El Dolor De Una Partida

Luego de terminar su almuerzo, los chicos volvieron a su habitación a recoger sus maletas para volver a su casa.

En la habitación de Silvia los gritos y el descontrol reinaban, ella estaba furiosa acabando con todas las almohadas de la cama en uno de sus ataques de histeria, no soportaba la idea de que hubieran consumado el matrimonio y menos que había sido ella quien lo provocara.

- Silvia debes calmarte, no estás en casa donde puedes destrozar lo que quieras si sigues así todos pensaran que estás loca y no querrán hacer negocios con nosotros, aún hay empresarios en el hotel - dijo el padre tomándola por los brazos y agitándola para hacerla entrar en razón. Silvia se calmó y después de pagar por el daño causado abandonaron el hotel.

Alejandro y Adhara están por salir del hotel cuando se encontraron con el señor Ricardo.

-Señor Miller, me alegra que esté mejor! -dijo el hombre.

- Señor Ricardo que bueno verlo, muchas gracias por ayudarme anoche.

- No tiene que agradecer, al contrario en nombre del hotel le pido una disculpa, se encontró el recipiente que contenía el afrodisíaco y aunque aún no tenemos al responsable me comprometo a investigar hasta encontrarlo, me estaré colocando en contacto con usted para informarle en que o quienes resulta esto.

- Muchas gracias señor Ricardo, que esté muy bien.

- Igualmente señores Miller, por aquí siempre a la orden.

Alejandro y adhara subieron al bote dedicándose miradas, sonrisas, Alejandro no desaprovechaba oportunidad para abrazarla y darle besos, se sentía el hombre más feliz del mundo.

Una vez subieron al avión fueron a la habitación a dormir un poco, ya que la noche anterior no lo habían hecho, se quedaron tan profundos que ni cuenta se dieron cuando llegaron por lo que un golpe en la puerta los saco de su sueño.

- Señor Miller ya hemos aterrizado- dijo una voz al otro lado de la puerta.

- Mi amor despierta, es hora de bajar podrás seguir durmiendo en casa - dijo Alejandro

Adhara sin muchas ganas salió de la cama y se recompuso para salir.

Camino a casa, Adhara iba perdida en sus pensamientos mirando por la ventana del auto en movimiento, Alejandro tomó su mano y le dio un pequeño beso en ella.

- En que tanto pensás?

- En lo que dijo el señor Ricardo, que van a buscar al culpable, quien crees que lo hizo?

- Quiero pensar que fue una equivocación - Respondió Alejandro aunque en el fondo sospechaba de alguien.

Al llegar a la casa los empleados quedaron aturdidos al darse cuanta de los moretones que tenía Adhara sobre todo en el cuello, parecía que se hubiera topado con una colonia de vampiros.

- Bienvenidos señores - saludaron los empleados

- Buenas tardes - respondieron los esposos.

- Sube a descansar, yo iré al despacho a ver unos documentos - dijo Alejandro.

Adhara asintió y empezó a subir las escaleras, pero se detuvo para ir por un vaso con agua.

- Señora, necesita algo? - pregunto la empleada

- tranquila, solo voy por un poco de agua.

- Espere aquí, ya se la traigo.

- Muchas gracias- Adhara se acercó al estudio para preguntarle a Alejandro si necesitaba ayuda pero lo que escucho la dejo helada, sintiendo que el corazón se le detenía.

- Hola linda, como estás? - dijo Alejandro

Momento de silencio...

- Dime donde estás?

Momento de silencio...

- ok! Ya salgo para allá, quiero acompañarte.

Adhara subió de golpe las escaleras y escondida detrás de la pared vio cuando Alejandro salió de la mansión muy de prisa.

- Que tonta soy!!! - se reprochaba, sin ánimo de nada, se acostó en su cama obligándose a dormir para no seguir atormentado su cabeza con infinidades de cosas.

Pasada algunas horas adhara despertó y bajo para mirar si Alejandro había vuélto.

- Señora desea algo en especial para la cena?

- No hace falta. La señora y yo comeremos por fuera - dijo Alejandro quien en ese momento entraba, Adhara lo mira con ojos entre cerrados sin entender a que juega.

Alejandro se acercó a su esposa a quien tomándola de su mano y guio hasta su habitación.

- Como es eso que saldremos?

- si amor vamos a salir... por favor organízate, quiero verte más hermosa de lo que eres - le dijo Alejandro para luego besarla, ella quiso rechazar su beso, pero con él perdía toda su fuerza de voluntad, en su mente imaginaba que esa noche podía terminar todo entre ellos, por la conversación con esa chica, que debía ser la mujer con la que le había dicho que quería estar, no podía dejar de sentirse mal, pero si esa era su felicidad, ella se haría a un lado.

Lo que había pasado entre ellos y todo lo que le dijo fue producto del afrodisíaco y no lo comprometía en nada con ella porque fue su voluntad entregarse a él. Con todo estos pensamientos adhara fue a organizUnae. una vez estuvo lista bajó hasta la sala donde la esperaba su esposo.

- Estás hermosa - halago el hombre.

- Igual tú- Respondió la chica con una mirada triste.

Alejandro condujo hasta un hermoso restaurante al aire libre y ayudo a su esposa a bajar del auto, tomados de la mano caminaron hasta una mesa qué estaba ubicada en un espacio reservado y estaba adornada con flores, velas, en medio una copa de champagne en el pasto había pequeñas luces como si fueran luciérnagas y una melodía de violín los acompañaba.

Al ver todo esto la mirada de Adhara se ilumino, estaba encantada con el bello lugar y sin notar una sonrisa se apoderó de sus labios.

- Te gusta? - pregunto Alejandro tomando por la cintura desde atrás y dándole un beso en su cuello.

- Es hermoso! - dijo Adhara dándose la vuelta para besarlo.

Alejandro como todo un caballero le ayudo a sentarse en la silla y entre miradas coquetas y sonrisas cenaron, disfrutando la hermosa velada.

- Bailamos Señora Miller?

- Por supuesto señor!

Los cuerpos se movían al son de la música, sus corazones rebosantes latían como caballos desbocados y el roce delicado sus mejillas enternecían ese instante.

Alejandro giró delicadamente a Adhara posesionándose en su espalda como lo estaba tomando por costumbre y coloco en sus manos una pequeña cajita la cual destapó despacio, en ella se encontraba un par de argollas matrimoniales, adhara no podía de la impresión y sus ojos se llenaron de lágrimas, Alejandro le susurro en su oído mientras la abrazaba con fuerza pero sin lastimarla.

-Adhara con este anillo quiero pedirte que seas mi esposa con todas sus letras, sin contrato, que seas mi mujer, mi amante, mi amiga y la madre de mis hijos. Este matrimonio lo acepté por ayudar a tu padre sin imaginar que me enamoraría de ti y es que tú me hiciste replantear mi vida, me hiciste desear lo que antes no quería, contigo y por primera vez siento lo que amar porque aunque estuve dudas, hoy con seguridad te digo que te amo y te quiero siempre junto a mí.

Que dices! Aceptas ser mi esposa?

Adhara se dio la vuelta quedando de frente a él con sus ojos inundados.

- Acepto en cuerpo y alma para toda la vida.

Alejandro devoró los labios de su esposa feliz por su respuesta y coloco el anillo en su dedo, luego ella también le puso el de él, brindaron y bailaron varias piezas más.

Al llegar a casa, Alejandro alzó a su mujer en sus brazos y la llevo a su habitación donde reinó la pasión, esa noche la volvió hacer suya y aunque intentó no ser brusco, esa mujer sacaba a flote su lado más posesivo y dominante.