UN AMOR DE VERDAD

Cuando Anya regresa a la mansión ve que Leonardo ya no está en la sala, entonces se dispone a preparar el desayuno. El personal del servicio está en la mesa que les corresponde tomando también su desayuno a cierta distancia.

Ninguno se ofrece a ayudarla, pues ya saben que a ella le gusta preparar sola sus comidas. Cuando todo está listo, Anya se asoma a la escalera y con un suave grito llama a Leonardo para que baje.

Después de unos minutos, él baja ya duchado, lleva un Jean y una franela negra.

—Buenos días cariño. Acerca su rostro a ella y le da un cariñoso beso. —Me desperté y no te vi. ¿Saliste a trotar?

—Sí, y ahora muero de hambre. Ya está listo el desayuno. Ven, ayúdame a poner los platos sobre la mesa.

Leonardo obedece gustosamente y lleva todo a la mesa.

Mientras toma su café, Leonardo la mira sonriente. —Anoche me dejaste solo viendo la película, pero me encantó la forma como dormimos. ¿Y a ti?

—Eeeste, pues, la verdad es que ni me di cuenta. Anoche estaba tan cansada, y luego el vino, así que sin querer me quedé dormida al lado tuyo en el diván, no fue sino hasta esta mañana que noté que no estaba en mi cama. Disculpa si te incomodé por favor.

—No me incomodaste en absoluto cariño. Al contrario, me sentí muy bien. —Es la primera noche que dormimos juntos, le dijo bajito para que nadie escuchara. —Lo podríamos hacer más seguido, ya viste que no muerdo.

Anya le restó importancia a su comentario, aunque no dejó de sentir que esas palabras la ponían muy nerviosa. Cada vez que él hacía ese tipo de comentarios sentía cierto cosquilleo en su cuerpo, pero por supuesto que no le iba a dar el gusto de que se le notara.

—Es cierto que “dormimos” juntos por primera vez, pero es mejor que no te acostumbres cariño, dijo Anya —También se lo dijo bajito mirándolo fríamente a los ojos.

—No me dirás que te disgustó amanecer entre mis brazos. Te veías muy cómoda, tierna y dulce. Hasta sonreías de vez en cuando, seguramente soñabas conmigo. ¿No es así?

—Ya quisieras tú que yo soñara contigo, pero no, no es así. Normalmente no tengo esa clase de pesadillas, “cariño”.

Diciendo eso, Anya se levantó de la mesa y empezó a recoger los platos. —¡Ven, hoy te toca fregar a ti!

Frustrado porque una vez más Anya no cae ante sus provocaciones, recoge los platos y los lleva a la cocina. Anya lo espera con una amplia sonrisa y le pone un delantal. Él solo se ríe resignado. Luego ella toma su celular y le toma una foto. —¡Sonríe!

Cuando han dejado todo limpio, Leonardo se quita el delantal, la toma de la mano para ir al despacho, pero en ese momento recibe un mensaje. Ve el celular y se da cuenta que es Margaret.

—Dame un momento, respondo este mensaje. Leonardo sale de la mansión y llama a Margaret.

—Margaret dime…

—Amor, me siento muy mal. Sé que prometí no darte fastidio mientras dure tu falso matrimonio, pero es muy duro Leonardo. No soporto la vida sin ti.

—Son casi cuatro años que hemos estado juntos, te he pasado por alto tantas infidelidades porque siempre regresabas a mi, pero esta vez te veo diferente.

—Ni me llamas, no te importo. Leonardo te amo…. No te habrás enamorado de esa esposa falsa ¿verdad?

—Margaret, quédate tranquila. Te llamo luego.

—¡No, no me quedo tranquila! Si no vienes ahorita mismo hago cualquier estupidez. Tú decides.

—Aló, aló Margaret… Margaret...

Muy preocupado, Leonardo regresa a la sala donde está Anya conversando con las mujeres del servicio. —Cariño, debo salir. A mi regreso hablaremos de nuestra luna de miel. Le da un beso y va en busca de su auto.

Leonardo ya viene de retorno a casa. Margaret comienza a ser un gran problema. Lo amenazó con suicidarse, con ir a hablar con Anya. Él tuvo que prometerle muchas cosas tranquilizarla, pero no está muy seguro de poder cumplir con su palabra.

Ella es hermosa y lo ha complacido en todo, pero desde que conoció a Anya no siente por ella el mismo interés que en el pasado. ¿Cómo lidiar con eso? No tiene la más mínima idea.

Llega a la mansión e intenta dejar de lado esa preocupación. Por primera vez en mucho tiempo lo hace de prisa, quiere ya estar en su hogar donde está su hermosa diosa esperándolo.

Cuando llegó no vio a Anya en la sala, ni en la cocina. Pensó que estaba dormida así que fue a su habitación para bañarse y cambiarse. En eso escuchó una hermosa melodía..

—¡Ay caray! ¿Y esa música? Debe ser Anya, pero. ¿Qué está haciendo? —Comenzó a seguir el sonido y así llegó hasta su gimnasio en la parte posterior donde solía practicar boxeo.

Es una amplio salón y lo que vió lo dejó sin habla. Anya estaba bailando absorta en esa pieza musical. Lo hacía con los ojos cerrados, de modo que no se dio cuenta de su presencia.

Leonardo se le quedó viendo, sintiendo una serie de cosas desconocidas para él, pero muy gratas. Era muy bello lo que estaba presenciando.

Anya tiene un cuerpo muy bien trabajado, es sensual. Imposible evitar pensamientos impuros viéndola girar y saltar. Después de mirarla por unos minutos se le acercó hasta que ella sintió su presencia.

—¡Ohhhh! Me asustaste. Ella casi cae, entonces él la toma por la cintura y la sujeta contra su pecho. Se queda inmóvil, mira sus labios y siente unos deseos locos de besarla.

—¿Hace mucho que llegaste? Estaba practicando un rato, es un hobby que me gusta mucho —dijo Anya intentando demostrar calma. —Espero que no te enoje que lo haga aquí donde entrenas. Es un lugar amplio y…

Ya no pudo continuar hablando. Sin pedir permiso Leonardo la acerca a su boca y la besó. No era un beso como los que solía dar cuando besaba a otras mujeres, salvaje e impetuoso. Este era dulce y tierno, pero intenso y pasional, como si estuviera muy enamorado.

Anya se quedó inmóvil, pues no esperó que Leonardo hiciera algo como eso, pero su sorpresa solo le duró unos segundos porque su cuerpo y su piel y sus sentidos comenzaron a reaccionar ante ese beso, ese que sentía hasta el alma misma.

Automáticamente sus brazos rodearon ese hermoso cuello y le correspondió con la misma intensidad y fuerza. Todo desapareció a su alrededor. Nada importaba más que sentirse junto a él.

Leonardo se estremeció de la cabeza a los pies al sentirse totalmente correspondido y comenzó la disputa entre su mente y su corazón. Uno le decía: —esto es una tontería, no quiero el amor y el otro le decía es tarde, estas enamorado.

En medio de ese caos interno, se apartó.

—Perdón Anya, es que me pareció ver que una de las mujeres del servicio nos estaba viendo y había que disimular.

Sin saber qué decir Anya respondió muy agitada. —¡ Oh si! Había que fingir. Si, sí, te entiendo…

—Bailas muy lindo, parecía que flotaras en el aire y bueno eesstee me voy a bañar y a cambiarme de ropa. Nos vemos en media hora en mi despacho.

—Sí, esta bien. Yo también iré a bañarme y a cambiarme. Nos vemos al rato. Le sonrió nerviosa y se quedó viendo a Leonardo cómo se alejaba presuroso.

<<¡Dios, yo no puedo enamorarme! Sé que aunque Leonardo es un playboy, dentro de él hay un alma dulce. Lo puedo sentir, pero muchas cosas nos separan. >>

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Por su parte, Leonardo se metió bajo la regadera, pero por más que intentaba evitarlo, venían a su mente las imágenes de Anya bailando. Siente ese calor recorrer su cuerpo y lo siente instalarse en su corazón.

El amor estaba llegando a sus puertas y él se resistía a aceptarlo. —"No, el amor no me interesa. Quizás ella es muy linda, muy dulce, pero tampoco es para tanto".

¿Enamorado yo? Para nada, esas cosas no me interesan, intentaba autoconvencerse de lo inevitable porque ya se había enamorado y con UN AMOR DE VERDAD.

Media hora después estaban allí en el elegante despacho de la mansión. Ninguno se atrevía a hablar, estaban apenados. Solo se miraban y se sonreían.

Reinaba un gran silencio, pero no era uno incómodo, sino muy hermoso donde el amor anunciaba su llegada sin avisar, sin pedir permiso a ninguno de los dos.

Finalmente, fue Leonardo quien habló. —OK preciosa, vamos a hablar de nuestro itinerario para ir a disfrutar de nuestra luna de miel. ¿Hay algún lugar en especifico que te gustaría visitar?

—Leonardo, antes de que hablemos de “nuestra luna de miel” ¿te puedo hacer una pregunta?

—! Sí, por supuesto! Dime…

—Sí nuestro matrimonio es falso, ¿Por qué debemos planear juntos nuestra “luna de miel”? ¿ Qué pretendes con este viaje? Explícamelo bien para que yo lo pueda entender por favor..

Leonardo se levantó de su silla, fue hacia el ventanal y luego arrastró una silla para sentarse frente a ella. —Anya querida, después de una boda lo más natural y lógico de este mundo, es que la feliz pareja quiera estar sola y disfrutar de las mieles del placer.

—¡Es cierto! Nosotros dos no somos una matrimonio de verdad, entonces ¿Por qué irnos de luna de miel? Porque en nuestro caso, solo muy pocas personas saben que nuestro matrimonio en realidad es solo un contrato temporal.

—Tuve que hacerlo así, porque me lo exigieron mis padres tanto en vida como a través de un testamento, para poder acceder a mi herencia o sino lo perdía todo. No tuve elección: o me casaba, o me casaba. Por esa razón busqué una esposa falsa.

— ¿Por qué se debe fingir y ocultar la verdad? —Porque no sería bien visto que yo, el CEO LEONARDO DUPONT, quien dirige varias prestigiosas empresas tanto en este país como en el extranjero, sea señalado como un fraude.

—Todos me señalarían con el dedo acusándome de mentiroso. El chisme se esparciría como gangrena velozmente por todas partes y esto dañaría inexorablemente nuestra credibilidad y nos descalificaría tanto a mi personalmente como a mis empresas, lo cual nos llevaría a la bancarrota.

—Y creo que ni a ti, ni a mi, ni a mis empleados les gustaría eso, ¿verdad?

—!Te entiendo Leonardo! Entonces, te pido un favor con todo el respeto que me mereces. No pretendas en esa “luna de miel” tratarme como si yo fuera tu esposa de verdad.

—Entiende Leonardo que para mi tú eres “mi jefe”, “mi patrón “ no mi "novio", ni mi "marido". Te lo digo así, escuetamente , porque eres un hombre que está acostumbrado a tomar lo que quiere, y eso incluye mujeres.

— Estoy segura, por lo que he escuchado, de que con solo desearlo, puedes obtener lo que quieras de cada una de ellas, pero Leonardo, yo no soy una de ellas, yo soy diferente.

— Mi visión de la vida no es la de correr tras un hombre porque él así lo desea. Nunca me he enamorado de nadie a pesar de haber tenido algunos pretendientes.

—Jamás, antes de este matrimonio falso, me imaginé casada, ni teniendo hijos. Amo a mi familia con todo mi corazón y no quiero vivir separada de ellos.

—No quiero un compromiso formal con un hombre que a la vuelta de la esquina me puede traicionar. Amo mi libertad, mi paz y mi tranquilidad. Además, quiero terminar mis estudios universitarios y quiero sacar adelante la veterinaria que dejó mi padre.

Anya arrastró su silla y quedó aún más cerca de Leonardo. Lo miró con ternura, casi suplicante. Él la escuchaba perplejo. — Perdona Leonardo que sea tan directa. Por favor no te molestes conmjgo. Te tengo un gran aprecio.

—Entiende que estoy solamente tratando de proteger mis sentimientos y mi integridad. Cuando se cumplan los dos años de este contrato, cada uno regresará a su vida y este falso matrimonio habrá terminado.

—Para entonces, nuestra amistad debe salir fortalecida. —No demos pie ahorita para que se creen falsas expectativas con este viaje de luna de miel, porque sino vamos a terminar mal y verdaderamente quiero llevar la fiesta en paz contigo mientras dure este contrato.

—Son dos años que apenas comienzan. Si no aclaramos bien estas cosas desde el principio, habrán muchos malentendidos en el futuro. ¿No lo crees así?