Una noche entre los brazos de Nicolás Thompson, cambiará por completo la vida de Anna Brown.
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Marido y mujer.
— Bebé, no sabes cuánto te extrañé...
— Maritza — Trato de cortar sus palabras, pero ella prosigue.
— Es lindo que vengas a despedirme, ¡oh! Espera, ¡volverás conmigo a New York!, por eso es que te amo. — Miro en dirección a Anna, quien detiene un taxi y se sube en el.
— Maritza, detente, no he venido por ti, y tampoco viajaremos juntos. — Suelto ya exasperado.
— Pe, pe, pero bebé.
— Maritza, tenemos que hablar, pero será en otro momento, una vez esté en New York, te buscaré y hablaremos, pero ahora tengo algo urgente que hacer. — Subo a una de las camionetas y pido al conductor que siga el taxi.
Demonios, no me esperaba este imprevisto. El vehículo en el que viaja Anna, aumenta de forma exagerada la velocidad, ¿Acaso esta mujer está loca? ¿Qué no es consiente de que se está poniendo en riesgo? Saco mi móvil y marco su número, pero no contesta, lo intento una y otra vez hasta que se digna a recibir mi llamada.
— Anna, ¿Qué haces? ¡Ordena a ese hombre que reduzca la velocidad! — Sé que estoy elevando un poco la voz, pero realmente estoy nervioso.
— ¿Para eso llamas? ¡¿Para levantarme la voz?!
— Anna, lo siento. Dile al hombre que detenga el vehículo y hablamos.
— No quiero hablar contigo. Eres igual a todos.
— ¡Maldición Anna, detente ahora! De lo contrario quien pagará las consecuencias será ese conductor de quinta, que se atreve a poner en riesgo la vida de mi mujer y mi hijo. Créeme, mi paciencia tiene un límite y estás a punto de llegar a él.
— Si quieres que baje la velocidad, deja de seguirme.
— ¿En realidad es lo que quieres? Te dije, que lo voy a solucionar.
— Necesito estar tranquila.
— ¿Es tu última palabra? — Pregunto ya agotado de esta discusión.
— Lo es. — Tras oírla decirlo, cuelgo la llamada.
— Vuelve al aeropuerto — Ordeno al conductor.
Decido volver de inmediato a New York, hay asuntos que debo atender y Anna, no está dispuesta a escucharme en este momento, ya después cuando esté más calmada la buscaré.
Pov Anna.
Estoy furiosa, realmente furiosa, no puede ser que esa tipa lo bese y él lo permita, bonita forma de solucionar las cosas.
— Señor, déjeme frente al edificio de allí. — Le indico al conductor, saco dinero de mi cartera, pago la carrera y además le doy un excedente por haberme ayudado cuando le pedí aumentar la velocidad. Me percato de que Nicolás, se quedó con mi equipaje, ahora lo pienso y sé que deberé llamarlo, aunque es poco lo que había en el, necesito mi portátil. Ya después lo llamaré, de momento me encuentro frente al edificio en que vive Rodrigo, mi mejor amigo.
El portero me deja seguir, pues sabe que soy muy cercana a Rodrigo. Subo a su apartamento y toco el timbre, no pasa mucho tiempo cuando abre la puerta.
— Muñeca ¿Cómo estás? — Pregunta mientras me abraza fuertemente.
— Ahora estoy mejor.
— Ven, sigue y siéntate. — No lo había notado, pero no lleva camisa, además su cabello está despeinado y su cuerpo algo sudoroso.
— Discúlpame, debí avisarte que vendría ¿Te interrumpo?
— No te preocupes, tu eres mi prioridad. — Mientras hablamos una mujer a medio vestir sale de su habitación.
— Lo lamento, yo puedo venir después — Me disculpo dirigiéndome a la salida.
— No te preocupes. — Dice la pelinegra, es alta, su cabello es liso y llega a sus hombros, no se puede negar que es muy bonita, del tipo de Rodrigo. La mujer se termina de poner los zapatos y da un beso a la boca de Rodrigo — Llámame.
— Por supuesto que lo haré.
— ¡Chao! — Dice dirigiéndose a mí.
— Chao. — Le respondo con una sonrisa. Rodrigo la acompaña a la puerta y le da una nalgada antes de que la chica salga. Luego viene, toma mi mano y me guía al sofá donde ambos nos sentamos.
— Ahora si, cuéntame todo — Dice mientras me mira a los ojos.
— Lo haré, pero no ahora, necesito de mi amigo, para olvidarme de todo aunque sea por un momento.
— Si eso quieres ¿Qué tal si vemos peli?
— Perfecto.
— Ve eligiendo la película, eso sí, nada romántico ni llorón, mientras hago las palomitas.
— Jajajaja Había pensado en algo así.
— Lo sé, pero después quien te aguanta llorando.
— Tienes razón — Acepto. Rodrigo me conoce muy bien es mi mejor amigo desde la secundaria, alguna vez intentamos tener algo, pero no hubo química, en cambio, surgió una bonita amistad que creció y hoy somos como hermanos.
Vimos la película, o bueno eso intentamos, nos dedicamos más a criticar a los personajes y su pésima actuación, ya que la película resultó ser muy mala.
— Anna, ¿Quieres hablar?
— Tal vez mañana.
— De acuerdo.
Esto es algo que amo de Rodrigo, es una persona que sabe respetar los tiempos y el espacio de quienes lo rodean, y en este momento es lo que necesito, su apoyo, sin preguntas ni protestas. Comimos pizza que previamente habíamos ordenado.
— ¿Puedo quedarme aquí?
— La pregunta ofende, mi casa es tu casa.
— Gracias — Lo vuelvo a abrazar.
...***...
Me encuentro en la habitación de huéspedes, me llega una notificación al celular, es una invitación, a una reunión que se llevará a cabo en la ciudad, donde estarán los mejores y más destacados empresarios del país en su mayoría, así como también aquellos que se proyectan como grandes prospectos en el mundo de los negocios, sin pensarlo dos veces acepto de inmediato la invitación, necesito que nuestra empresa siga ganando reconocimiento, esta se llevará a cabo en una semana.
Mi teléfono suena, ahora es una llamada entrante de Nicolás. Dudo en contestar, pero supongo que debo hacerlo, tenemos un hijo en común.
Abro la llamada y no hablo.
— ¿Anna?
— Sí.
— ¿Cómo estás?
— Bien.
— ¿Has vuelto a tener mareos o te has sentido mal?
— No.
— ¿Qué has senado?
— Pizza.
— ¿Es en serio? ¿Pizza?
— ¿llamaste a regañarme?
— No. ¿Dónde estás?
— En el apartamento de Rodrigo.
— Te dije, que no quiero que estés allí.
— No hago nada malo, yo no lo hago. — Sí, eso fue un reproche. Lo escucho suspirar.
— Deje a alguien encargado de encontrar un apartamento para los dos, también te llevarán el equipaje. — Trata de restar importancia a mis palabras.
— ¿Dejaste? ¿Quieres decir que no estás en la ciudad?
— No, Anna necesito que te pongas en contacto con un doctor, elige el mejor, yo asumiré los gastos, me gustaría hacerlo junto a ti, pero no podré volver sino hasta dentro de una semana.
— ¿Estás con ella? — Me arrepiento de mi pregunta. — Lo lamento, no debí preguntar.
— Claro que debes, si dudas debes preguntar. No, no estoy con ella. Pero muero por estar contigo.
— Hasta mañana.
— No hagas esto.
— ¿Hacer qué?
— Volver a levantar la barrera.
— ¿Podemos hablar de ello cuando vuelvas?
— Si así lo prefieres.
— Te lo agradezco, en cuanto al apartamento, prefiero buscar uno por mi cuenta, necesito mi espacio.
— En eso no hay discusión, quiero asegurarme de que estarán bien, además trataré de pasar la mayor parte del tiempo con ustedes y necesitaré un lugar donde llegar, es más, creo que una casa será una mejor opción.
— Está bien, adiós.
— Anna, mantente alejada de ese amigo tuyo.
— Eso no pasará, él es como un hermano.
— No quiero a mi mujer cerca de ningún hombre que no sea yo.
— Nico...
— Nicolás, nada. Eres mía y fue tu elección. Ahora asúmela y hazte cargo, tendrás que aprender a vivir con lo que somos, marido y mujer. Descansa Anna.