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El Alfa Y Su Presa

El Alfa Y Su Presa

Status: En proceso
Genre:Hombre lobo / Romance oscuro
Popularitas:4.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Marta Garcia

Una luna perdida. Un alfa maldito. Una marca que arde más fuerte que la sangre.

Cuando el reino de Nyra Veyra cae ante la brutal invasión de los clanes lobo, ella se convierte en botín de guerra. Sin títulos, atrapada en un templo de piedra, solo le queda su cuerpo… y un fuego desconocido que empieza a despertar bajo su piel.

Pero hay algo que ni ella ni su captor esperaban:una Marca antigua arde en su vientre. Una conexión salvaje la une a Varkhan, el alfa más temido del norte.
Y él está dispuesto a reclamar lo que el destino le ha entregado. Con placer. Con sangre. Con colmillo.


Entre rituales, deseo y magia dormida, El Alfa y su Presa es una novela de romance oscuro, brujería ancestral y erotismo salvaje, donde el mayor enemigo no siempre es el que te encierra… sino el que arde dentro de ti.

NovelToon tiene autorización de Marta Garcia para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 23 – La tregua del fuego

La nieve había cesado. No del todo, pero lo justo para permitir que el cielo se abriera en jirones grises sobre las montañas. La cabaña donde se refugiaban crujía con cada cambio del viento, como si protestara por albergar tanto poder, tanta historia quebrada.

Varkhan había encendido el fuego antes del amanecer. Desde entonces no se había movido. Sentado junto al hogar, envuelto en su abrigo de piel oscura, observaba cómo las llamas bailaban, cómo proyectaban sombras irregulares sobre las paredes de madera.

Nyra dormía en la otra estancia, envuelta en mantas. Al menos en apariencia. La sentía despierta desde hacía rato. Su respiración era demasiado contenida. Demasiado atenta. Como si el sueño le pesara, como si sus recuerdos siguieran habitándola incluso con los ojos cerrados.

Mairen apareció a media mañana, con la túnica manchada de barro seco y el rostro aún pálido por lo que había ocurrido en el templo.

—Siento lo ocurrido, yo... — comenzó Mairen

—No tienes que disculparte, sé que eres leal — dijo Varkhan.

—Debes hablar con ella —dijo—. Antes de que los clanes lleguen. Antes de que el mundo la reclame otra vez.

Varkhan la miró de reojo, sin responder. Tenía el ceño fruncido, como si cada músculo de su cuerpo se negara a dejarla sola una vez más.

Mairen suspiró y se sentó frente a él.

—Cassian no solo quiere su poder —murmuró—. Lo que desea es venganza. Contra Elaria. Y contra todo lo que ella representó para su padre.

El lobo alzó la vista, lento.

—¿Su padre?

—Hace muchos años, Elaria fue amante del hombre más temido del Valle de Nareth: el general Altheon. Un monstruo en piel humana. Ella logró lo impensable: doblegarlo sin una espada. Lo sedujo, lo utilizó, lo destruyó desde dentro. Y desapareció antes de que pudiera reclamarla. Cassian es hijo de ese hombre que después se casó a la fuerza con la madre de Nyra, por eso ellos son hermanastros. Ese hombre ya buscaba a Elaria en Nyra, la hechicera que mantenía en palacio, bajo tortura, confesó que Elaria renació en Nyra.

Varkhan asintió, despacio. No dijo nada. Solo volvió a mirar el fuego. Como si todo encajara de repente.

—Él no quiere solo a Nyra —añadió Mairen—. Quiere humillarla. Hacer que pague por lo que Elaria hizo. Quiere borrar su voluntad. Convertirla en algo obediente, servil. Y si no puede… la destruirá.

El silencio cayó entre ellos.

—No lo conseguirá —dijo Varkhan por fin, y su voz fue como la roca misma—. No mientras yo respire.

Esa noche, Nyra se levantó sin hacer ruido.

Se envolvió en una capa ligera y cruzó la estancia hasta el hogar. Varkhan no dormía, como siempre. Estaba sentado con los codos apoyados en las rodillas, mirando las brasas con una expresión extrañamente tranquila.

Ella no dijo nada. Solo se sentó junto a él, cerca. Muy cerca.

El calor de la lumbre les coloreaba el rostro. Afuera, el mundo seguía gélido. Pero dentro… había fuego. Uno que aún no se apagaba.

—He recordado más cosas —murmuró Nyra.

Varkhan la miró. Sus ojos eran carbón al rojo vivo.

—¿Duelen?

Ella asintió.

—Sí. Pero también me devuelven algo que creía perdido. No sé si soy Elaria. No del todo. Pero hay cosas en mí… que no son nuevas. El modo en que miro el mundo. Cómo deseo. Cómo temo. Cómo ardo. Todo eso siempre estuvo ahí.

Varkhan no habló. Solo la observó. Sus ojos la recorrían como si cada palabra fuera una herida visible.

—Y tú —susurró ella—. Tú siempre estuviste ahí. Incluso cuando te olvidé.

Varkhan levantó una mano. Con la yema del dedo le apartó un mechón de cabello de la mejilla.

—Yo no te he olvidado jamás.

La besó.

Al principio fue apenas un roce. Como si temiera que ella volviera a temblar, a retraerse. Pero Nyra no se apartó. Al contrario. Se acercó más, tomándolo del rostro, sintiendo su calor, su fuerza. El beso se volvió más profundo, más urgente. Ella se acomodó sobre sus piernas sin dejar de besarlo, con los muslos firmes a ambos lados de su cintura. La manta cayó al suelo sin que ninguno lo notara.

Él gruñó al sentirla tan cerca. Pero no fue un gruñido de advertencia. Era hambre. Un hambre contenida por demasiados días, por demasiado dolor.

—¿Estás segura? —susurró él, con la frente apoyada en la suya.

—Lo estoy —dijo Nyra—. No quiero recordar a Cassian cuando pienso en mi cuerpo. Quiero recordarte a ti. Quiero que mi cuerpo me recuerde que es mío. Que tú… eres mío.

Él cerró los ojos. Exhaló lento.

Y entonces la levantó en brazos.

La llevó hasta la manta extendida junto al fuego y la tumbó con una delicadeza feroz. Sus manos la desnudaron sin prisa, pero sin vacilar. Cada centímetro de piel que descubría era acariciado, besado, reverenciado. Ella hizo lo mismo. Tocarlo era como tocar la noche: una noche viva, ardiente, salvaje.

Sus cuerpos se entrelazaron como raíces buscando calor en la tierra.

Nyra gimió su nombre cuando él la llenó. Y él la pronunció como un juramento. Se movieron lento al principio, como si bailaran una danza antigua. Luego más rápido, más profundo, como si quisieran borrarse las cicatrices mutuamente. El fuego crepitaba junto a ellos, lanzando destellos sobre su piel sudada, sobre los jadeos entrecortados, sobre las uñas clavadas en la espalda.

Cuando llegaron juntos al clímax, fue como una tormenta contenida que al fin estallaba.

Un eco de lo que fueron. Un presagio de lo que serían.

Después, ella se acurrucó contra su pecho, aún desnuda, y escuchó el latido de su corazón.

—¿Crees que nos dejarán vivir esto alguna vez? —murmuró.

—No me importa si no lo hacen —respondió Varkhan, con los labios en su frente—. Lo viviremos igual. Aunque sea entre las ruinas.

Al amanecer, Mairen los reunió.

—Han empezado a llegar —dijo—. Los clanes del este. Los del norte también vienen. Quieren verla. Quieren saber si es verdad.

Nyra se irguió con la espalda recta. Aún tenía marcas en la piel de la noche anterior. Pero su mirada no era la de una víctima. Ni siquiera la de una luna.

Era la mirada de alguien que sabía quién era.

—Entonces que vengan —dijo.

Y el fuego volvió a prenderse en sus pupilas.

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Irma Ruelas
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Irma Ruelas
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Irma Ruelas
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Irma Ruelas
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Irma Ruelas
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Irma Ruelas
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Irma Ruelas
c😍🤩🥰🥰❤️❤️🌹🌹
Francisca Perez
excelente gracias 👌
Grace Cornejo
genial
Tae Kook
Quiero saber qué pasa después!
Mara Crimson: Sigue leyendo!! =)
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Fathi Raihan
Siento como si conociera a los personajes
Mara Crimson: Me alegro que sientas que los conoces, espero que te guste la historia y su evolución!
total 1 replies
Princesa Khun Ria
Me encantó cada detalle en el cap, sigue así y tendrás una lectora fiel ❤️
Mara Crimson: Gracias! Espero que te siga gustando =)
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