Blanca Como La Nieve

Kai

Todavía me parecía mentira que Samara fuera sentada a mi lado rumbo a mi manada.Nuestra manada.

Pensé que pasaría bastante tiempo antes de que ella quisiera venir a vivir conmigo pero nuestro vínculo de pareja era cada vez más fuerte y supongo que yo no era el único que tenía la necesidad de tener a su pareja lo más cerca posible.

Para ser sincero, no sabía si sería capaz de contener a mi lobo si me separaba de ella tantos kilómetros y por varios días pero le prometí que iríamos con calma así que no podía forzarla a que viviera conmigo. Mi lobo ya estuvo muy inquieto toda la noche por no estar con ella. Él quería marcarla desde el primer momento y más cuando habíamos pasado nuestro primer celo juntos pero lo mantuve bajo control todo el tiempo. Ni siquiera le había hablado a ella de la marca.Había tantas cosas que debía explicarle pero no quería abrumarla.

Samara estuvo dormida la mayor parte del trayecto. Me había dicho que tampoco había dormido muy bien, supongo que al tenerme cerca su loba se relajó y la dejó descansar.

Su loba, ese era otro tema que tenía que hablar con ella.

Su loba era totalmente blanca, una loba Alfa blanca, algo que no se había visto en siglos. Los lobos blancos eran Alfas de sangre pura descendientes de la diosa Luna. Todos los Alfas de sangre pura tenían lobos totalmente blancos o totalmente negros. Los lobos negros eran descendientes de los primeros licántropos y poseían algún tipo de don. Lo sabía bien porque yo era un Alfa de sangre pura. Mi lobo era totalmente negro. Se decía que los lobos blancos habían sido bendecidos por la diosa Luna con diversos dones.

Lo último que se supo de los lobos blancos era que poco a poco se fueron extinguiendo debido al reiterado abuso que otros lobos hacían con ellos.

Tenía que ser cuidadoso con el tema. De momento era mejor que solo gente de mi total confianza supiera sobre la loba de Samara. Además, el olor característico de los Alfas era todavía muy leve en ella, sumado a que no se había transformado hasta los 23 años, me hacía tener bastantes sospechas de que habían utilizado un hechizo en ella. Si eso era cierto quería decir que alguien más sabía sobre el legado de su loba y lo peor era que no sabía si esa persona era amiga o enemiga. Tendría que tener a Samara siempre con protección pero sin que ella se diera cuenta. Ya había encomendado a varios de mis mejores hombres esa misión hasta que yo pudiera volver a Greenforest. De hecho ya estaban en el pueblo tomando posiciones cuando los llamé para abortar la misión. Ahora la tendría en mi manada y sería mucho más fácil tenerla protegida.

Llegamos a Ciudad Amatista a la hora de cenar. Había hablado con Crystal y su madre para pasar a saludarlas ya que pretendía que Samara se quedara con ellas la mañana siguiente durante mi reunión.

La dichosa reunión era con varios Alfas de manadas pequeñas de la comarca que dependían de la manada Amatista. Habían tenido ciertos problemas y yo tenía que ayudarles como Alfa superior que era. A las reuniones con otros Alfas, por muy pequeñas e inofensivas que fueran sus manadas, siempre venían mi Beta James y mi otra mano derecha Luka. Era mejor ser precavidos, nunca se sabía lo que podía pasar.

—Esta no es tu casa— dijo una Samara todavía somnolienta .

—No, es la casa de Crystal y su madre. Me gustaría que mañana te quedaras con ellas mientras yo estoy en la reunión. No quiero dejarte sola el primer día que estás aquí. Pensé en pasar a saludarlas para que mañana estuvieras más cómoda. —

—A Crystal ya la conozco y a su madre podría haberla conocido mañana pero vale. —

— Sí, visto así es una tontería. ¿Sabes qué?, iremos a casa, le mandaré un mensaje a Crystal diciéndole que mañana nos vemos — arranqué nuevamente el coche y me dirigí al penthouse.

—¡Ey, no pasa nada! — puso su mano en mi pierna —Es un bonito gesto que intentes que esté cómoda —

—Quiero que estés bien, que te sientas a gusto y que no quieras salir corriendo — me sinceré.

La verdad era que me ponía muy nervioso que Samara no estuviera cómoda y quisiera irse.Deseaba con todas mis fuerzas que mi pareja estuviera a gusto en nuestra manada y se quedara conmigo para siempre.

—Estaré bien,Kai— me dio un apretón en el brazo y su simple toque me tranquilizó.

Aparqué en mi plaza de garaje y subimos en el ascensor privado del penthouse. Dejé la maleta de Samara en la habitación y al salir ella estaba en la terraza.

—Es impresionante, ciudad Amatista es increíble — la rodeé desde atrás con mis brazos y apoyé mi barbilla en su hombro inhalado su delicioso aroma a flores.

—Son bonitas las vistas ¿verdad? — besé su cuello.

—Son preciosas, ciudad Amatista es preciosa. Sus edificios modernos, sus teatros, sus museos, tenéis de todo aquí. Por algo es la capital del país—

—Intentamos tener de todo y estar a la última en tecnología, restauración, moda... Hablando de restauración es la hora de cenar, ¿te gusta la pizza? —

—Sí, me encanta la pizza— sonrió

—Vamos a pedir unas pizzas —

Mientras venía la comida ayudé a Samara a colocar su ropa en el vestidor de la que era ahora nuestra habitación. Cuando estábamos a punto de meternos en la ducha pitaron en el telefonillo. Salí corriendo con una toalla envuelta en la cintura, le abrí al repartidor el portal y pasados unos minutos llamé al ascensor ya que sólo se podía acceder al penthouse si llamábamos al ascensor desde aquí o con una llave especial. Mientras vino el repartidor y cogí las pizzas, Samara se duchó y se puso algo cómodo .

Cenamos charlando animadamente y luego me metí en la ducha. Cuando salí Samara estaba profundamente dormida agarrada a la almohada. Seguramente tenía mi olor y junto con el cansancio del viaje había hecho que se relajara y se durmiera enseguida. Me tumbé en el otro lado de la cama y la pegué a mi cuerpo poniendo su cabeza en mi pecho. Inhalé su delicioso aroma y rápidamente caí en un profundo sueño.