Seré Feliz En Este Mundo.

—Lo hice, aunque debe reconocer que no se llegó a concretar dicha acción. Usted no sabe muchas cosas señorita Brunet, pero de algo debe estar segura, soy el más empeñado en que mi primo sea feliz, si usted es su felicidad, lo acepto, aunque usted me odie— aclarando su punto se retiró.

—Los felicito por su compromiso— haciendo una leve reverencia, la peli verde se había acercado a felicitarlos.

—Lo mismo digo señorita Anders, la felicito por su compromiso con su majestad— regresando el gesto de reverencia, Sophia la felicitaba.

—Dígame Arlet, ese es mi nombre. Tal vez podamos ser amigas, ahora que seremos familia— sonreía.

—Será un placer señorita Arlet, además será mi única amiga por el momento— se sentía cómoda al hablar con aquella joven, que a pesar de ser integrante de una familia noble, era muy educada y parecía tener buenos sentimientos.

Después de eso, Arlet fue a lado del emperador para recibir felicitaciones juntos. Por su parte, Sophia quería tomar aire fresco, ver tanta gente la sofocaba.

—Voy por algo de beber, te alcanzo en el balcón— Noil se dirigió a la mesa de bebidas, pues no quería separarse de Sophia por tanto tiempo.

—Debería llamarte ladrona— la chica de rizos, había alcanzado a Sophia en el balcón y al ver qué estaba sola, la enfrentó.

—No te he robado nada, realmente no se a que te refieres— tranquila, le habló

—¡Maldita!, si el marqués no puede estar conmigo, mucho menos contigo— en un momento, empujó a Sophia al vacío y estando en un tercer piso, era obvio que sufriría daños considerables o incluso podría perder la vida.

Noil iba llegando y pudo ver la escena, por lo que se horrorizó. Soltó las copas que llevaba en sus manos, llamando la atención de todos y corrió como nunca lo había hecho, todo para alcanzar a tomar el brazo de Sophia, que comenzaba a caer por el balcón.

—Aguanta por favor— ya sudando, le hablaba a Sophia, que no mencionó nada.

Gracias a su rapidez, Noil alcanzó subir a Sophia, que aún se mantenía callada. Aunque de pronto se escuchó un alboroto dentro del salón, por lo que Sophia se puso de pie y se dirigió hasta donde estaba el emperador.

—A un lado, me haré cargo— le dijo a los que estorbaban. —Se curará si castiga a la culpable— le condicionó

—Lo juro, pero pare el dolor, es demasiado— suplicaba.

La verdad era que al recibir el daño diez veces más fuerte que los que recibía Sophia, hizo que al pobre emperador se le dislocara el brazo derecho, que había sufrido un fuerte jalón cuando rescataron a Sophia.

Posteriormente, Sophia tocó el hombro del emperador y así desapareció el dolor, aunque ella no quisiera que aquel hombre sufriera, quién tenía la culpa era él mismo, pues dijo todo lo de su trato ante su gente y todo aquel que estuviese enterado, debería ser consiente de las consecuencias de sus actos.

—Dígame señorita Brunet, ¿quién fue la persona que se atrevió a tocarla?— jamás habían visto al emperador tan enojado.

—Fue la joven que quiso elegir como prometida del marqués Laroux, la verdad es que no se cómo se llama, pero exijo que sea castigada con la sentencia más alta— también estaba enojada, pues aunque pudo transportarse a algún lugar, quién hubiera terminado muerto sería el emperador.

—¿Cuál es el castigo por atentar contra la vida de un integrante de la familia imperial, no, más bien en contra del propio emperador?— se dirigía a su ministro de justicia

—La pena es la muerte majestad, para la persona y toda su familia— se inclinaba ante el emperador.

—Con ustedes cómo testigos, declaro culpable a la familia Colin por atentar contra mi vida. Claramente dije que si alguien le hacía daño a la señorita Brunet, me estaría haciendo daño a mi, por esa razón serán decapitados ahora mismo, no pasaré por alto que la hayan querido dañar, incluso después de escuchar que es la prometida del marqués Laroux, mi primo— irradiaba ira pura.

Los padres de la joven se arrodillaron de inmediato, suplicando misericordia.

—Majestad por favor, al menos perdone al resto de nuestros hijos— sus ojos derramaban lágrimas de tristeza y dolor. Sabían las consecuencias de los actos de su hija y ellos como padres estaban dispuestos a pagar, pero no querían que sus demás hijos sufrieran por eso.

—¿Están dispuestos a aceptar que solo muera su hija mayor, la causante de todo?— Sophia preguntó, con una expresión de tristeza.

—Si, pero por favor no le hagan daño al resto de mis hijos— la duquesa Colin respondió. No le importaba mucho sacrificar a una hija mal agradecida con tal de salvar a otros cuatro de sus hijos.

—Muy bien. Yo los perdono, majestad ¿puedo hacerme cargo de este castigo?— confundida por sus sentimientos, preguntó

Al emperador no le quedó opción más que aceptar lo que pedía Sophia, sabía que después se todo, ella no era tan mala. De lo contrario su primo no la hubiera elegido.

—Déjame hacerme cargo— casi suplicando pidió Noil, no quería que Sophia se manchara las manos de sangre.

—Está es parte de mi lucha marqués— su expresión se volvía cada vez más fría.

—Yo, Sophia Brunet, te castigo a ti— señaló a la pelirroja, que era sujetada por Noil. —Cada persona aquí presente debe ser consiente de lo que pasará si intentan dañarme de alguna manera. No solo porque su majestad lo diga, dije que estaba dispuesta a ayudarlos con lo que fuese, pero creo que eso no les es suficiente, así que perdonen este acto atroz.— Comenzó a susurrar algunas palabras en una lengua extraña y de pronto, la atacante comenzó a retorcerse, para al final dejar salir un líquido negro de su boca, ojos y nariz. —Está hecho, creo que lo mejor sería retirarnos a nuestros hogares, en lo personal no me siento capaz de continuar aquí— al borde del desmayo, Sophia hablaba con dificultad.

Antes de irse, se dirigió a la familia de la mujer muerta. —Pedirles perdón está demás, pero sepan que esto me duele más a mi que a ustedes. Duques, por favor eduquen a sus hijos para que no sean codiciosos, así vivirán más tiempo— al término de sus palabras, se desvaneció en los brazos de Noil.