⚠️Quinto libro de la dinastía Lobo⚠️
Desde su infancia, Jazmín Lobo ha estado atrapada en un amor silencioso y casi prohibido por Damir Novikov, el enigmático heredero de la temida mafia rusa. A medida que crece, la dulce y dedicada estudiante de medicina lucha por reconciliar su amor por él con la brutal realidad de sus respectivas familias. Hija de los líderes de la mafia italiana, Jazmín ha sido testigo del profundo amor entre sus padres, un ideal que anhela para sí misma, pero teme que Damir no sea capaz de ofrecerle lo que su corazón desea.
Después de un reencuentro en la fiesta de compromiso de su prima, la conexión entre Jazmín y Damir se intensifica, llevándolos a un romance clandestino lleno de promesas y pasión. Sin embargo, cuando el destino les juega una carta devastadora, Jazmín se ve forzada a confrontar no solo su amor por Damir, sino también su propia identidad y lealtades familiares en un mundo donde el peligro acecha en cada esquina.
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Despedida.
♥️ DAMIR NOVIKOV🔥
Después de disfrutar el delicioso desayuno, me siento satisfecho, pero hay algo que no puedo dejar pasar, algo que olvide anoche perdido en el deseo. Me acerco a Jazmín, que sigue sentada en la cama, y con un gesto serio, le entrego la pequeña pastilla.
—Debes tomar esto —digo, sintiéndome un poco culpable—. Lo siento por no haberme protegido la noche anterior.
Ella me mira por un momento, y luego sonríe con esa ternura que siempre me derrite.
—Está bien, Damir. No te preocupes —responde, tomando la pastilla y un sorbo de agua—. Estoy tranquila. Creo que debo comenzar con un método.
Mientras la observo tragar la pastilla, mi mente divaga. No puedo evitar imaginarme una hermosa niña que sería nuestro reflejo, con sus ojos brillantes y su risa contagiosa. La idea me sorprende, y aunque es un pensamiento fugaz, me deja una sensación cálida en el pecho.
—¿Qué pasa? —pregunta Jazmín, notando mi expresión pensativa.
—Nada, solo estaba... soñando despierto —respondo, sonriendo para disimular.
Ella se ríe, y en ese momento, decido que no hay mejor manera de disfrutar este día que compartiendo un momento de intimidad.
—¿Te gustaría un baño? —le propongo, y su rostro se ilumina.
—Suena perfecto.
Nos dirigimos al amplio jacuzzi que hay en la habitación, y mientras el agua caliente comienza a llenar la tina, echo un vistazo a los aceites y sales aromáticas que hay a nuestro alrededor. Agrego un poco al agua, y el aroma de lavanda pronto llena el aire, creando un ambiente perfecto para relajarnos.
Cuando el jacuzzi está listo, ambos entramos, y el calor del agua nos envuelve. Entre risas y toques suaves, nos acercamos el uno al otro, disfrutando de cada roce.
—Esto es increíble —dice Jazmín, mientras se acomoda contra mí.
—Sigue siendo mejor contigo a mi lado —respondo, besando su frente.
Los momentos se vuelven más intensos; cada roce, cada beso, nos lleva a un estado de euforia. Nuestras manos exploran nuestros cuerpos, y pronto, el calor del agua se mezcla con el fuego que arde entre nosotros.
—No puedo resistirme a ti —susurro, mientras la miro a los ojos, sintiendo que el deseo crece.
—Yo tampoco, Damir —responde, y con esas palabras, nos entregamos el uno al otro en el jacuzzi, uniendo nuestras almas en una danza de amor y pasión.
La entrega es apasionada, y la intimidad que compartimos en ese momento es más profunda que cualquier otra cosa que haya experimentado. El agua salta a nuestro alrededor mientras nos perdemos el uno en el otro, y cada gemido, cada suspiro, resuena en el aire, haciendo que el momento sea aún más especial.
Después de lo que parece una eternidad, salimos del jacuzzi, riendo y felices. Pasamos el resto del día en la habitación, disfrutando de la compañía del otro, hablando, riendo y explorando cada rincón de nuestra conexión.
A medida que el sol comienza a ponerse, sabemos que es hora de recoger nuestras cosas. La realidad nos llama, y aunque ambos deseamos quedarnos en esta burbuja de amor, el deber aguarda.
—¿Lista para el viaje de regreso? —pregunto, sintiendo un nudo en el estómago.
—Sí, aunque no quiero que termine —admite, con un tono melancólico.
El trayecto en el jet privado es emotivo; la conexión entre nosotros es palpable. No queremos separarnos, y cada mirada, cada toque, nos recuerda lo que hemos compartido.
—Prométeme que volverás a mí —le pido, sintiendo que el tiempo se escapa.
—Siempre volveré, Damir. Te lo prometo —responde, apretando mi mano.
Al llegar a Florencia, el mundo exterior nos espera. Los vehículos de nuestra seguridad están listos, y otro auto con vidrios polarizados nos está esperando. Una vez dentro, mis pensamientos giran en torno a lo que nos espera.
Cuando finalmente llegamos al estacionamiento privado de su edificio, me detengo y la miro a los ojos.
—Antes de que bajes, necesito un beso —le digo, y ella sonríe con picardía.
Nos besamos con una intensidad que refleja nuestra conexión, como si cada beso pudiera sellar el momento en nuestras memorias.
—No quiero que te vayas —susurra, y puedo sentir su tristeza.
—Yo tampoco, pero esto no es un adiós, es un hasta luego, te llamaré todos los días y volveré muy pronto —le prometo, y luego me bajo, rodeo el auto abriendo la puerta para ella.
Tomados de la mano, buscamos el elevador que nos llevará al piso de Jazmín.
—¿Puedo pedirte algo? —pregunta, mirando hacia arriba con esos ojos dorados que siempre me desarman.
—Claro, lo que quieras.
—¿Puedes dormir conmigo lo que resta de la noche? —su voz es suave, y siento cómo mi corazón se acelera.
—Por supuesto que sí —asiento, sintiendo que no puedo resistirme a su petición.
Al llegar a su habitación, nos despojamos de nuestras ropas y nos metemos en la cama. Mientras el sueño nos abraza, me siento completo a su lado.
Cuando el sol comienza a salir, la realidad se cierne sobre nosotros. Jazmín tiene que ir a la clínica, y yo debo regresar a Rusia para cumplir con mis responsabilidades como futuro líder de la mafia rusa.
—Te veré pronto, caramelo —le digo, acariciando su mejilla mientras el sueño comienza a abrumarla.
—Prométeme que volverás rápido —responde, con sus bellos ojos llenos de anhelo.
—Siempre volveré a tí, Jazmín. Siempre. Te amo.
Con esas palabras, cierro los ojos, sabiendo que el amor que hemos compartido es un lazo que nada podrá romper.
_Me llamas cuando llegues _me pide cuando busco el ascensor.
_Claro que sí.
Niega dos veces, camina rápido hacía mí, la alzo y ella enrolla sus piernas alrededor de mi cuerpo, nos fundimos en un largo beso y termino haciéndole el amor sobre uno de los sillones antes irme.
_Te amo.
_Te amo.
Por lo que entendí, el siempre estuvo enamorado de ella y no le perdonaba que no llegara virgen al matrimonio... Otro troglodita que no entendió que a veces no importa ser el primero ,sino el último amor de una mujer....