En el corazón de lo que alguna vez fue una ciudad vibrante, solo quedan sombras y ecos de una humanidad extinguida. Hace meses, un brote inexplicable convirtió a la población en una horda de seres desalmados, impulsados únicamente por un insaciable deseo de cazar a los pocos sobrevivientes.
Las calles, antes llenas de vida, ahora son un laberinto de ruinas, donde los edificios se inclinan bajo el peso del tiempo y del silencio. Los habitantes que quedan luchan por sobrevivir en un mundo donde la esperanza es un lujo y cada día podría ser el último.
Nadie sabe con certeza cómo comenzó el brote. Se rumorea sobre un experimento fallido, una maldición liberada, o un simple error humano que desató el caos. Lo único seguro es que la ciudad, que alguna vez simbolizó el progreso, ahora es un monumento a la desesperación y al fin de los tiempos.
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Especial 2
Lia cerró los ojos, entregándose a las sensaciones, sintiendo cómo la ternura de Erick la envolvía, calmando sus miedos, haciéndola sentir amada, protegida. Se tendieron juntos, y lo que siguió fue un acto de amor puro, sin apresuramientos, sin la urgencia que a menudo caracteriza al deseo. Erick la abrazó con delicadeza, asegurándose de que cada movimiento, cada caricia, estuviera cargada de afecto, como si estuviera comunicándole con su cuerpo todo lo que las palabras no podían expresar.
^^^Lia, sintiendo la devoción en cada uno de sus gestos, respondió con la misma ternura, sus manos recorriendo su espalda, sus labios buscando los de él, enredándose en besos suaves, que parecían no tener fin. El acto en sí fue un intercambio profundo de emociones, un vaivén suave, donde cada contacto era un susurro, una promesa silenciosa de estar el uno para el otro, a pesar de todo lo que el mundo exterior les arrojara. No hubo ruido, solo el sonido de sus respiraciones, sincronizadas como una melodía perfecta, y el suave crujido de la madera bajo ellos. Cuando finalmente alcanzaron ese punto donde sus cuerpos se fundieron en uno solo, fue como si el mundo a su alrededor se desvaneciera por completo, dejándolos flotando en un mar de sensaciones que trascendían lo físico. ^^^
Erick, aún dentro de Lia, la sostuvo con fuerza, y en sus ojos se reflejó la emoción pura, una lágrima rodando por su mejilla, no de tristeza, sino de gratitud, de felicidad. Lia, viendo esa lágrima, la besó suavemente, sus labios tocando la sal de su piel, y en ese gesto, sellaron algo más profundo que un simple momento de pasión. Sellaron un pacto, un lazo que sabían, de alguna manera, que los mantendría unidos sin importar lo que el futuro les deparará. Después, permanecieron abrazados, con los cuerpos entrelazados, sin decir una palabra. No había necesidad de romper el silencio; lo que habían compartido en ese pequeño rincón de la torre era más que suficiente.
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^^^El frío de las Montañas comenzó a hacer mella en ambos, haciendo que la calidez de sus cuerpos entrelazados fuera aún más reconfortante. Sin embargo, después de un rato, Erick, consciente de sus responsabilidades, le pidió suavemente a Lia que regresara a su celda para descansar. ^^^
—Lia, deberías ir a dormir —murmuró, acariciando con ternura su mejilla—. Yo me quedaré de guardia esta noche.
Lia asintió, comprendiendo la necesidad de volver a la realidad, aunque deseaba permanecer allí, en la quietud de su amor recién descubierto. Se besaron por última vez, un beso suave y prolongado que parecía contener todas las promesas no dichas, todo el cariño que sentían el uno por el otro.
...—Cuídate —susurró Lia, separándose con lentitud, como si cada paso que daba lejos de él fuera un esfuerzo....
^^^Erick la observó mientras bajaba con cuidado de la torre, sus ojos siguiéndola hasta que desapareció de su vista. Lia caminaba con una mezcla de serenidad y cansancio, la adrenalina de la emoción empezando a disiparse mientras la quietud de la noche la envolvía.^^^
^^^El sendero que conducía a las celdas estaba cubierto por una fina capa de nieve, crujiente bajo sus botas. A medida que avanzaba, el viento frío de la montaña la acariciaba, pero lejos de sentirse incómoda, Lia encontraba cierta paz en la soledad del momento. Las montañas nevadas, bañadas por la luz tenue de la luna, se alzaban imponentes a su alrededor, sus cumbres desapareciendo en la oscuridad del cielo.^^^
Mientras caminaba, escuchaba solo el suave silbido del viento y el eco de sus propios pasos en la nieve. El refugio, iluminado aquí y allá por las luces tenues de las celdas y las torres de vigilancia, parecía un lugar seguro en medio de la vastedad inhóspita de las montañas.
Al llegar a su celda, Lia abrió la puerta con cuidado, tratando de no hacer ruido. Se detuvo un momento en el umbral, mirando una última vez hacia la torre donde Erick se encontraba, una pequeña figura recortada contra el cielo estrellado. Sonrió para sí misma, sintiendo una calidez en su pecho que desafiaba el frío de la montaña.
^^^Finalmente, se deslizó dentro de su celda, cerrando la puerta tras de sí con suavidad. Mientras se recostaba en su litera, el cansancio comenzó a vencerla. Cerró los ojos, dejando que los recuerdos de la noche pasada se mezclaran con el suave murmullo del viento y el crujido de la nieve bajo los pies de los centinelas. El sueño la alcanzó con rapidez, llevándola a un descanso profundo, mientras afuera, en las alturas de las Montañas, la noche continuaba su curso, fría y silenciosa, como un manto que lo cubría todo.^^^
Erick se quedó solo en la torre, el viento frío azotando su rostro mientras observaba el paisaje nevado que se extendía más allá de la base. Se apoyó en la barandilla, permitiéndose un momento de calma para reflexionar sobre lo que acababa de suceder con Lia. Una sonrisa suave curvó sus labios al recordar el calor de su cuerpo, el brillo en sus ojos, y el sentimiento de conexión que nunca antes había experimentado.
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