La fe y la esperanza pueden cruzar las barreras del tiempo y del mismo amor , para mostrarnos que es posible ser felices , con la voluntad de Dios
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Reflexion del Autor
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AGRADECIMCIENTOS
En este espacio quiero agtradecer a todos mis fans ppor su apoyo y sus comenatrios ,e sta historia nacio de la inmensa necesidad del alma , de sabe rque aunque todos podamos tener muchas dificultades en la vida, siempre con fe y esperanza podemos salir adelante , y si existen las segundas oportunidades de hacer las cosas bien , para eso estan aqui mis queridos lectores, para poder recrear en nuestra mente un mundo, real , con problemas y desafios , pero con grandes batallas por ganar y siemrpe luchando de la mano de Dios , les dejo por aqui motivacio para que sigan apoyando mis nivelas , la proxima en edicion es “ TU Y YO SOMOS MAS “, la cual esta llena de vida y obstinacion por vivir siempre con fe . Ahora les dejo las fotos de los personajes mas improtantes para que se hagan una idea de lo genial de toda la obra, y su imaginacion los pueda encarnar como se debe .
...+++Gracias chicos y chicas por su apoyo , muchos abracitos para todos y todas , se les quiere +++...
Capítulo Final: Un Nuevo Amanecer
El sol despuntaba suavemente sobre el horizonte, llenando de luz cada rincón del reino que, durante tanto tiempo, había sido testigo de pruebas, secretos, y luchas. Pero también de amor, perseverancia y fe. Ese día no era como cualquier otro; era el inicio de una nueva etapa para todos aquellos que habían transitado por el dolor, encontrando al final la esperanza que solo Dios puede dar.
En el palacio, las risas de los niños resonaban como música celestial. Elias y Sofía, su amada esposa, ahora esperaban el nacimiento de su segundo hijo. La pequeña Leonor, su primogénita, correteaba por los pasillos, con sus rizos dorados bailando a cada paso, mientras su hermano, aún en el vientre, prometía traer más alegría a aquella familia que alguna vez vivió en sombrasy su hermanito mayor , a quien el príncipe Elias había adoptado como suyo, jugaba con la pequeña Leonor , y sus risas hacían vibrar de alegría el castillo y sus alrededores.
Sofía, aquella joven que antes estaba atrapada en una silla, había florecido como la mujer fuerte que siempre estuvo destinada a ser. Con la ayuda de Dios y del amor incondicional de Elias, no solo recuperó la movilidad, sino también la confianza en sí misma. Ahora era una madre amorosa, una esposa devota y una líder para las mujeres del reino que veían en ella una inspiración de que, aun en las peores adversidades, siempre hay una segunda oportunidad.
Helena y Jamal habían regresado al reino después de años de exilio. Su amor había soportado el peso de la distancia, la separación de clases y los juicios de quienes no entendían la profundidad de su unión. Con ellos, traían a su hijo, Eliyah, un niño de mirada serena y sonrisa traviesa, que rápidamente se convirtió en la luz del palacio.
Los reyes, que antes se habían opuesto con firmeza al amor de su hijo con una mujer humilde, ahora los recibían con los brazos abiertos, entendiendo que el verdadero valor de una persona no radica en su linaje, sino en la nobleza de su corazón.
Helena, al igual que Sofía, había encontrado en Dios la fortaleza para sobrellevar el peso de su historia. Su fe había sido puesta a prueba muchas veces, pero jamás fue abandonada. En cada momento de desesperación, en cada lágrima derramada, sentía una presencia divina que la sostenía, dándole fuerzas para seguir adelante.
Aquella mañana, el castillo se había llenado de vida, pues se celebraba una misa especial en la catedral del reino, para agradecer por todas las bendiciones recibidas. Cada rincón estaba decorado con flores blancas y doradas, símbolo de pureza y renacimiento.
El pueblo entero se había reunido para ser testigo de la renovación de votos de amor y fe de ambas parejas: Elías y Sofía, y Helena y Jamal, con la Reina Kirian y el Rey Klaus de anfitriones de la gran celebración. Dos historias diferentes, pero unidas por un mismo hilo divino que las había guiado hacia el amor verdadero.
El sacerdote, con voz firme y cálida, habló a todos los presentes:
—Hoy, no solo celebramos la unión de estas familias, sino también la fidelidad de Dios, quien nunca abandona a quienes confían en Él. La vida nos puede llenar de desafíos, pero en cada prueba hay una oportunidad para el amor, la fe y la esperanza.
Los ojos de Sofía y Helena se encontraron en ese instante, y en silencio, se agradecieron mutuamente por el apoyo que se habían brindado en los momentos difíciles. Ambas sabían que sus historias no hubieran sido posibles sin la fe que habían mantenido viva en sus corazones.
Los Reyes, que antes gobernaban con rigidez y orgullo, habían cambiado. La llegada de sus nietos, la reconciliación con sus hijos, y las lecciones aprendidas los habían transformado en líderes más justos, comprensivos y generosos. Se había terminado la era del juicio y comenzaba una nueva etapa de reconciliación y unidad.
En el corazón del reino, la gente ya no hablaba de diferencias de clases, ni de linajes. Había surgido una nueva conciencia de que todos, sin importar su origen, eran hijos de Dios, iguales a sus ojos, y que cada vida tiene un propósito divino.
Al caer la tarde, cuando el cielo se pintó de tonos dorados y rosados, las familias se reunieron en los jardines del palacio para compartir una cena al aire libre. Los niños jugaban entre las flores, mientras los adultos conversaban con sonrisas sinceras y corazones ligeros.
Jamal tomó la mano de Helena y la miró a los ojos con ternura:
—Nunca imaginé que después de tanto dolor, podríamos encontrar esta paz.
Helena, con una sonrisa suave, respondió:
—Dios siempre tiene un plan, aunque a veces no lo entendamos. Nos llevó por caminos difíciles, pero cada paso nos trajo hasta aquí, donde siempre debimos estar.
Elias, sentado junto a Sofía, contemplaba el paisaje, mientras acariciaba su vientre, donde su tercer hijo crecía fuerte y sano.
—Nuestro hogar es este —susurró—. No un palacio, no un título. Nuestro hogar es el amor que hemos construido, la fe que nos sostiene, y la esperanza que nos guía.
Esa noche, bajo un cielo estrellado, el reino entero durmió en paz. Las luces de las velas en el palacio titilaban como estrellas en la tierra, mientras las oraciones de agradecimiento se elevaban hacia el cielo.
En el silencio de la noche, una voz suave pareció susurrar en el corazón de cada uno:
—“Yo estoy con ustedes, siempre. En el dolor y en la alegría, en la pérdida y en la esperanza. Caminé con ustedes en cada paso, y nunca los abandonaré. Sean luz, sean amor, sean esperanza.”
Así, con nuevas vidas creciendo, nuevos sueños por cumplir, y una fe inquebrantable en el corazón de cada uno, la historia de esta familia no terminó, sino que comenzó de nuevo. Porque cuando Dios guía, el amor nunca se agota, la esperanza siempre renace, y la fe se convierte en el lazo que une lo imposible.
Y así, bajo ese cielo estrellado, el reino floreció, recordando siempre que las segundas oportunidades son un regalo divino, y que cada final es, en realidad, un nuevo comienzo.
FIN.