada y el silencio volvió. Samantha finalmente optó por hablar de nuevo.
—Y también una cosa más mi rey—inclinándose y después levantándose—. Hemos descubierto en Ra'aft a un hombre bastante curioso.
—¿Un hombre?
—Si señor. Es joven, posiblemente de la misma edad que la princesa... El hombre logró matar a una Cría de Lerna él solo.
La sorpresa se refleja en múltiples sonidos emitidos por los reyes.
—¿Qué clase de hombre lograría algo así? ¿Cómo sucedió, noble Samantha?—preguntó el rey de Cifre.
—Es joven como dije, no parece tener entrenamiento, parecía haber sufrido un ataque de amnesia grave, no podía usar magia y estaba enfrascado en buscar ayuda. Se comprometió a cuidar al reino de Ra'aft—respondió girando su cuerpo en dirección del rey—. Recolectaba algunos elementos para el ritualista Rala cuando una de esas cosas le intento robar y el la persiguió y le mato al lanzar una navaja que atravesó al ser por completo. El ser está en manos de mis otros hombres en Ra'aft, pero no deben tardar en venir algunos aquí para mejores análisis... Reyes, cómo ustedes saben... los únicos humanos que han logrado matar a una Cría de Lerna sin morir en el intento hemos sido los 6—pronuncio bajando ligeramente la cabeza.
El rey de Cifre, de nombre Guiles, quedó en silencio ante la respuesta. Los demás habían escuchado con atención y comenzaron a susurrar bastantes comentarios que Samantha no pudo escuchar con claridad.
—Y bien Amon, ¿que piensas?—preguntó el rey Federico —Si es cierto lo que dice tu caballero, posiblemente estemos hablando acerca de un posible candidato a miembro de los 6. Un séptimo caballero—afirmó.
—Eso parece, es una noticia importante que podría devolver el honor y orgullo a los hombres de nuestras naciones...
—¿Dices que no sabe usar magia?—interrumpió Guiles. Los otros 3 reyes permanecían observando.
—Lo siento señor Amon, si me permite...
—Adelante—dijo el rey.
—Así es rey Guiles. Tuvo un ataque de amnesia y no recuerda como usar magia por el momento. Cuando acabo con la Cría de Lerna se sorprendió porque no supo que había ocurrido—se dibujaba un rostro escéptico en el rey—. La buena noticia es que será iniciado en esto por Rala; y si llega a ser posible, una vez que las cosas se estabilicen y no sea necesario en Ra'aft, podría presentarlo ante la academia de magia.
Los tres reyes parecieron satisfechos con la respuesta.
Tras una charla entre todos ellos, Samantha noto algo de esperanza en ellos y eso la convenció de su decisión respecto a Carter. Había encontrado a un hombre valioso.
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Después de su reunión con los reyes, sus informes y la buena noticia, Samantha se había marchado junto a Batlar en dirección al cuartel de los 6, ubicado en una construcción pequeña al costado de la academia de magia donde podría dormir un poco. Cada rey regreso a su reino feliz por el banquete y la noticia y confiadosé.
El camino fue adecuado y seguro, pese a que los rayos del sol desaparecieron y el cochero tuvo que encender pequeños faroles de luz para no perderse o tener accidentes.
En cuanto llegaron, el auto quedó en manos del cochero y los caballeros que custodiaban la academia por las noches. Samantha despidió a Batlar, quien de igual forma fue a dormir al nivel subterráneo donde estaba la mayoría de los que eran la mano derecha de los 6.
<<Éste día fue emocionante. Confío en que ese chico será uno de nosotros en poco tiempo y podrá ayudarnos a solucionar esta crisis>>, pensó mientras entraba en su alcoba. No había nadie en el pasillo y eso le hizo feliz. Solo quería dormir de una vez. Los rayos de la luna se filtraban por la estrecha abertura y dejaban ver rastros de polvo por el suelo. Samantha dejo la armadura en su lugar y se colocó su ropa para dormir. Se recostó ya entre las cobijas y fue quedando dormida como una niña.
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En medio de la noche algo la despertó. Sus entrenados sentidos le hicieron percibir con agudeza que algo había abierto la ventana y entrado. Se incorporó rápidamente y miro por toda la habitación; todo estaba oscuro salvó por lo poco que iluminaba la luna, gracias a ello finalmente lo vio, y se aterró. Parado en la esquina derecha de su habitación, especialmente al costado de la ventana, la mitad de una máscara blanquecina asomaba entre la oscuridad perceptible apenas por los rayos de la luna. Tenía solo un gran agujero que especuló que debía tratarse de un ojo, pero no noto alguna sonrisa o mueca en la máscara además de eso.
—¿¡Quién eres y que haces en mi habitación!? Si no te identificas y sales ahora activaré la alarma y te mataré.
—Me sorprende que diga eso Samantha, creyendo que puede hacer algo contra mí—dijo aquel extraño ser en la esquina—. Yo vengo a visitar a cada humano que me interesa, y tú eres uno de ellos. Tu y los que te importan correrán grave peligro, y yo estaré ahí para reírme de ustedes. Yo soy su calamidad...
—¿¡Quién eres!? No lo volveré a repetir—Samantha se había levantado y había tomado su espada.
—Oh... que decepción, no me dejas más opción. Todos estarán condenados, y yo seré su juez... Mi nombre es Satán.
Cuando el ser finalizó estás palabras, Samantha pudo observar que levantaba una de sus extremidades antes de ser víctima de una ilusión dónde un ser del averno se abalanzaba sobre ella. Cayó de rodillas al suelo y solo pudo notar las cortinas moviéndose por el aire generado por la salida de aquel ente desconocido.