Nick era el típico chico popular, arrogante y seguro de sí mismo, mientras que Rafaela era sencilla y sin pretensiones, un blanco fácil para sus burlas. Una fiesta inesperada crea una conexión improbable entre ellos, pero el orgullo y los temores de Nick hacen que la aleje.
Años después, incapaz de olvidarla, se da cuenta de que Rafaela fue la única capaz de cambiar su corazón. Ahora, Nick está dispuesto a hacer cualquier cosa para encontrarla de nuevo y demostrar que el tiempo no ha borrado lo que siente por ella.
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Capítulo 23
Los días pasaron rápidamente, llegando el tan esperado día de la fiesta anual del Grupo Vasques Tech. Rafaela estaba en su apartamento, el corazón latiéndole más rápido de lo normal mientras se miraba en el espejo ya vestida con la fantasía elegida cuidadosamente para el día, un elegante conjunto inspirado en una diosa griega.
El vestido blanco, fluido y con delicados detalles en dorado, realzaba su silueta de forma sutil y sofisticada. El escote en forma de corazón estaba adornado por una cadena dorada que caía como un collar, conectándose a tiras que moldeaban los hombros y una franja dorada marcaba la cintura.
Para completar el visual, Rafaela usaba una corona de hojas doradas, puesta sobre su cabello que estaba suelto modelado con ondas naturales y juguetonas . Su maquillaje era ligero, destacando los ojos con tonos dorados y delineados en negro, mientras que los labios tenían un tono nude con brillo sutil.
—¿Estará bien? —preguntó, girando de un lado para el otro frente al espejo, tratando de observar cada detalle.
Rafaela estaba nerviosa, y no solo por la fiesta en sí. Saber que Nicolas estaría allí hacía que su corazón se acelerase aún más. Respirando hondo, ajustó la corona una última vez y esbozó una pequeña sonrisa al ver su reflejo.
—Eso es. Ahora solo queda disfrutar… o intentar, por lo menos —dijo, tomando su pequeño bolso dorado para combinar con el look.
Mientras salía del apartamento, Rafaela no podía evitar imaginar cómo sería el momento en que se encontrara con Nicolas esa noche.
Al abrir la puerta y caminar en dirección al elevador, se encontró con Francesca, que acababa de llegar.
—¡Rafaela! ¡Uau! Bambina, ¡estás despampanante! —elogió Francesca, examinando la fantasía de diosa griega con admiración.
—Gracias, Francesca —respondió Rafaela con una sonrisa.
Francesca inclinó la cabeza, como si percibiera algo más allá de la ropa.
—¿Vas a alguna fiesta especial, eh? Pareces más nerviosa de lo normal —preguntó como quien no quiere la cosa.
—Ah… no es nada importante —respondió, pero el leve color en sus mejillas la delataba.
—Hmm, nada importante. ¡Claro! —respondió Francesca con una risita, sabiendo exactamente a dónde iba Rafaela después de haber conversado con su nieto esa mañana—. Bueno, espero que lo disfrutes. Quién sabe, ¿hoy no será tu gran noche?
Las palabras de Francesca resonaron en la mente de Rafaela mientras ambas se despedían antes de que ella entrara en el ascensor. Incluso sin haber dicho nada directamente, era como si su vecina le hubiera leído el pensamiento.
—Quién sabe… —susurró Rafaela para sí misma, preparándose para la noche que prometía ser inolvidable.
Cuando llegó al lugar del evento, el salón, como ya había visto, estaba decorado con elegancia y exquisitez. Rafaela fue recibida por un equipo que entregaba máscaras a los invitados, recibiendo una máscara blanca con ornamentos dorados que complementaban a la perfección su fantasía de diosa griega.
Rafaela, aún un poco nerviosa, decidió ir a los bastidores para verificar que todo estuviera desarrollándose según lo previsto. Allí encontró a Ava, su amiga y mano derecha en la organización del evento, ajustando los últimos detalles con su habitual eficiencia. Ava vestía una fantasía sencilla, al igual que todos los que estaban trabajando, pero irradiaba energía y animación.
—¡Ava! ¿Todo bien por aquí? —preguntó Rafaela, intentando esconder su nerviosismo.
Ava se giró rápidamente, sonriendo al ver a su amiga.
—¡Rafa! ¡Claro que está todo bien! Te dije que yo me encargaba de todo. Ahora, dime, ¿qué haces tú aquí? ¿Ya has visto a Nicolas?
La pregunta tomó a Rafaela por sorpresa, y se ruborizó levemente.
—No, yo todavía no lo… Él debe de estar ocupado —respondió Rafaela, intentando parecer indiferente—. De hecho, solo venía a comprobar que todo estuviera bien por aquí.
Ava arqueó una ceja, divertida por el nerviosismo de su amiga.
—Ah, entiendo. Venías a comprobar... ¡Ya!
Rafaela rio sin gracia, desviando la mirada.
—Solo quería asegurarme de que todo fuera perfecto. Ya sabes cómo me pongo con estos eventos.
Ava cruzó los brazos, balanceando la cabeza con expresión de fingida reprobación.
—Amiga, ¡está todo bajo control! Ya he comprobado las bebidas, la música es increíble, y la decoración está arrancando suspiros a todo el mundo. Has hecho un trabajo increíble, y ahora es el momento de relajarse. Sé que estás nerviosa por lo que pueda pasar entre tú y Nick.
—Está bien —respondió Rafaela, aún un poco dubitativa.
Ava se inclinó ligeramente, mirando a los ojos de su amiga.
—Ve, Rafa. Y cuando te encuentres con Nicolas, disfruta el momento. Sé que querrá hablar contigo, se quedará embobado cuando te vea.
—Está bien, ¡está bien! —respondió Rafaela, intentando disimular el nerviosismo con una sonrisa.
—Estás preciosa, no va a poder apartar los ojos de ti. ¡Ahora ve a divertirte! Cualquier cosa, me llamas —dijo Ava, empujando a Rafaela gentilmente hacia la salida de los bastidores.
Ava acompañó a Rafaela hasta el salón, ajustando rápidamente la máscara de su amiga antes de despedirse.
—Ahora ve y disfruta. Te lo mereces —pidió Ava, sonriendo.
Rafaela respiró hondo, volviendo al salón, lista para afrontar lo que la noche le deparara.
