Una hermosa mujer renace en un mundo mágico y vive una noche inolvidable que cambiará su vida.
El mundo mágico también incluye las novelas
1) Cambiaré tu historia
2) Una nueva vida para Lilith
3) La identidad secreta del duque
4) Revancha de época
5) Una asistente de otra vida
6) Ariadne una reencarnada diferente
7) Ahora soy una maga sanadora
8) La duquesa odia los clichés
9) Freya, renacida para luchar
10) Volver a vivir
11) Reviví para salvarte
12) Mi Héroe Malvado
13) Hazel elige ser feliz
14) Negocios con el destino
15) Las memorias de Arely
16) La Legión de las sombras y el Reesplandor del Chi
17) Quiero el divorcio
18) Una princesa sin fronteras
** Todas novelas independientes **
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Argumentos
Juliet lo miró molesta, enojada y sorprendida.
[este hombre es realmente tonto, no ha entendido nada, será que a una de sus niñeras se le cayó, cuando era pequeño, porque parece que los otros hermanos no son unos verdaderos idiotas]
Ignacio sabía que ella se molestaría, pero se llenó de convicción para seguir hablando... diría todos sus argumentos que tiene preparados.
[tengo que convencerla, solo debo darle los argumentos que necesita escuchar… puedo hacerlo… soy hijo de Ethan Lennox, puedo convencer a alguien…]
Ignacio: antes de que me insultes, por favor escucha mis razones… sabes que no haría nada para dañar a William…
Juliet: tienes solo unos minutos, no tengo tiempo para perderlo contigo…
[¿perder el tiempo conmigo? ¡esta mujer!]
Ignacio: bien… no me interrumpas…
Ignacio respiro profundo mirándola decidido y uso su tono de voz más grave…
Ignacio: Juliet… no quiero que nuestro hijo crezca con la carga de sentirse menos que otros. Quiero darle un nombre, un linaje, y que pueda caminar con la frente en alto sin que nadie lo señale como ilegítimo… Además, William necesita sentir que sus padres son un refugio, una familia sólida. Si estamos unidos, él tendrá un hogar fuerte que lo respalde… Casarnos asegurará que todo lo que poseo —mi magia, mi legado, mi herencia— sea también de él, sin que nadie pueda arrebatárselo… piensa en su futuro, en la corte y en el imperio, sea de Somerset o en Lennox, los hijos ilegítimos sufren desprecio y no tienen derecho a heredar. Si nos casamos, le daremos legitimidad y lo protegeremos de esas injusticias…
Ignacio por primera vez, vio un atisbo de duda en el rostro de Juliet, por lo que se animó a continuar.
Ignacio: Tú eres la madre de mi hijo, y por eso mereces el lugar que te corresponde a mi lado. Nadie debe mirarte con desdén, y menos aún tratarte como si hubieras cometido una falta… Sé que no estuve cuando debí, pero quiero enmendarlo. Este matrimonio no es una cadena, es mi manera de reconocer lo que significan tú y nuestro hijo en mi vida….
[no me interesa el matrimonio, puedo cuidarme sola]
[no me tengo que concentrar en el matrimonio, solo en William]
Ignacio: por favor, piense en William… Un hijo ilegítimo siempre será señalado, incluso por quienes fingen sonreírle. Llevará esa marca en cada banquete, en cada consejo, en cada saludo cortesano… No podrá codearse en igualdad con otros jóvenes nobles; siempre será visto como intruso, sin derecho a reclamar nada, sin voz propia… Los hijos de los grandes señores serán crueles, porque así se les enseña: siempre le recordaran que no tiene apellido pleno ni un lugar en el linaje… Si nos casamos, nuestro hijo será reconocido de inmediato. Nadie podrá tratarlo con desprecio, pues será heredero legítimo del Gran Mago de Lennox e hijo de la madre que le dio dignidad… Un matrimonio no solo le da apellido, le da puertas abiertas: educación, alianzas, respaldo político y un lugar indiscutido en la historia…
Juliet: yo puedo… puedo criar a William… yo…
Ignacio vio la contrariedad en su rostro y continúo hablando con aun más determinación.
Ignacio: Sé cuánto amas a nuestro hijo, y por eso debes saber que el mundo puede ser cruel con él. Si no lo legitimamos, llevará una carga que no merece. Tú, más que nadie, no quieres verlo sufrir por algo que no fue su elección… Por mucho que lo abraces, no podrás impedir que lo señalen o lo miren con desprecio. Pero juntos, casándonos, podemos darle un escudo que lo proteja de esas heridas invisibles… Juliet… Tu amor lo sostiene hoy, pero ¿qué pasará mañana? Cuando crezca y pregunte por qué los demás lo llaman bastardo, ¿qué le diremos? Tú y yo podemos evitarle esa pregunta antes de que exista…
Juliet: es que…
Ignacio: Sé todo lo que has hecho para criarlo sola, para darle lo mejor... Yo no vengo a quitarte el mérito, sino a darte la certeza de que ese esfuerzo tendrá fruto, de que tu hijo será honrado por todos… William merece un lugar en el mundo que lo reconozca como legítimo, y el nuestro no debe ser la excepción. Si lo amas, debes querer también que tenga la misma dignidad que cualquier otro… Juliet, por favor… ese amor inmenso que sientes puede volverse una espada contra ti cuando lo veas llorar por el rechazo. Yo te ofrezco la manera de que ese amor se traduzca en protección real.
Ignacio vio como ella contenía sus lágrimas, por lo que se levantó en silencio y desde la puerta hablo con una voz peligrosamente suave…
Ignacio: solo te pido que lo pienses… que pienses en él… no en nosotros…
Desde fuera de la oficina, Ignacio escuchó el llanto suave de Juliet…
[Cuando la puerta se cerró detrás de él, sentí que el silencio me golpeaba con más fuerza que sus palabras. Me quedé rígida, conteniendo la respiración, pero no pude evitar que las lágrimas me vencieran. Todo lo que dijo… maldita sea, tenía razón. Yo he sido suficiente para mi hijo estos dos años, lo he protegido con mi amor, con mis brazos, con mi sacrificio. Pero ¿y mañana? ¿Qué pasará cuando crezca y empiece a notar las miradas, los susurros, las burlas? No puedo negarlo: el mundo no será compasivo con él solo porque yo lo ame.
Mi corazón arde de rabia y de miedo al mismo tiempo. Rabia porque me duele que me pongan en esta encrucijada, porque siento que casarme sería ceder, aceptar un lazo que no sé si quiero. Miedo… porque quizás él tiene razón y mi hijo merece algo más que mi orgullo. No lloro por mí. Yo podría soportar cualquier cosa, cargar con la vergüenza, con el desprecio, con la soledad. Pero no quiero que mi pequeño lleve sobre sus hombros una culpa que no le pertenece. ¿Y si un día viene a preguntarme por qué no le di la oportunidad de ser reconocido, de tener el lugar que le correspondía? ¿Qué le diré entonces? Las lágrimas caen porque el amor que le tengo es más grande que todo lo demás… y porque, aunque quiera negarlo, las palabras de Ignacio me han dejado sin defensas. No sé qué camino tomar. Solo sé que mi hijo merece un destino mejor, aunque yo deba sacrificar el mío]
.ya déjenmelo tranquilo al pobre