Mi Maestro No Solo Es Mi Maestro

Los días siguientes pasaron en una espiral de preocupación y angustia para Mateo. Mientras intentaba enfocarse en sus estudios y mantener una rutina, no podía dejar de pensar en la propuesta indecente del profesor Castillo y en el incómodo encuentro en el supermercado.

Cada vez que se dirigía a la universidad, Mateo temía toparse con su mentor. Evitaba pasar por los lugares donde solía verlo y mantenía una distancia prudente durante las clases, procurando mantenerse lo más invisible posible.

Pero, a pesar de sus esfuerzos, Mateo no podía escapar de los pensamientos que lo atormentaban. La idea de que el profesor Castillo pudiera volver a acercarse a él lo llenaba de ansiedad.

Por las noches, Mateo se desvelaba, preguntándose qué es lo que el profesor Castillo buscaba realmente. ¿Acaso se trataba simplemente de un deseo personal o había algo más detrás de esa propuesta?

Mientras caminaba por los pasillos de la universidad, Mateo se detuvo frente a la oficina de Ayuda Financiera, sintiendo cómo el estómago se le revolvía.

Hacía unos días, había recibido una carta informándole que su beca había sido recortada y que debía encontrar una manera de cubrir la diferencia. Ahora, más que nunca, se sentía acorralado.

Con un suspiro tembloroso, Mateo empujó la puerta y entró a la oficina, enfrentando a la encargada con la esperanza de encontrar una solución.

"Buenas tardes. Me llamo Mateo Fernandez y recibí una carta informándome sobre el recorte de mi beca. ¿Hay algo que pueda hacer al respecto?" preguntó, intentando mantener la calma.

La encargada le dirigió una mirada compasiva. "Entiendo su preocupación, señor Fernandez. Lamentablemente, las becas han sufrido recortes en el presupuesto y, desafortunadamente, su caso no es el único."

Mateo se mordió el labio inferior, sintiendo cómo la ansiedad se apoderaba de él. "¿Quiere decir que no hay nada que pueda hacer? ¿Cómo voy a cubrir esa diferencia?"

La encargada lo miró con pesar. "Entiendo que esta situación pueda ser abrumadora. Le sugiero que explore otras opciones, como solicitar préstamos estudiantiles o buscar trabajos de medio tiempo. Aquí tenemos algunos folletos con información al respecto."

Mateo tomó los folletos con manos temblorosas, sintiéndose cada vez más desesperado. "¿Préstamos estudiantiles? Pero, ¿y si no puedo pagarlos después? No quiero terminar endeudado."

La encargada le dedicó una mirada comprensiva. "Entiendo su preocupación, señor Fernandez. Pero es importante que explore todas las opciones disponibles. Nuestro equipo puede asesorarlo sobre los mejores planes de pago y financiamiento."

Mateo asintió lentamente, sin saber muy bien qué hacer. "De acuerdo, gracias. Tendré que pensarlo con detenimiento."

Mientras salía de la oficina, Mateo se sentía abrumado. ¿Cómo iba a cubrir esa diferencia? Sus ahorros apenas alcanzaban para cubrir los gastos básicos. Y ahora, con el recorte de su beca, se encontraba al borde del precipicio.

Caminando distraído por los pasillos, Mateo se topó con Emma, quien lo miró con preocupación.

"¡Mateo! ¿Qué sucede? Te ves muy angustiado," exclamó Emma, tomándolo del brazo.

Mateo la miró con ojos llorosos. "Emma, acabo de ir a Ayuda Financiera. Me han recortado la beca y ahora no sé cómo voy a poder pagar la universidad."

Emma lo abrazó con fuerza, sintiendo cómo el corazón se le encogía. "Oh, Mateo. Entiendo que esto debe ser muy difícil para ti. Pero no te preocupes, vamos a encontrar una solución."

Mateo se aferró a ella, sintiéndose al borde de la desesperación. "¿Qué voy a hacer, Emma? Mis ahorros no alcanzan y no quiero tener que recurrir a los préstamos estudiantiles. ¿Qué voy a hacer?"

Emma lo miró con determinación. "Tranquilo, Mateo. Vamos a pensar en esto juntos. Estoy segura de que hay otras opciones que no involucren préstamos ni nada parecido."

Mateo la miró con una mezcla de esperanza y temor. "Pero, ¿y si no hay otra opción? No puedo dejar de pensar en la propuesta del profesor Castillo."

Emma lo tomó de los hombros, mirándolo con seriedad. "¡Mateo! No puedes estar considerando eso. Sabes que esa oferta es inapropiada e inaceptable."

Mateo bajó la mirada, sintiéndose profundamente avergonzado. "Lo sé, Emma. Pero estoy desesperado. No quiero tener que dejar la universidad, pero tampoco puedo endeudarme. ¿Qué se supone que debo hacer?"

Emma lo miró con preocupación. "Mateo, entiendo que estés en una situación difícil, pero aceptar esa propuesta solo te traerá más problemas. Tienes que encontrar otra solución, una que no ponga en riesgo tu integridad."

Mateo se pasó las manos por el cabello, sintiéndose abrumado. "Pero, ¿y si no hay otra solución? ¿Y si es la única manera de poder seguir estudiando?"

Emma lo miró con firmeza. "Mateo, escúchame bien. Esa propuesta es inaceptable, sin importar lo desesperada que sea tu situación. No puedes dejar que el dinero o los privilegios nublen tu juicio."

Mateo la miró con lágrimas en los ojos. "Pero, ¿y si no tengo otra opción? ¿Y si es la única manera de poder cumplir mis sueños?"

Emma lo abrazó con fuerza, intentando transmitirle seguridad. "Mateo, sé que esto es difícil, pero tienes que ser fuerte. Tu integridad y tus principios son mucho más importantes que cualquier oferta, por tentadora que parezca."

Mateo se aferró a ella, sintiendo cómo las lágrimas resbalaban por sus mejillas. "Pero, ¿y si no puedo pagar la universidad? ¿Y si tengo que dejar todo atrás?"

Emma lo miró con determinación. "Mateo, no te des por vencido. Sé que hay otras soluciones, aunque en este momento no las veas. Juntos vamos a encontrar una manera de que puedas seguir estudiando sin tener que recurrir a nada inapropiado."

Mateo la miró con duda. "¿Cómo? No veo ninguna otra opción. El profesor Castillo me ofreció dinero y privilegios. ¿Cómo puedo rechazar eso cuando lo necesito desesperadamente?"

Emma lo miró con firmeza. "Mateo, sé que es tentador y…