Pasiones Prohibidas

Damian.

Junto a Zaidymar sentía una calma, una paz que necesitaba en mi vida, cuando entré al baño se veía el disgusto en su rostro, pero no quería que su primera vez fuera de esta manera, quite la máscara lave mi rostro y respire profundo, no sabía que estaba haciendo, esa mujer es un peligro para mis emociones, luego de secar mi rostro volví a colocar la máscara.

Cuando salí del baño estaba sentada en la cama, se le veía más relajada, camine directo a la cama y en la mesa de noche saque una flor de pasiflora, que había enviado a traer antes de llegar aquí.

Me acomode en la cama, la tomé del brazo y la jale suavemente para que se acostara, con la flor empecé a acariciar su rostro tocandola con los pétalos de la flor, y le decía las palabras que sentía que salían de mi corazón en ese momento.

La acerque a mi, y en el momento que estaba a punto de besarla la puerta empezó a sonar y unos disparos se sintieron, me levanté de la cama y saqué el arma que tenía debajo de la almohada.

—¡Señor soy yo!!!, entró Gael con una capucha negra, —Nos han hecho una emboscada, ya los demás fueron informados, decía entrando en la habitación.

Fui corriendo al armario me coloque un buzo negro y saque uno para zaidymar, la cual se encontraba en una esquina sin moverse —Colócate esto, dije tirando el buzo, ella lo tomó y empezó a vestirse, le tapaba más de lo que tenía puesto anteriormente.

—Yo me hago cargo de sacar a la Señorita de aquí, usted encarguese de salir con vida, dijo Gael acercándose a Zaidymar.

—Vamos señorita, no se me despegue, dijo Gael tomándola del brazo para salir por el lado de atrás de la cocina.

—¿Y tu? Preguntó ella antes de salir, en su rostro había preocupacion, pero no por ella, si no por mi.

—Yo estaré bien, confía en él.

Se soltó de Gael corrió a mi lado me dio un beso y volvió con él, desapareciendo del lugar, es una mujer fabulosa, no había gota de lágrimas en sus ojos, sin embargo se encontraba nerviosa.

Andres me llamó que estaba en la salida, dije que él atacara por allá y yo desde aquí.

Saque del clóset una mini uzi con varios cargadores, y empecé a salir y a disparar, matamos varios hombres y otros más fueron capturados vivos, algunos de nuestros hombres quedaron heridos y dos muertos.

Andres ya tenia todo controlado cuando salí a la entrada, —Sé está desesperando, te mando a atacar, comentó Andres.

—Pronto lo arreglaremos, dije moviendo con mi pie uno de los cuerpos tirados alce mi arma y dispare en su cabeza.

—¿Estabas con Zaidymar?

—Si, Gael la saco, dije, como, odio que me conozca tan bien.

—Estará bien entonces, ese viejo es mejor que todos nosotros juntos, vamos a interrogar a los valientes, que se atrevieron a realizar esta emboscada, decía mientras guardaba su arma en la pletina del pantalón.

En el camino a la bodega llame a Gael a preguntar por ellos, dijo que salió bien un solo contratiempo, pero nada que él no pudiera solucionar, ya Zaidymar se encontraba bien en su casa.

Llegamos a la bodega donde habían dos capturados, solo fuimos Andrés, y dos hombres más, no quería mucho personal a nuestro lado en esos momentos.

Uno de los hombres se mantuvo firme a su jefe guardando silencio hasta su muerte, sin embargo el otro no fue tan valiente y empezó a cantar toda la tabla de multiplicar junta, haciendo que los días del traidor que encontré se acortaran cada día más.

Duramos horas sacando la información.

—Lastima, por el miserable hombre, ya que nuestra ética profesional no nos deja dejarlo vivo, dijo Andrés mientras soltaba un disparo entre las cejas del hombre.

Los días que pasaron mantuvimos moviendo las fichas del ajedrez que empezamos a jugar, fue informada en la organización, que Andrés tendría una presentación pública, en estos días.

Preguntaron si yo iría, dije que no, no pensaba presentarme al público, fue mi respuesta, para despistar a mis peones.

Dejamos todo arreglado y el día de la presentación llegó, Andrés se presentó muy elegante, y profesional; Zaidimar fue la encargada del evento, e hizo un gran recibimiento y el una excelente presentación, yo observaba a la distancia, desde donde estaba sentado.

Andrés se colocó de pies, el momento de la verdad había llegado, dijo que él era un buen empresario, pero todo se lo debía a su jefe, amigo y cómplice “Damian Dufort” que le había cumplido el honor de venir el día de hoy a presentarse junto a él.

En el momento que dijo esas palabras, la sala enloqueció, los periodistas no sabían dónde mirar, buscándome, yo me encontraba sentado en una de las sillas de los invitados, me levanté de la silla y empecé a caminar, los periodistas me enfocaron, y los flash no se hicieron esperar, no estaba lejos de la tarima, me había sentado en la primera fila, subí le di la mano a Andrés y un abrazo, el rostro de Zaidymar y su amiga Marbel era un poema, Marbel quedó con sus ojos muy abiertos y Zaidymar me miraba no creyéndolo, extendí mi mano hacia ella.

—Mucho gusto señorita Ortiz, Damian Dufort, dife en el momento que mi mano quedó extendida hasta donde ella.

Alzó su mano aceptando mi saludo, mi sonrisa interior estaba que salía, era un poema su rostro de asombro, sus manos sudaban. —Sé encuentra bien señorita dije, sin soltar sus manos que sudaban de los nervios, quisiera estar en su mente en estos momentos, debido a que bajo su vista a mi pantalón y recordé lo que su amiga dijo de mi miembro.

—Si, dijo nerviosa y soltó mi mano. —Es un placer conocerlo, no pensé que fuera tan joven, dijo en voz baja.

—¡Y tan guapo! soltó su amiga extendiendo su mano. —Mucho gusto señor Dufort, Marbel Fiore, dijo con una sonrisa en su rostro, es una descarada, esta disfrutando el momento.

—Mucho gusto señorita Fiore, la salude y tome asiento.

Zaidimar respiro y empezó la entrevista muy profesional, yo respondí a cada pregunta de las dos, todo fue rápido, sin tantos rellenos ni pérdida de tiempo, cosa que agradezco.

Los periodistas pidieron unas palabras, le dimos veinte minutos para responder sus preguntas, la más común era por qué un hombre tan joven como yo había logrado ser el empresario más importante y por qué no me había mostrado al público.

—Con disciplina, respeto y responsabilidad, dije haciendo señas a mis guardaespaldas que se encontraban cerca.

Sabia que ya estaban investigando y mañana todo el país sabrá quien soy.

Los guardias me dirigieron a la cafetería de la universidad y ahí se encontraba Zaidymar con su amiga.

Llegue a la mesa y me senté, su amiga era un poco más abierta ,sin embargo ella era clara y consisa pero con una timidez notoria.

—Gracias por concederme unos minutos, dijo, sacando un Block de notas, junto al libro que vi que abrazaba constantemente en el apartamento.

Hizo unas preguntas del libro, le respondí sin ningún problema, ella anotaba rápidamente todo lo que yo decía, se veía tan tierna y sumisa, como no gustarme esta condenada mujer.

—¿Están casados? pregunta Marbel de la nada.

—¡Para nada señorita!, somos solteros, respondió picaron Andrés.

—Así es señorita, como dijo mi amigo, somos solteros, nos hemos enfocado en nuestras carreras profesionales, y en mi vida en especial no ha llegado la mujer indicada, dije mirando a Zaidymar.

—”¡Hijo!” escuche a un lado.

Mire y ahí estaba mi madre pulcra y arreglada como hace muchos años no la veía, me levanté de la silla y caminé a su dirección, con tantas cosas no había ido a hablar con ella.

—¿Qué haces aquí? Ven y siéntate, dije mientras que Andrés busco una silla y la puso al lado de Zaidymar.

Mi madre se sentó y acariciaba sus manos, no se que se le pasó por la cabeza para estar en este lugar.

— ¿Sé encuentra bien, señora? Preguntó Zaidimar llamando la atención de todos y la tomó por sus manos.

—Si, lo estoy, dijo y dio una corta sonrisa miró a Zaidymar y luego me miró.

—¡Madre!!! Esclame

—”¡Lo haré por ti, si puedo, lo voy a lograr!”, se escuchó un ruido y se asustó apretando las manos de Zaidimar.

—No estás lista Madre, es mejor que salgas de aquí, dije intentando ponerme de pies.

—Si lo estoy, si puedo, tu me vas a proteger, yo confío en ti, dijo alzando un poco la voz; sin embargo, no dejaba de temblar.

—Yo también la protegeré con mi vida señora Lucía, dijo Andres acariciando las mejillas de mi madre.

—Lo sé mi niño, sé que lo harás, ¿qué puedo temer teniendo a los dos hombres más guapos de la ciudad a mi lado? exclamó intentando relajarse.

Zaidymar la observaba en silencio y me miró, dio una sonrisa y negó con su cabeza, ¿qué le pasa? Pareciera que ya hubiera leído la mente de todos ¿ o acaso así fue?.