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Canción para Lobos Solitarios

Canción para Lobos Solitarios

Status: Terminada
Genre:Omegaverse / Melodrama / ABO / Yaoi / Hombre lobo / Aventura / Completas
Popularitas:1.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Random Soreto

Un Omega miembro de una manada de lobos de las nieves, huye con su hijo Alfa tras haber asesinado al Alfa de la manada en defensa.
En su huída por tierras nevadas, encuentran a un Alfa exiliado que vive en los bosques, y que cambiará sus destinos.

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Canciones olvidadas

Cuando se nace Alfa, y heredero del lugar de líder de la manada, desde pequeño se les lanzaba a las tormentas inclementes, a largas horas de cacería, y nada de dulzura; a pesar de todo, para Augustus, el sucesor del jefe de los lobos árticos, los éxitos que tenían lo hacían sentir orgulloso, y sus padres le mostraban un profundo afecto desde cachorro.

Cuando pasó el tiempo, su padre se volvió viejo, y antes de irse para morir en las montañas, le dejó aquella manada de poderosos lobos blancos, que dominaban las tierras nevadas. Su madre le siguió después, aunque encargándose que desde pequeño, su hijo quedara comprometido con el segundo hijo de otra de las manadas más grandes, con el fin de tener más poder, quien era un Omega de fuerte carácter, de nombre Satyr.

En realidad no eran extraños, se conocían desde cachorros, en un intento de que dos de las más grandes manadas de lobos de las tierras nevadas, se unieran. Aunque nunca pudieron decir que su unión fuera en base al amor; eran amigos, se tenían un profundo cariño, y respeto por el lugar del otro, así que aceptaron el compromiso sin mucha queja. No obstante, las discusiones eran frecuentes por el marcado temperamento de ambos.

En la manada de los lobos árticos, existían un Alfa más, una condición anormal, que al menos en los primeros días, no causó conflictos o peleas, este Alfa se llamaba Bastián, hijo del hermano Beta del antiguo líder: un joven lobo ambicioso, pero inteligente al elegir no oponerse a Augustus, mucho más fuerte y con el favor de la manada en sus hombros.

Años antes, el padre de Bastián, lobo de gentil carácter, rescató el cachorro de una loba exiliada de otra manada. Por lo que pudieron concluir al encontrar a la pequeña muriéndose de hambre junto al cadáver de su madre. La loba fue acogida por la familia de su primo, y la manada inmediatamente la recibió. Fue gradual, casi natural, el que Bastián y Ekaterina decidieran enlazarse, para la loba el segundo Alfa de la manada era su mundo, como a quien le debía la vida.

Fueron años pacíficos, donde la envidia de Bastián creció, envenenando los terrores de abandono, y las memorias de la muerte de la madre de Ekaterina, quien le aterraba la idea de que pudieran echarla de la manada.

Noche tras noche, Bastián avivaba los temores de la joven Ekaterina, quien veía cientos de pesadillas con su madre, y la muerte esperándola. La Alfa no podía perder su hogar, no podía volver a estar cerca de morir sola, enterrada en la nieve, no quería recordar a su madre.

—Así como adoran a Augustus, no sería extraño que no nos quisieran en la manada, después de todo no debe haber más de un Alfa —fue la idea que se implantó en los terrores de Ekaterina, en su mente llena de angustia, aún con el destino de su madre fresco.

Si bien Augustus notaba algo extraño en la relación de Bastián y la cachorra Alfa que su tío trajo muchos años atrás, él no podía intervenir, y su prioridad era cuidar de la manada, más que dudas infundadas, o al menos en ese tiempo pensó que lo eran.

—¡Eres un bastardo necio! —Gritó una noche Satyr con fuerza a Augustus, que lo miró enfurecido de la osadía de su pareja de hablarle así frente a la manada—. ¡Las tormentas nos van a costar si sigues insistiendo en ir a cazar a las cumbres! ¡Idiota!

—¡Y tú no eres también eres un idiota! ¡La mayor cantidad de presas se encuentra ahí! —gruñó perdiendo la paciencia, y empujando sin intención al Omega, que lo miró enojado más que asustado.

Augustus era alguien imprudente, y que en general no tomaba los consejos de otras personas, cosa que chocaba con la terquedad de Satyr, que en realidad se preocupaba mucho por la seguridad de su pareja. Llevaban pocos años juntos, pero por decisión de ambos—y para poner un ejemplo de que un Omega era un igual—, decidieron no enlazarse, dándose tiempo para pensar cuando tener sus propios cachorros.

Ekaterina, llena de miedo de perder todo, su hogar, y el propio dolor de la muerte de su madre se apilaron con los días, como con la envidia acumulada de Bastián, que vio en su pareja, el muy necesario punto de quiebre, que le beneficiaría. A pesar de todo, la Alfa era amada por su pareja, quien disfrutaba la incondicional lealtad de la joven loba.

Y en realidad, la joven no necesita ningún detonante, puesto que ya estaba rota: amaba su hogar, amaba a Bastián, le aterraba la voz de su madre en sus pesadillas.

—He decidido enlazarme con Augustus —dijo Satyr a otro de los Omegas de la manada a principios de invierno, y esa declaración estremeció los pedazos de la mente de Ekaterina, que lo escuchó accidentalmente.

Sus miedos formaron ideas, posibilidades angustiantes: Sí ellos se enlazaban, si ellos tenían cachorros...

Tal vez ellos serían un problema, tal vez se desharía de ella...

La noche del invierno más oscuro, mientras una tormenta de nieve y la noche comenzaban a caer, Augustus se disponía a seguir un grupo de venados, sabiendo el posible refugio que tomarían para el temporal. Por supuesto, eso ocasionó otra de las muchas discusiones, no obstante esta era diferente, se dijeron cosas hirientes, por el orgullo de Augustus y la preocupación de Satyr.

La intensidad de esa pelea fue tal, que pensaron incluso que su líder agrediera a su Omega, como otros Alfas hubieran hecho: aunque no llegó ninguna represalia, y Augustus decidió quedarse a mala gana cuando la nieve comenzó a cubrir todo.

Augustus siempre se arrepintió de su decisión de ese día. Aún furioso con Satyr, decidió correr en la profundidad de la noche, para despejarse: Ekaterina lo vio, y siguió las ideas oscuras de su mente que apenas podía soportar.

—Estúpido Augustus —murmuró el Omega, caminando en su forma humana fuera de la zona de tiendas, decidido a esperar a Bastián, se paró envuelto en pieles mirando a la oscuridad.

Lo último que vio, fueron los ojos azules penetrantes de un lobo blanco lanzándose sobre él, apenas percibiendo la esencia cuando estuvo a unos metros de él, no pudo reaccionar. Los dientes largos de Ekaterina destrozaron su garganta, quien dejó todo el rencor que tenía, todos sus miedos, y se justificó matar a un inocente para proteger su hogar.

La loba se tranquilizó de la adrenalina y el atroz acto que había cometido. Buscó alguna prenda de Augustus intentando no ser vista, y la restregó en el cuerpo del Omega. Tenía que hacerlo, tenía...no existía otra opción.

Si Bastián tomaba el cargo de la manada, entonces ella...

Por supuesto, no tardaron en encontrar el cuerpo del Omega, y coincidiendo con la ausencia del líder, como el testimonio de Ekaterina de haberlo visto regresar repentinamente, los Betas de la manada miraron horrorizados la escena, y temerosos de las represalias que eso podía tener si el padre, líder de otra de las manadas más grandes, se enteraba.

Augustus observó consternado el cadáver de Satyr, pero no se pudo acercar más, aquellos lobos que una vez le juraron lealtad se lo impidieron.

—Esto...esto no tiene sentido, ¡jamás hubiese tocado a Satyr! —gritó con su voz gruesa retumbando en la noche nevada, pero los lobos guardaron silencio, hasta que Bastián alzó la voz, y todos escucharon.

—No tenemos tiempo de averiguar eso, primo —Augustus notaba el tono mordaz y casi de desprecio en la voz del otro Alfa, pero ese desprecio sonaba distante del asesinato de Satyr, sino más personal—. Sí no entregamos una condena, o les informamos a la otra manada que no existe castigo, sabes lo que pasara, ¿no?

—¡Pero debemos encontrar quien mató a mi Omega! —estaba furioso, consternado, e incrédulo de entender que Satyr estaba muerto.

Sorprendentemente, cuando se quiso acercar al cadáver cubierto por pieles del Omega, los Alfas gruñeron, siendo seguidos por los demás de la manada.

—Lo mejor es que te vayas, y no vuelvas. Que tu destino sea el exilio —sentenció Bastián, que por orden natural se le confería el puesto de líder en la manada.

No quería dejar así la muerte de su amigo, de su compañero, de un lobo con el que creció. Aquello era como verse acorralado, y tener como respuesta la soledad, o la muerte. No obstante, no podía morir, no ahí, no cuando Satyr siempre deseó que cuidara su vida como algo precioso.

No lloró ahí, no se lo permitió hasta que en la oscuridad de los bosques, aulló amargamente, pero no dejó que su debilidad hiciera caer ni una lágrima.

En el momento no se dio cuenta, pero recordaba el olor particular que provenía de Ekaterina, un dulzor casi desvanecido que no era de ella, acompañado de la esencia de a loba combinada con un olor de alguien esperando.

Tardó tiempo en comprender, pero tenía la certeza de la respuesta a lo que pasó, al asesinato de Satyr.

¿Qué no haría una loba por sus cachorros?

¿Que no haría una loba que iba a ser madre, y ya lo había perdido todo?

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Rossi
la historia avanza pero, porque Fausto mato al Alfa? es un gran huecos en la historia.
Random Soreto: ☺️Hola!
No sé si ya has terminado la historia, pero sí, Fausto si mató al Alfa, quien mandó a perseguirlos fue la compañera del Alfa y la mamá de Matya.
total 1 replies
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