Catalina Miranda es una joven deslumbrante que persigue con fervor sus sueños, a pesar de las adversidades que la rodean. Su familia no cuenta con grandes recursos económicos ni ocupa un alto estrato social, pero cada día luchan con valentía para salir adelante. Para Catalina, su madre y su hermana menor son el centro de su mundo; sueña con conseguir un buen trabajo que les brinde la vida digna que merecen, convirtiéndolas en verdaderas reinas.
Catalina es una soñadora incansable, siempre dispuesta a extender su mano a quienes la rodean. Sin embargo, su vida da un giro inesperado en una oscura noche. Al escuchar murmullos inquietantes provenientes de las afueras de su hogar, se siente atraída por la multitud de vecinos congregados. Con el corazón en un puño y temiendo lo peor, se acerca lentamente, solo para encontrarse con una escena desgarradora que cambiará su vida para siempre.
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Capítulo XXIII Confesión de amor
Punto de vista de Catalina
Estaba sentada viendo por la ventana y repitiendo en mi mente la manera tan horrible en la que Gabriel me había tratado, estuvo a punto de abusar de mí, además me lastimó físicamente, no puedo ni mover mis brazos, además cuando me lanzo al piso me golpee fuertemente; sin embargo, lo que estaba en mi mente era la imagen de esa mujer tan parecida a mí, ella debió ser la misma mujer a la que se refería el tipo de las caballerizas estaba segura de eso.
Gabriel entró en la habitación nuevamente y me miraba como si quisiera decirme algo, pero no se atrevía. Yo lo ignoré no estasta de humor para seguir discutiendo con él, además ya me había mostrado su verdadera personalidad, así que solo esperaría la primera oportunidad que tuviera para huir lejos de él.
Después de unos segundos volvió a salir de la habitación y desde ese entonces no lo volví a ver, estaba cansada de estar encerrada en esas cuatro paredes, así que decidí salir le gustará o no a Gabriel. En la sala me encontré con Sergio mi guardia de seguridad quien al verme se sorprendió.
"Señora, sabe que no puede salir de su habitación", dijo frunciendo el ceño.
"Hago lo que me dé la gana y nadie tiene que meterse en eso", respondí de mal humor.
"El señor fue claro al decir que usted debería mantenerse en su habitación hasta que él volviera", continuo insistiendo Sergio.
"No me interesa lo que haya dicho el señor, me tiene muy sin cuidado sus órdenes", respondí caminando hacia el jardín.
"Los hombres que estaban cuidando las entradas no fueron tan amables como Sergio, esos sujetos si me detuvieron sin preocuparse por quien era yo.
"Señora por favor vuelva a su habitación", dijo uno de los sujetos.
"¿Quién te crees que eres para hablarse así?, recuerda que sigo siendo la señora de esta casa", respondí con firmeza y sin titubeos.
"Nuestro jefe fue claro en lo que dijo, usted debe mantenerse en la habitación hasta que él vuelva, así que por favor no nos obligue a llevarla a la fuerza", amenazó el sujeto mirándome fijamente a los ojos.
"No te permito que le hables así a la señora, ante todo ella es la dama de la familia y ni tú ni nadie tiene derecho a hablarle así", Sergio intervino muy enérgico, él se estaba enfrentando a ese sujeto que tenía cara de demonio solo por resguardar mi puesto en esa familia de pacotilla.
"¿Qué está pasando aquí?", la voz de Gabriel llamo la atención de todos, por mi parte rodé los ojos al ver que esos tipos se pusieron nerviosos cuando vieron a su jefe.
"Disculpe señor, pero la señora se rehúsa a volver a su habitación", explicó el cara de mono ese.
"¿Ahora soy una prisionera en esta casa o que?", pregunté furiosa.
"Te dije que no salieras de la habitación hasta que yo volviera, no entiendo por qué estás aquí afuera y tratando de salir al jardín", respondió Gabriel con un tono frío.
"No soy tu mxxxxxx prisionera y si quiero puedo andar a mis anchas en esta caja de cristal", manifesté enfrentándome a Gabriel sin miedo alguno.
"Vamos a la habitación en este momento, no voy a discutir mis decisiones contigo ni con nadie", respondió Gabriel tomándome nuevamente del brazo y llevándome a la fuerza a la habitación.
Una vez ahí ya no me pude contener más, "¿ahora si vas a terminar lo que empezaste anoche, ahora si vas a abusar de mí?", grité con todo el odio que sentía en este momento por Gabriel.
"Ya basta Catalina, no sigas buscando lo que no se te ha perdido, no sabes todo lo que tengo que hacer para controlarme".
"Eres un idiota, espero que cuando te des cuenta de tu error se te retuerzan las entrañas y sientas el dolor que estoy sintiendo yo en este momento".
"Ya lo estoy sintiendo, sé que soy un imbécil y te pido perdón por dejarme llevar por los celos, pero debes entender esa mujer es idéntica a ti y no me pude controlar".
"¡Ah, te diste cuenta!", exclame con ironía. "Espero que esto te sirva de lección... aunque sé que loro viejo no aprende a dar la pata".
"No esperes a que te ruegue perdón, sséque me extralimite, pero que podía pensar si esa mujer es idéntica a ti".
"Tranquilo, ya no espero nada de ti. También quiero decirte que el trato termino, quiero mi libertad, como ves no puedo confiar en ti", dije sin dudarlo, estaba decidida a dejar esa casa.
"Eso no va a pasar, eres mi esposa y, por lo tanto, te quedarás conmigo", respondió con firmeza en cada una de sus palabras.
"Le recuerdo séñor Lombardo que para usted solo soy una pxxx que lo hará feliz en la cama, el título de esposa seguramente se lo dará a Camila o quien sabe a quién, pero no a mí", no iba a negar que decir esas palabras me dolía mucho; sin embargo, debía ser fuerte ante Gabriel, el no se merecía una lágrima mía.
"Sabes bien que para mí eres más que eso, entiende qué me deje llevar por los celos, solo de imaginar que alguien más te toco me hacía perder el control..."
"¡Basta!, no hay excusas para lo que me hiciste". Me quité el blazer que cubría mis brazos y los dejé expuestos ante él. "Esto me lo hizo usted y quien sabe que otras horribles cosas pasaron por su mente que me quería hacer. Ahora no confío en usted, pues en cualquier momento me puede quitar la vida en uno de sus arranques sin sentido".
"Por qué no quería lastimarte te deje anoche, no sabes todo el esfuerzo que hice para controlarme, si hubieses sido otra mujer en este momento no lo estuvieras contando, pero fuiste tú y por eso me detuve", sus palabras para mí eran vacías, le tenía miedo aunque no se lo demostrara, ya no confiaba en él.
"¿Quién me asegura que no volverá a pasar?", pregunté con rabia, con dolor.
"El amor que siento por ti, esa es tu garantía de que no te lastimaré".
Sus palabras me dejaron fría, Gabriel me estaba confesando su amor, eso era algo que no me esperaba.