En un mundo donde las mujeres están infravaloradas, Una Ceo que se aferra con todas las fuerzas a permanecer y ser la mejor en el ambiente llenos de hombres.
Lara Parisi lo tiene todo:juventud, belleza,una fortuna heredada y un imperio empresarial a sus pies. Pero detrás del lujo, hay una presión silenciosa que no la deja respirar: la obligación de tener un heredero para mantener su legado y complacer las expectativas de una familia que no perdona desvíos del plan.
Cuando un viaje de negocios la lleva a Italia, una noche de pasión con un desconocido lo cambia todo. Lo que parecía ser un escape sin consecuencias se convierte en el inicio de un torbellino emocional, cuando descubre que está embarazada.. de gemelos.
Y como si no fuera suficiente, Owen Bracco, el misterioso hombre que creyó haber dejado en el pasado, reaparece como asistente de su mayor rival.
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Dos Corazones Latentes
Narra Lara
Al fin llegó el gran día. Hoy sabré qué serán mis bebés.
Estoy tan emocionada que despierto a Owen a saltos y risas.
—¡Vamos! ¡Vamos! ¡Llegó el gran día! Por fin podremos buscarles nombre y comprar sus cosas.
—Sí, al fin —responde él con una sonrisa somnolienta pero feliz.
Voy directo al baño a alistarme. Mientras tanto, Owen prepara el desayuno. Se ha vuelto el dueño absoluto de mi cocina… y no me quejo. Cocina riquísimo. A los bebés les encanta.
Y no puedo negar que a mí también. Aunque no se lo diré todavía.
Me pongo algo sencillo. Hoy no voy a la oficina. Este día es para mis bebés.
Owen solo me acompañará al consultorio. Tiene trabajo acumulado y quiere evitar comentarios innecesarios en la empresa. Lo entiendo.
Ya lista, voy a la cocina y extiendo los brazos. Owen se acerca y me da un abrazo largo.
Últimamente me siento muy cómoda entre sus brazos. Estar con él... se siente bien. Muy bien.
Mientras desayuno, él se va a duchar y a prepararse.
Mis bebés me han cambiado. Me han hecho ver la vida con otros ojos.
Ya no pienso solo en mí, en ser la CEO poderosa, la mujer imparable.
Ahora soy una mujer que ama, que siente, y que está dispuesta a hacer lo que sea por proteger a sus hijos.
Nos montamos en el carro y vamos rumbo al consultorio.
Pasamos a buscar a Kassy, y ahora los tres vamos camino a descubrir quiénes serán los amores de mi vida.
Ya en la camilla, Owen está a mi lado derecho, sosteniéndome la mano.
Está más nervioso que yo, lo noto por cómo me aprieta los dedos.
Y eso que él no es el que tiene dos seres creciendo dentro.
Kassy, al otro lado, mira cada detalle con atención, como si fuera un momento suyo también.
La doctora enciende la máquina, coloca el gel sobre mi barriga.
—Lara, mira la pantalla —dice.
Y ahí están.
Los latidos.
Esos pequeños latidos que ya he escuchado antes, pero que siempre logran estremecerme.
Contengo las lágrimas, como siempre. Pero el corazón… el corazón vibra.
Owen me aprieta más fuerte. Miro a Kassy. Está llorando.
Lo sabía. Es muy sensible, y ama a mis bebés.
—Aquí vamos… su primer bebé es… varón.
—¡Oh, cielo! ¡Escuchaste! ¡Un varón! —le digo a Owen. Él parece paralizado.
—Y su otro bebé también es… varón. ¡Felicidades! Tendrás dos niños, sanos y fuertes.
—Dos varones… —repite Owen, como si lo estuviera procesando.
—Mis bebés son varones… —digo, y ya no puedo contener las lágrimas.
No sé por qué, pero tener dos hombres más en mi vida me hace sentir tan feliz, tan llena.
Narra Owen
Desde que estoy con Lara, mi vida ha dado un giro inesperado.
Ahora soy responsable de ella… y de dos vidas más.
Cuando me dijo que estaba embarazada, sentí miedo. Mucho miedo.
Pero hoy, al ver esa pantalla, al oír esos latidos… todo cambió.
Sentí amor.
Y también el peso de mis secretos.
Esta noche se lo diré.
Le contaré que soy adoptado. Que no sé quién soy en realidad.
Le explicaré por qué temo no ser un buen padre.
............
Ahora estoy en la oficina que solía ser del antiguo administrador. Lara me ofreció quedármela, hacerle los cambios que desee, pero por ahora quiero enfocarme en mi trabajo.
Horas después, tocan a la puerta.
—Adelante —digo.
—Señor Owen, hay un socio buscándole. Como ni Lara ni la vicepresidenta están, me tocó venir a usted.
—Está bien. ¿Dónde está?
—En el lobby de Dirección General.
Llego al lobby y reconozco de inmediato al hombre que vi la vez pasada.
—Buenas tardes, señor —le saludo.
—Buenas tardes, Owen. Veo que recuerdas mi rostro, y mi nombre.
—Sí, aunque usted no me dijo el suyo.
—Soy Max. Max Owen Morelli.
—Oh… tenemos el mismo nombre. Qué coincidencia.
—Puedes tutearme, Owen.
Lo invito a pasar a mi oficina.
—Quería hablar con Lara de un asunto privado, pero ya que no está… ¿te molesta si paso un rato contigo? Me gustaría conocerte mejor.
—Por supuesto, Max. Adelante.
Mientras conversamos, su mirada es intensa. Me observa como si tratara de encontrar algo en mí.
—Soy como un padre para Lara —dice—. Conozco a su familia desde antes de que naciera. El tiempo nos ha vuelto familia.
—Lo entiendo, Max. Me parece bien que quiera saber cómo marchan las cosas aquí.
—¿De dónde eres, Owen?
—De Italia. Vine buscando una mejor vida, para mí… y para mis hijos.
—¿Vas a ser padre?
—Sí. Estoy feliz, pero también asustado.
—¿Por qué asustado?
—Porque no sé quién soy realmente. Fui adoptado. Crecí con muchas preguntas. No sé por qué mis padres me abandonaron. Supongo que es normal tener miedo de repetir sus errores.
Max guarda silencio. Su respiración se acelera apenas. Sus manos tiemblan ligeramente.
—¿Tiene hijos, Max?
—Sí… tengo un hijo. Pero él no sabe que existo.
—¿Y por qué no se lo dice?
—Es complicado, hijo. Han pasado muchos años. No sabría por dónde empezar.
—El tiempo es corto. Quizás ese hijo está esperando por usted.
Max sonríe… pero hay dolor en su mirada.
—Gracias, Owen. Gracias por tus palabras.
En su corazón, Max sabe que ese hijo… podría estar justo frente a él.
Narra Lara
Kassy me trajo a la mejor tienda del planeta. Tiene de todo.
Comienzo a llenar el carrito con ropa, pañaleras, accesorios, hasta decoración.
Lo único que no elegí fueron las cunas y los cochecitos. Eso quiero hacerlo con Owen.
Mientras espero que hagan la cuenta de todo, paseo por el área de muebles.
Ya es hora de renovar mi apartamento.
Hay una habitación llena de cajas y ropa. Es hora de vaciarla.
Mis bebés necesitarán su propio espacio.
Y quiero que sea perfecto.