Emma jamás imaginó que amar a Andrew significaría estar condenada a huir. En un mundo donde humanos, brujos y cambiaformas coexisten bajo frágiles pactos, Emma, una joven común, se ve arrastrada al corazón de una guerra silenciosa tras enamorarse de Andrew, el heredero de una poderosa manada de licántropos. Su amor es puro, peligroso… y totalmente prohibido. Mientras la manada se tambalea y aliados inesperados caen uno por uno, Emma deberá encontrar la fuerza para sobrevivir, escapar y luchar por lo que ama. Pero no está sola: cada elección que haga resonará en un destino mayor, donde el sacrificio, la magia y la sangre van de la mano. Un amor prohibido. Un secuestro brutal. Una guerra inminente.
NovelToon tiene autorización de Marceth S.S para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo 22: Mi perdición
Ella me miró por un momento, sus ojos buscando los míos. Luego, dejó escapar una pequeña risa amarga.
—Al menos ahora sé que no era algo conmigo... que no era yo el problema.
Eso solo me enfureció más. ¿Cómo podía haberla hecho sentir así? Emma era todo lo que cualquier hombre —o lobo— podía desear: fuerte, hermosa, inteligente, apasionada. El hecho de que alguna vez hubiera dudado de su propio valor por culpa de ese idiota me revolvía el estómago.
—Déjame adivinar —dije, tratando de mantener la calma aunque mi voz seguía tensa—. ¿Él intentó justificarse? ¿Decirte que no era lo que parecía?
Emma asintió, dejando escapar un suspiro.
—Sí. Dijo que siempre había estado confundido, que no sabía cómo decírmelo... todo un drama.
Negué con la cabeza, sintiendo que mi mandíbula se tensaba.
—Él es un imbécil.
Ella dejó escapar una pequeña risa, y el sonido alivió un poco la tensión en mi pecho.
—Tal vez, pero ya no importa. Eso quedó atrás, y yo... estoy bien.
La miré fijamente, permitiendo que mi expresión suavizara un poco. Quería que supiera que estaba de su lado, que nunca tendría que enfrentarse a algo así sola de nuevo. Me acerqué más, deslizando una mano hacia su cuello y bajando hasta su espalda, trazando suaves círculos con mis dedos.
—Emma —dije, mi voz más suave ahora—. Nunca permitiré que nadie te haga daño de nuevo. ¿Lo entiendes?
Ella me miró, su rostro relajándose mientras asentía lentamente. Luego, dejó escapar una pequeña risa.
—Pero tienes que dejar de gruñir cada vez que menciono mi pasado.
Me mordí el labio, tratando de contener una sonrisa, y luego escondí mi rostro en su cuello para que no pudiera verme sonreír. Inhalé profundamente, dejando que su olor calmara mis nervios.
—No prometo nada —murmuré contra su piel, lo suficientemente bajo como para que no me regañara.
Ella suspiró, pero no parecía molesta. En cambio, me acarició el cabello con sus dedos, un gesto que hizo que mi lobo interior se calmara por completo.
—Emma —dije, mirándola fijamente, mi voz baja y cargada de intención—, si yo hubiera sido él, no te habría dejado salir de la cama durante esos dos años.
Sus ojos se abrieron un poco, y un rubor profundo se extendió por sus mejillas. Era hermosa, absolutamente hermosa cuando estaba así, confundida entre la vergüenza y algo más... algo que yo podía sentir como una corriente eléctrica en el aire.
Ella desvió la mirada, pero no antes de que notara cómo sus labios se entreabrían ligeramente, y cómo su respiración se volvía más pesada. No pude evitar sonreír al verla así. Mi lobo interior rugía de satisfacción al ver su reacción.
—¿Qué pasa, Emma? —pregunté, inclinándome un poco más hacia ella—. ¿Por qué te sonrojaste?
—No estoy... no estoy sonrojada —dijo rápidamente, aunque su voz traicionó su nerviosismo.
Me reí suavemente, un sonido bajo y gutural que hizo que ella me mirara con una mezcla de desafío y algo que no podía ocultar.
Sabía exactamente lo que estaba pasando, y no tenía intención de dejarlo pasar desapercibido.
—Puedo olerlo, ¿sabes? —murmuré, mi voz apenas un susurro mientras me inclinaba más cerca de su oído—. Puedo oler tus fluidos, Emma... saliendo en cascada.
El rubor en sus mejillas se intensificó, y sus ojos se agrandaron, como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar. Su respiración se aceleró, y eso solo alimentó mi deseo.
—Andrew... —empezó, pero no le di tiempo de decir nada más.
Comencé a dejar besos suaves en su rostro, desde su frente hasta sus mejillas, bajando hacia la línea de su mandíbula. Sentí cómo se tensaba ligeramente debajo de mí, pero no era rechazo, no. Era expectación, el tipo de tensión que decía que estaba disfrutando cada segundo de esto.
—Eres tan hermosa, Emma —susurré contra su piel, dejando un rastro de besos que la hicieron estremecerse.
Mientras hablaba, me moví lentamente, montándome encima de ella con cuidado, asegurándome de no aplastarla, pero dejando claro que no tenía intención de alejarme. Mis manos encontraron su cintura, y la sentí temblar bajo mi toque.
—Andrew, ¿qué estás haciendo? —preguntó, su voz apenas un susurro.
Levanté la cabeza para mirarla a los ojos. Había una mezcla de confusión, deseo y algo más... algo que me decía que estaba a punto de cruzar una línea que no podría deshacer.
—Lo que debería haber hecho hace mucho tiempo —respondí, mi voz cargada de sinceridad y algo de la intensidad que no podía contener.
Ella me miró, y por un momento, pensé que iba a detenerme. Pero entonces, sus manos se movieron hacia mis hombros, agarrándome como si buscara un ancla. Su respiración era rápida y superficial, y su mirada estaba fija en la mía, como si estuviera tratando de entender lo que estaba pasando entre nosotros.
—Dime que te detenga si no quieres esto, Emma —le dije, mi voz más suave ahora, aunque la tensión en mi cuerpo era casi insoportable.
Ella no dijo nada al principio, solo me miró con esos ojos grandes y llenos de emociones que no podía descifrar del todo. Pero entonces, asintió ligeramente, sus labios entreabiertos mientras dejaba escapar un suave suspiro.
Eso fue todo lo que necesitaba. Mi lobo interior rugió de satisfacción, pero me forcé a mantenerme bajo control. Esto no era solo deseo; era algo más profundo, algo que sabía que solo podía encontrar con ella.
Me incliné de nuevo, mis labios encontrando los suyos en un beso suave pero lleno de promesas. Mientras nuestras respiraciones se mezclaban, supe que este momento no era el final de nuestra conversación, sino el comienzo de algo mucho más grande. Algo que estaba decidido a explorar con ella, paso a paso.
–No puedo soportar pensar en ti con otro hombre. Ni siquiera quiero que esas ideas crucen por tu mente. –Inclinándome, gentilmente pasé mis dientes por su cuello, sintiendo su pulso en mi lengua. –Soy egoísta Emma.
–Oh, eso se siente bien. Y no te preocupes. Eres el único hombre en mi vida actualmente.
No puedo evitar sonreír contra su piel. –Entonces admites que estamos juntos?
–Pues si. –sonrie y me muevo entre sus muslos un poco más, presionando algo de mi peso sobre ella. Mi polla dura se frota contra su calor, y un escalofrío recorre mi espina dorsal.
–¿Me vas a dar un orgasmo ahora?
Cierro los ojos, pensando en lo mucho que quiero hundirme en ella, pero aprieto la mandíbula y mantengo mi control. Aún no. Solo algunas caricias, y eso es todo por ahora. Tengo que mantener la cabeza en línea recta, y sé que una vez que entre a ella, no habrá nada que me detenga.
La forma en que Emma se movía debajo de mí era suficiente para volverme loco. Pero mientras dejaba besos suaves por su rostro y la observaba, supe que no podía permitir que esto cruzara la línea... al menos no hoy.
Respiré hondo y me aparté ligeramente, manteniendo mis manos en su cintura, pero creando algo de espacio entre nosotros.
Ella me miró con el ceño fruncido, claramente confundida.
—Emma —dije con una voz más firme de lo que esperaba—, no vamos a tener sexo.
Su reacción fue inmediata y casi adorable. Su ceño se frunció más, y sus labios se arquearon hacia abajo en un puchero genuino.
Podría jurar que estaba a punto de protestar, pero en lugar de palabras, solo salió un suave resoplido que me hizo sonreír.
—¿En serio? —preguntó finalmente, su tono mezcla de incredulidad y algo que sonaba casi como decepción.
—En serio —respondí, mi voz más suave esta vez, mientras mi mano subía hasta su mejilla, acariciándola con el pulgar—. No quiero apresurarnos. Quiero que esto sea... especial.
El puchero persistió, y mis ojos se enfocaron en sus labios entreabiertos, que parecían estar rogando por más.
Por un segundo, pensé que me estaba castigando intencionalmente con esa expresión.
—No es justo —murmuró, cruzando los brazos sobre su pecho, como si fuera una niña a la que le habían negado su postre favorito.
La risa profunda que salió de mi pecho fue inevitable. Mi lobo gruñó con una mezcla de diversión y deseo mientras la observaba. Era la cosa más linda y tentadora que había visto en mi vida.
—Emma... ese puchero va a ser mi perdición
Ya veo venir el giro que tomara la trama
Digo, no es normal que ella como humana pueda sentir el aroma de Andrew, se supone que es entre especies.
Es eso o tiene muy buen olfato mi chica Emma 😂😂😅
Necesito mi dosis diaria de Andrew