NovelToon NovelToon
Cuando Era Joven, Me Convertí En Millonario

Cuando Era Joven, Me Convertí En Millonario

Status: En proceso
Genre:Romance / Comedia / CEO
Popularitas:315
Nilai: 5
nombre de autor: Cristián perez

Me hice millonario invirtiendo en Bitcoin mientras aún estudiaba, y ahora solo quiero una cosa: una vida tranquila... pero la vida rara vez sale como la planeo.

NovelToon tiene autorización de Cristián perez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 10. Es hora de decir adiós

Adrián Foster observaba con atención la forma en que Helen cuidaba de Richard Collins. Cada gesto suyo estaba impregnado de ternura: el modo en que le acomodaba la chaqueta, la manera en que le sostenía el brazo mientras caminaban, incluso el cariño escondido en su voz cuando lo llamaba “Rick”. Era evidente que había un vínculo profundo entre ellos, algo que el dinero no podía comprar.

Por un instante, Adrián se permitió una reflexión íntima: gastar decenas de millones para salvar la estabilidad de una familia podía parecer una locura para muchos, pero para él era una satisfacción. Había un viejo dicho que su padre solía repetir: “Es mejor sacrificar una fortuna que romper un hogar”. Y en ese momento, comprendió el verdadero sentido de esas palabras.

Un leve aire de soledad lo golpeó al ver a la pareja tan compenetrada. La sacudió con un movimiento de cabeza, como queriendo expulsar la idea de su mente. Él no estaba solo. Tenía a Emily Carter, y ella empezaba a significar mucho más de lo que esperaba.

La noche en Nueva York era sofocante. El verano se había instalado con toda su crudeza: incluso después de la puesta del sol, el calor se pegaba al cuerpo como una segunda piel. Gotas de sudor le corrían por la frente mientras trotaba por Riverside Hills, su zona residencial. Intentó refrescarse pasando la lengua por los labios, pero lo único que sintió fue un sabor salado y metálico.

Lo que más lo incomodaba no era el calor, sino la ausencia de brisa. El aire estaba cargado, pesado, como si un trueno aguardara a estallar en cualquier momento. Las nubes se acumulaban en lo alto, negras y amenazantes, y el cielo parecía estar a punto de desplomarse sobre la ciudad.

Decidió cortar el entrenamiento y volver a casa. Apenas entró en el lobby del edificio, se cruzó con la señora Patterson, una de las vecinas más longevas del vecindario.

—¿Volviste de correr, jovencito? —preguntó la anciana, de unos ochenta años, con el cabello completamente plateado recogido en un moño. Su dentadura postiza no disimulaba las arrugas que surcaban su rostro, pero en sus ojos brillaba una vitalidad sorprendente.

Adrián sonrió educadamente, aunque en su interior solo quería esquivar la conversación. Sabía que los ancianos del lugar eran expertos en atrapar a cualquiera con interminables charlas.

—Sí, señora Patterson. Debería volver adentro, parece que va a llover fuerte.

La anciana levantó la vista hacia el cielo oscuro y suspiró.

—Va a llover... y mi hija se casa.

Adrián se quedó helado, parpadeando sin comprender.

—¿Perdón? —preguntó, desconcertado.

Ella lo miró con picardía.

—Lo que quiero decir es que la vida pasa rápido. ¿Tienes novia, Adrián?

Él soltó una pequeña carcajada nerviosa.

—Sí, señora, tengo a alguien especial.

Con esas palabras intentó cerrar la conversación, pero la mirada insistente de la anciana le recordó por qué había aprendido a evitar a los vecinos demasiado curiosos.

Subió a su apartamento justo cuando el cielo explotó. Un trueno retumbó con tal fuerza que pareció sacudir los ventanales. Un relámpago iluminó Manhattan como si fuera de día, y de inmediato la lluvia cayó con violencia. Las gotas golpeaban los ventanales como si quisieran atravesarlos.

A Adrián no le importó. Siempre había amado las tormentas. Para él, eran un espectáculo natural que limpiaba el aire y, de algún modo, el alma. Se dio una ducha caliente, dejando que el agua corriera por sus músculos tensos hasta relajar cada fibra de su cuerpo. Al salir, decidió prepararse algo simple para cenar: alitas de pollo al horno, un salteado de carne con vegetales y una sopa ligera de tomate.

La comida estaba deliciosa, pero al sentarse a la mesa sintió que faltaba algo.

—Exacto... —murmuró, levantándose.

Abrió su cava privada y sacó una botella de vino tinto francés. La descorchó, sirvió una copa y brindó consigo mismo.

—Por los nuevos comienzos —susurró.

La cena se prolongó más de media hora. Después de limpiar la mesa, se acomodó en el estudio, encendió las luces LED y puso en marcha la cámara. Era hora de abrir su última transmisión en directo en Twitch.

En cuanto apareció en pantalla, el chat se llenó de mensajes:

[¡Hey, pensábamos que estabas arrestado!]

[¿O será que estabas ocupado “ligando” en la Quinta Avenida? 😂]

[Se te extrañaba, bro.]

Adrián sonrió, acostumbrado al tono burlón de sus seguidores. Sabía que lo querían, aunque lo demostraran a su manera.

—Chicos, hoy no vengo a jugar ni a pasar el rato como siempre. Esta transmisión es distinta. Vine a despedirme de ustedes.

El chat explotó en una mezcla de memes y emojis, algunos tristes, otros de burla.

[¿Despedirte? No me jodas.]

[LOL, ¿otro streamer que dice que se retira y mañana vuelve?]

[No te creo nada, Adrián.]

Él levantó una mano, pidiendo silencio virtual.

—No es broma. He tomado una decisión. Compré una empresa hace unos días y me convertí oficialmente en su director. Ya no tengo tiempo para hacer directos todas las noches. Además, conocí a alguien... y quiero poner toda mi energía en conquistarla.

El chat se detuvo por un segundo.

[¿¡COMPRÓ UNA EMPRESA!?]

[¿Qué clase de millonario juega con nosotros en línea?]

[Hermano, ¿eres de verdad rico? Y nosotros creyendo que eras uno más del montón...]

Adrián se recostó en la silla, dejando escapar una risa.

—Sé que muchos piensan que estoy inventando, pero créanme: soy joven, soy rico y tengo la vida por delante. Ustedes han sido una parte increíble de mi camino, pero ahora es tiempo de despedirme.

Hizo una pausa, miró directo a la cámara y añadió:

—Para agradecerles todo, voy a dejar un regalo. En la pantalla tienen un sorteo de doscientos mil dólares. No quiero que se lo gasten en skins o en estupideces virtuales. Úsenlo para algo real: viajen, inviertan, encuentren algo que los haga felices.

El chat estalló con incredulidad, insultos amistosos y lágrimas digitales.

Adrián los observó con una mezcla de orgullo y nostalgia. Sabía que esa etapa de su vida estaba terminando. Y aunque le costaba cerrar esa puerta, había aprendido que para seguir creciendo debía dejar atrás ciertas cosas.

Al apagar la cámara, se quedó en silencio, escuchando la tormenta afuera. El rugido de los truenos parecía marcar el fin de un ciclo y el inicio de otro.

—Es hora de decir adiós... —murmuró, con una media sonrisa.

1
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play