Angelo Stromboli aceptó el compromiso sin conocer a su futura esposa, pero tal como se la imaginó; así era Gina, y a pesar de decir que nunca se iba a enamorar de una mujer como ella, tarde se dió cuenta que no podía vivir sin su amor.
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Capítulo Veintitrés
🍇 𝓐𝓷𝓰𝓮𝓵𝓸 🍇
Gina se empeñó en organizar la fiesta de la vendimia y yo la dejé ser. ¿Cómo me voy a negar a sus deseos? Si me pide la luna, se la bajo sin preguntar para qué la quiere. No me equivoqué en permitir que la organizara, pues le quedó excelente. Todos la felicitamos.
Ahora subió a la habitación; ella dice que está cansada, pero yo la noto triste. ¿Será que se arrepiente de haber aceptado casarse conmigo?
Estaba cavilando en mis pensamientos y ya sentía que Gina se estaba demorando mucho en bajar. Cuando veo hacia afuera de la hacienda que llega una camioneta, y de ella se baja el viejo Sigifredi con una señora que me imagino que es su esposa, una chica rubia delgada y una niña también rubia. Ellas no sé quiénes son; me imagino que una de ellas es la hermanita de Gina. Me alegro de que estén aquí; espero que eso ponga feliz a mi esposa.
—¡Aghata! —La llamo ya que está cerca repartiendo pasabocas.
—Dígame, señor Stromboli. —Responde a mi llamado, mientras Piero les abre la puerta a la visita para que entren.
—Por favor, avísale a Gina que está en la habitación, que sus padres están aquí. —Salgo a recibirlos mientras Aghata va a avisarle a Gina.
—Sí, señor, ya mismo le aviso.
Cuando llegué a la puerta, el señor Sigifredi me dio un puñetazo en la cara mientras me insultaba. Piero separó al señor y todos los presentes se acercaron muy asombrados, y yo no entendía un carajo lo que me decía.
—Stromboli, ¡usted me estafó! ¿Qué pensó, que Gina nunca aparecería? Lo voy a demandar por estafa, falsificación de documentos legales y apropiación indebida de propiedades. —No entendía lo que mi suegro vociferaba.
Piero rápidamente despidió a los invitados que seguían en la sala, quedando solamente mi familia y los recién llegados.
—No sé de qué está hablando, señor Pastori. —En ese momento se acerca mi papá, mientras yo seguía sin entender lo que pasaba.
—¿Cómo así que Gina "nunca aparecería"? —Le alegaba mi papá —¡Si Gina ha estado todo este tiempo con Angelo! —Esta situación está muy rara.
—¡Ja! ¿Ha estado aquí? —Le toma la mano a la chica más grande—. ¿Cómo va a estar aquí si ella estuvo en Pisa todo este mes?
—¿En Pisa? ¡No entiendo un carajo! —De verdad que mi mente está a mil y, a pesar de eso, no capto nada.
—Sí, Angelo, en Pisa. Esta es mi hija Gina Pastori, con la que te debías casar y tener a tu lado a cambio de este terreno. —Siento que el piso se me abre debajo y un sudor frío recorre mi espalda.
¿Su hija es esa mujer? Entonces, ¿quién estuvo conmigo este mes? Subí como volador al segundo piso a buscar a Gina y en el camino me topé con Aghata.
—No está el señor Angelo. La señora Gina se fue. —Menos mal que se fue. Estoy tan furioso que, si la encontraba en la habitación, no sé qué le podía haber hecho.
—¿No está? ¡Maldita seas, Gina o quien quiera que seas! —Entré a la habitación y le di un golpe al marco de la puerta. Ahhhh, qué rabia tengo, ¡esa mujer se burló de mí durante un mes!
Acabo de entrar a la habitación y veo en la cama el famoso bolso de animal print con las pertenencias de Gina Pastori, al lado de sus documentos y la tarjeta de crédito.
Miro a la mesa de noche y hay una fotocopia de una carta de identidad; la tomo y dice: Yo no soy Gina Pastori. En la identificación dice que se llama Georgina Rivera, y nació en Sermoneta, Italia, hace 25 años.
Hay un reloj de bolsillo antiguo con el símbolo de la vendimia y lo acompaña una tarjeta.
«Hay un juez llamado TIEMPO que pone a todos en su lugar. A mí me puso a tu lado un mes y fue el mejor mes de mi vida. Gracias por el TIEMPO que me diste, y perdón por el TIEMPO que perdiste».
Arrojé lejos esa tarjeta. Qué cínica esa mujer, es una trepadora de lo peor. Llevé mis manos a mi cabeza y empecé a llorar. Tomé el sobre que había también en la mesa de noche y vi que era una carta. En ese momento entró mi hermana, se acercó a mi lado, en silencio me abrazó y yo empecé a llorar como un niño, como nunca lo había hecho.
—Hermanito, por favor, cálmate. Esa mujer no merece tus lágrimas, solo se burló de ti. —Por fin habla, tratando de calmarme.
—Ay, hermanita, es que duele, duele mucho. Yo me enamoré de ella de verdad, pero era todo mentira. —¿Qué voy a hacer? No lo puedo negar, la amo.
—Angelo, papá está conteniendo al señor Pastori, y me pidió que te buscara junto a esa mujer para que aclaren todo. ¿Y ella, dónde está? —pregunta mi hermana Clara. Yo la juzgué, pero ella intuía que había algo extraño en Gina.
—¡Esa usurpadora se fue! Clara, ella... huyó. Espera, leo esta carta, y voy con ellos para que hablemos qué vamos a hacer de ahora en adelante. —Esperé que ella se fuera; mientras negaba con su cabeza, sequé mis lágrimas y empecé a leer la carta.
«Angelo:
Cuando leas esta carta, yo ya estaré lejos de ti. Sé que no merezco tu perdón, y sé que lo que hice debe ser pagado con cárcel, pero no me arrepiento de lo que pasó. Si crees que cometí el peor error de mi vida, no fue así; es lo mejor que me pudo pasar a pesar de que sabía que no era correcto y que estaba cometiendo un delito.
Disfruté cada día a tu lado al máximo, viví una vida que no era la mía; pero corrí el riesgo, pues estaba segura de que en la vida que tengo, nunca podía llegar a tener lo que tuve. Aunque lo único que no preví fue que en el camino me iba a enamorar de ti...Sí, te amo, Angelo, me enamoré del hombre que eres, de la primera vez que me diste, de tus atenciones y de tu corazón.
Sólo queda decirte que gracias por todo eso. Sé que lo hacías pensando que era otra mujer, pero de todos modos gracias por permitirme vivir en un sueño, pero del cual ya es hora de despertar e irme de tu lado. No creas que estoy huyendo por el delito que cometí, estoy huyendo de la realidad. Permíteme seguir soñando que yo era la verdadera mujer que tú querías, pero, si llega a mi destino el ser juzgada por mis delitos, lo asumiré como una realidad que merecía por ser una soñadora.
Angelo, te pido que no me recuerdes con odio; solo piensa que fui un mal sueño que tuviste durante un mes y, por favor, vuelve a la realidad, busca a la verdadera Gina Pastori y conserva a "La Simblia", que siempre ha sido tu sueño.
Siempre tuya... Georgina Rivera.❤️