Siempre nos hemos preguntado qué sucede después de la muerte. No sé qué le ocurre a los demás, pero para mí fue una oportunidad única: regresar y hacer justicia. Mi muerte no fue un accidente; alguien acabó con mi vida, y ahora he vuelto para descubrir la verdad detrás de ese secreto. He regresado para reclamar lo que es mío y para enfrentar a aquellos que me hicieron daño.
¿Lograré cumplir con mi misión? Acompáñame en esta emocionante historia y descubramos juntos lo que el más allá tiene reservado
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Capitulo XVIII Malos entendidos
Elena subió al auto de Diego, ella no bajaría la cabeza ante nadie, aunque lo amara con locura. Está ve el tampoco había llevado a su chófer, así que estaban solos en el auto.
“Digame señor, ¿en que le puedo ayudar?”, pregunto Elena tranquilamente.
“Estas algo desarreglada”, fue lo único que se le ocurrió a Diego en ese momento.
“Estoy en mi día de descanso, no tengo por qué verme como una muñeca de torta”, respondió Elena a la defensiva.
“¿Ya desayunaste?”, pregunto Diego poniendo en marcha el auto.
“Si, señor”.
Diego se echó a reír por la manera en la que Elena le estaba hablando, la noche anterior recuerda como lo miraba y como se sonrojaba ante sus palabras, pero ahora estaba manteniendo una estúpida distancia. Ella le interesaba y quería ver qué pasaba, si podría llegar a sentir algo genuino por esta mujer.
"¿A dónde vamos?, si se puede saber”, Elena estaba nerviosa, pero trato de mantener la calma.
“Necesitamos hablar, así que iremos a mi apartamento”, Dijo Diego con mucha seguridad.
“Podemos hablar en cualquier otro lugar, ¿por qué en su apartamento?”, pregunto Elena sintiendo que su corazón le salía del pecho.
“En mi apartamento estaremos bien. Ahi nadie nos interrumpirá”, exclamó Diego con la mirada fija en el camino.
Llegaron al apartamento de Diego, Elena estaba muy nerviosa, no sabía que podía pasar entre ellos. Elena entró al apartamento de Diego, notando cada detalle: el aroma a café recién hecho, las luces tenues que iluminaban el espacio y la música suave que sonaba de fondo. Se sintió atrapada entre la ansiedad y una curiosidad que la empujaba a descubrir qué quería de ella.
“¿Quieres algo de beber?” preguntó Diego mientras se dirigía a la cocina.
“No, gracias”, respondió Elena, aunque su voz temblaba un poco. Se sentó en el sofá, intentando parecer tranquila, pero su mente estaba en caos. ¿Por qué había accedido a venir aquí?
Diego regresó con dos tazas de café y se sentó frente a ella. La miró fijamente, como si buscara algo en sus ojos. “Elena, anoche… lo que dije, no sé si estabas en tus cabales o si yo estaba ebrio, pero quiero saber si hay algo más entre nosotros”.
El corazón de Elena latía con fuerza. Recordaba cómo la había mirado la noche anterior, cómo sus palabras habían resonado en su mente como un eco. “Diego, yo…” comenzó a decir, pero las palabras se le atoraron en la garganta.
“Sé que esto es complicado”, interrumpió él, acercándose un poco más. “Pero no puedo ignorar lo que siento por ti. Eres diferente, me haces sentir como en mucho tiempo no me había sentido, es como si te conociera de toda una vida”.
Elena sintió un calor recorrer su cuerpo. «“Pero… ¿y mi pasado? No sé si puedo entregarme completamente cuando hay tantas cosas que no recuerdo, aunque lo que si tengo claro es mi amor por él”.
Diego se inclinó hacia ella, su mirada intensa y sincera se posó en los bellos ojos de Elena. “Quiero que intentemos algo, se que anoche estaba ebrio y seguramente no me habías tomado en serio, por eso quise hablar contigo el día de hoy que estoy en mis cinco sentidos”.
Elena sintió una mezcla de miedo y esperanza. ¿Podría realmente confiar en él? Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido del celular de Diego vibrando sobre la mesa. Él lo miró con frustración antes de contestar.
“¿Sí?… Ah, claro…”, dijo Diego mientras su expresión cambiaba abruptamente.
Elena sintió un nudo en el estómago al darse cuenta de que esa llamada podría interrumpir el momento crucial que estaban compartiendo.
“Lo siento, tenía que contestar esa llamada”, explico Diego volviendo a ver a los ojos de Elena.
Elena se perdió en la intensa mirada de Diego, no podía negar sus sentimientos, así que se dejó llevar por el momento y acercándose a Diego permitió que él besara sus labios. Diego sonrió ante la iniciativa de Elena, moría por probar esos sensuales labios. Sin dejarla arrepentirse él se adueñó de su boca, el beso fue tierno y delicado, Elena sintió el mundo dar vueltas, era un sueño del cual no quería despertar, sentirse nuevamente entre los brazos de Diego era increíble.
Por otro lado, Diego tenía una mezcla de emociones, estaba atrapado entre el pasado que vivió con el amor de su vida y la hermosa mujer frente a él, ella lo hacía sentir como si estuviera con Elena, con su Elena. Lo que terminó de confundirlo fue cuando la mujer que estaba besando acarició sus mejillas formando un corazón. Elena lo había hecho por instinto, en su cabeza estaba en el pasado donde no había límites entre ella y Diego.
Él se separó de ella mirándola con sorpresa, era imposible que hubiera tres mujeres que besaran exactamente igual, recordando a la chica que había besado en la discoteca. Yendo a ese momento recordó cuando otra joven la arrastró llamándola por su nombre. El corazón de Diego se llenó de dudas, era posible que esta Elena fuera la misma de aquella noche y si era así, entonces ella solo buscaba acercarse a él con alguna intención.
Diego se apartó de Elena de manera brusca, la miraba con desprecio. Levantándose del sillón decidió enfrentarla. “¿Quién eres realmente?”, Diego estaba ostensiblemente molesto.
“¿A qué te refieres, soy Elena Bustamante, tu secretaria?”, Elena se puso nerviosa al creerse descubierta.
“Eres la misma chica de la discoteca, la que bese bajo las estrellas”, confesó Diego de mal humor.
“No es posible, eres el chico de la máscara dorada”, dijo Elena sorprendida.
“Eres una buena actriz, por poco y caigo en tu juego”, Diego mostró una sonrisa desdeñosa.
“Ese día no tenía ni idea de quien eras, no tengo por qué mentir. Yo solo fui a divertirme con mi amiga”, Elena estaba siendo sincera, pero Diego no creía en sus palabras.
Mirándola con desprecio Diego le pidió que saliera de su apartamento y que no volviera más por su empresa. No permitiría que nadie se burlara de él y menos del recuerdo de su amada Elena.