Elena nunca había imaginado que su vida cambiaría de manera tan drástica al cumplir diecisiete años. Criada en una tranquila ciudad costera, sus días transcurrían entre las aulas del instituto y las tardes en la biblioteca local, donde su amor por la historia y el arte florecía. Sin embargo, todo dio un giro inesperado cuando su padre, un renombrado historiador, recibió una oferta de trabajo que no podía rechazar.La oferta provenía de Adrian, el misterioso dueño de una galería de arte en la lejana ciudad de Ravenwood.
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Capítulo 23: La Atracción Inesperada
Ravenwood estaba envuelta en un manto de neblina aquella mañana, otorgando a la ciudad un aire de misterio y ensueño. Victor caminaba por las calles adoquinadas, su mente una tormenta de pensamientos confusos y emociones contradictorias. Desde su primer encuentro con Sarah, algo dentro de él había cambiado, y eso le inquietaba profundamente. No era su costumbre sentirse atraído por alguien, mucho menos por una humana. A pesar de su intento de ignorar esos sentimientos, la atracción hacia Sarah crecía con cada encuentro.
Sarah había salido temprano de su casa para dar un paseo antes de ir a la escuela. Disfrutaba de la tranquilidad matutina, el aire fresco y la soledad que le permitían pensar. Caminaba por el parque cuando lo vio: Victor, de pie junto a un árbol, con su mirada fija en ella. Se sintió nerviosa pero también intrigada. Había algo en él que la atraía, aunque sabía que no debía confiar en alguien tan enigmático y oscuro.
Victor intentó apartar la mirada, pero no pudo. Había algo en Sarah que lo desarmaba, que rompía sus defensas. La forma en que caminaba, su risa, la chispa de inteligencia en sus ojos; todo en ella lo hacía sentir cosas que no había experimentado en siglos. Decidió acercarse, aunque su mente le gritaba que no lo hiciera.
—Hola, Sarah —dijo Victor, su voz más suave de lo habitual.
Sarah se detuvo, sorprendida por su tono amistoso. —Hola, Victor. No esperaba verte aquí.
—Me gusta caminar por las mañanas —respondió él, mintiendo parcialmente. En realidad, había salido con la esperanza de encontrarse con ella.
—A mí también —dijo Sarah, intentando sonar casual. Hubo un momento de silencio incómodo antes de que ella preguntara—. ¿Te gustaría acompañarme? Solo si no tienes otros planes, claro.
Victor asintió, sintiendo una extraña mezcla de alivio y temor. Caminaron juntos por el parque, hablando de cosas triviales al principio: el clima, la escuela, los libros. Pero pronto, la conversación se volvió más profunda.
—A veces siento que Ravenwood guarda secretos que nunca descubriremos —dijo Sarah, mirando hacia los árboles. —Hay algo en esta ciudad que me fascina y me asusta al mismo tiempo.
Victor la observó, impresionado por su percepción. —Tienes razón. Ravenwood está llena de misterios. Pero esos secretos no siempre son lo que parecen.
Sarah lo miró, sus ojos llenos de curiosidad. —¿Tú sabes algo sobre esos secretos?
Victor vaciló. No podía revelarle su verdadera naturaleza, pero tampoco quería mentirle descaradamente. —Digamos que he visto cosas que muchos no creerían. Ravenwood tiene una historia oscura y compleja.
Sarah sintió un escalofrío recorrer su espalda. —Me gustaría saber más. Tal vez algún día puedas contarme.
—Tal vez —respondió Victor, aunque sabía que nunca podría contarle toda la verdad.
Mientras continuaban su paseo, Victor notó que se sentía más relajado en su presencia. Sarah tenía una forma de hacerlo sentir humano de nuevo, algo que no experimentaba desde hacía siglos. Pero también sabía que no debía involucrarse. Sus sentimientos hacia ella eran peligrosos, tanto para él como para ella.
Más tarde, en la escuela, Victor la observaba desde la distancia. Sarah estaba hablando con Elena, Tom y Emily, riendo y disfrutando de su compañía. Sentía una punzada de celos, algo que no había sentido en mucho tiempo. Se apartó, tratando de concentrarse en otras cosas, pero su mente volvía una y otra vez a ella.
Victor sabía que no podía seguir ignorando lo que sentía. Necesitaba hablar con alguien, alguien que pudiera entender su dilema. Decidió buscar a Adrian, con la esperanza de que su viejo amigo pudiera ofrecerle algún consejo.
Lo encontró en la galería, trabajando en una nueva exhibición. Adrian levantó la vista cuando Victor entró, notando de inmediato la tensión en su amigo.
—¿Qué sucede, Victor? Pareces perturbado —dijo Adrian, dejando su trabajo a un lado.
Victor suspiró, tomando asiento. —Es complicado. He conocido a alguien... una humana. Y no puedo dejar de pensar en ella.
Adrian levantó una ceja, sorprendido. —¿Quién es ella?
—Se llama Sarah. Es amiga de Elena. Desde que la conocí, algo en mí ha cambiado. Pero sé que no debo involucrarme. Es peligroso, tanto para ella como para mí.
Adrian asintió, comprendiendo su dilema. —Los sentimientos pueden ser complicados, especialmente cuando involucran a humanos. Pero si realmente te importa, debes considerar todas las opciones. ¿Has pensado en lo que ella podría sentir por ti?
—No estoy seguro —admitió Victor. —A veces parece que también se siente atraída por mí, pero otras veces me siento como un extraño para ella.
Adrian se inclinó hacia adelante, mirándolo a los ojos. —Victor, si realmente te importa Sarah, debes ser honesto contigo mismo y con ella. No puedes seguir ignorando tus sentimientos. Pero también debes considerar las consecuencias. Nuestro mundo es peligroso y complicado. Necesitas estar seguro de lo que quieres antes de dar cualquier paso.
Victor asintió, sabiendo que Adrian tenía razón. Pero aún no estaba listo para aceptar lo que sentía. Necesitaba más tiempo para entender sus propios sentimientos y decidir qué hacer al respecto.
Días después, Victor volvió a encontrarse con Sarah, esta vez en la biblioteca de la escuela. Ella estaba sola, buscando un libro en una estantería alta. Victor se acercó, ofreciendo su ayuda.
—Déjame ayudarte con eso —dijo, alcanzando el libro que ella no podía alcanzar.
—Gracias, Victor —dijo Sarah, sonriendo. —¿Qué haces aquí?
—Solo estaba buscando un lugar tranquilo para pensar —respondió él, lo cual era cierto en parte.
Sarah lo miró, sus ojos llenos de curiosidad. —Parece que siempre tienes algo en mente. ¿Qué es lo que te preocupa tanto?
Victor dudó, pero finalmente decidió ser honesto. —Sarah, hay cosas sobre mí que no puedes entender. Cosas que no puedo compartir contigo. Pero quiero que sepas que me importas, más de lo que debería.
Sarah frunció el ceño, confundida. —¿Qué quieres decir con eso?
Victor suspiró, luchando por encontrar las palabras correctas. —Solo quiero que sepas que me preocupo por ti. Y que, sin importar lo que pase, siempre estaré aquí para ayudarte.
Sarah lo miró, sintiendo una mezcla de emociones. —Gracias, Victor. También me importas. Y quiero saber más sobre ti, aunque no puedas contarme todo.
Victor sintió un calor en su pecho, una sensación que no había experimentado en mucho tiempo. Sabía que sus sentimientos por Sarah eran reales, y que necesitaba encontrar una manera de estar con ella sin ponerla en peligro.
A medida que pasaban los días, Victor y Sarah se acercaron más. Aunque sus encuentros eran breves y a menudo llenos de tensión, ambos sabían que había algo especial entre ellos. Victor luchaba por aceptar sus sentimientos, pero cada vez que veía a Sarah, sentía que sus defensas se desmoronaban un poco más.
Una noche, mientras paseaba solo por el bosque, Victor se dio cuenta de que no podía seguir negando lo que sentía. Necesitaba hablar con Sarah y ser honesto con ella, sin importar las consecuencias. Sabía que era un riesgo, pero estaba dispuesto a tomarlo por ella.
Victor volvió a la escuela al día siguiente, decidido a hablar con Sarah. La encontró en el jardín, sentada en un banco y leyendo un libro. Se acercó, su corazón latiendo con fuerza.
—Sarah, necesito hablar contigo —dijo, tratando de mantener la calma.
Sarah levantó la vista, sorprendida por la urgencia en su voz. —¿Qué sucede, Victor?
Victor tomó una profunda respiración, preparándose para lo que venía. —Hay algo que necesito decirte. Algo que he estado evitando, pero ya no puedo seguir ignorando.
Sarah lo miró, esperando.
—Me importas más de lo que debería. Y sé que nuestros mundos son diferentes, que hay cosas sobre mí que no entiendes. Pero no puedo seguir negando lo que siento por ti —dijo Victor, sintiendo un peso levantarse de sus hombros.
Sarah lo miró, sus ojos llenos de emociones. —Victor, yo también me siento atraída por ti. Y quiero saber más sobre ti, incluso si es complicado.
Victor sintió una mezcla de alivio y temor. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero estaba dispuesto a enfrentarlo si eso significaba estar con Sarah. Tomó su mano, decidido a protegerla y a encontrar una manera de estar juntos, sin importar los desafíos que enfrentaran.
El destino de Victor y Sarah estaba entrelazado de formas que ambos apenas comenzaban a comprender. Pero en ese momento, sabían que estaban juntos, listos para enfrentar cualquier obstáculo que se presentara en su camino.