En los misteriosos bosques del Imperio de Thaloria, Zaida despierta en un carruaje, sin memoria y rodeada de desconocidos. Pronto se encuentra en medio de una lucha por la libertad liderada por la valiente princesa Ariadne y sus caballeros.
Pero su destino toma un giro inesperado cuando Zaida encuentra un misterioso collar y libera a Anika, una poderosa bestia divina encerrada en su interior. A medida que la relación entre Zaida y Anika se desarrolla, enfrentarán desafíos y complicaciones, mientras Anika se convierte en una fiel sirviente de Zaida.
Mientras descubre oscuros secretos y poderes ocultos, Zaida atrae la atención de varios príncipes del reino, cada uno con sus propios intereses y motivaciones.
Nota: está es una historia que salió de mi cabeza xd, pero probablemente sufra modificaciones, aún cuando ya esté publicado (es que soy mujer y no sé lo que quiero jajaja) que la disfruten :)
Extra: Contiene imagenes para una mejor imaginación :3
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CAPITULO 22 - Regreso al Reino
Cecilia dudó, pero al final aceptó. Rowan estaba feliz por esto y, después, le dijo que él no podía salir, refiriéndose indirectamente a su confinamiento, por lo que necesitaba a alguien que actuara en su nombre. Cecilia entendió, pero dejó claro que no sería ella quien hiciera esos mandados.
—Lo siento mucho, pero no seré tu gata para esas cosas —dijo Cecilia con firmeza.
Rowan suspiró, dándose cuenta de que enojarse con ella no le convenía. —Está bien. Entonces, necesito que me entregues cuatro guardias. Que me juren lealtad y así no te molestaré más con esto. —
Cecilia comprendió el significado de esto. Si le entregaba cuatro guardias a Rowan, esos guardias ya no estarían a su servicio, sino al de Rowan. Aunque Cecilia interviniera, estos nunca obedecerían. Dudó, pero al final aceptó.
—Y también necesito una mujer, hermosa —añadió Rowan.
Cecilia hizo una mueca de disgusto, sabiendo la reputación de Rowan como mujeriego. —No te daré mujeres para tus pasatiempos, Rowan. —
—No es para mí —replicó Rowan—. Es para el Emperador. —
Cecilia se sorprendió y le recordó su promesa de no dañar al Emperador.
—Necesitamos a alguien que esté cerca de él —explicó Rowan—. Alguien que pueda convencerlo directamente, no por intermediarios como guardias o soldados. Sería estupendo tener a la Emperatriz, pero ella concuerda en la mayoría de las decisiones del Emperador, así que tenerla de aliada es muy arriesgado. —
Cecilia comprendió la necesidad de una mujer en este plan. —Tu idea es astuta. Al darle al Emperador una concubina, podríamos adelantar la boda entre William y yo. —
—Exactamente —asintió Rowan—. Esta mujer debe ser leal para evitar complicaciones. —
Cecilia asintió, comprendiendo plenamente el alcance del plan. —Buscaré a la mujer que necesitas y traeré a los guardias que solicitas. —
Rowan se mostró feliz y agradecido. Pero antes de partir, Cecilia expresó su intención de investigar el incidente en el palacio de William y por qué Rowan había irrumpido allí.
Rowan se tensó al escuchar esto. Sabía que si Cecilia descubría que su objetivo era la corona, todo su plan se desmoronaría. —Cecilia, lo que hice fue impulsivo. No encontrarás nada más que mis propias imprudencias. No quiero que te preocupes por eso. —
Cecilia lo miró con sospecha.
—Me gustaría que mi padre me tomara en cuenta—dijo Rowan —Pero también me gustan los objetos antiguos, las cosas con historia. —
Señaló un jarrón y varias espadas antiguas colgadas en la pared. —Estas cosas tienen un valor que muchos no entienden. A las mujeres les gustan las joyas y los diamantes, pero para mí, estas reliquias son lo que me apasiona. —
Cecilia había entendido eso. Su padre les compraba diamantes a veces a su madre y a ella, sabiendo que tenían un valor inmenso, aunque a no era algo que le interesara personalmente. A su padre le interesaban los caballos de diferentes razas y espadas de diferente filo.
—Entonces, lo que intentas robar del Emperador es un objeto antiguo —dijo Cecilia, viendo que eso no era grave. —Debo entregar ese reporte lo más pronto posible, pero aún así, es seguro que estarás encerrado en tu Palacio durante un mes. —
Rowan asintió. —No importa. Esperaré, ya que no me queda de otra. —
Cecilia se retiró, dejando a Rowan a solas con sus pensamientos.
Mientras ella se alejaba del palacio, Rowan la espió desde su ventana. Cómo Cecilia sale de su palacio. El guardia, llamado Alaric, se acerca con una expresión de curiosidad.
—Aún no entiendo de qué se trata el plan, mi señor —
Rowan, al escuchar eso, comenzó a reírse. Alaric no comprendía por qué se reía, pero se asustó.
—¿Está bien, mi señor? —preguntó Alaric, con la preocupación evidente en su voz.
Rowan se rió más fuerte. —Eso debió preguntar Cecilia, pero no lo hizo. De solo escuchar que al ayudarme, William y ella se casarán muy pronto es como si se hubiese rendido. Dió por echo tales cosas. —
Alaric seguía con la duda sobre lo que Rowan intentaba hacer.
Rowan lo miró, su rostro cambiando de la risa a una expresión más seria —El amor, Alaric, hace que la gente pierda la cabeza. Mira a mi madre, por ejemplo. Amaba al Emperador con una intensidad que la consumió. Por ese amor, perdió la vida en el Imperio. Le pedí al Emperador que investigara su muerte, pero me ignoró. Ahí entendí que el único de los dos que estaba realmente enamorado era mi madre. Y Cecilia va por ese camino. —
Rowan hizo una pausa, sus ojos llenos de una tristeza profunda. —El amor, Alaric, puede ser la fuerza más poderosa pero... también la más destructiva. Mi madre murió por amar, y yo he jurado no dejarme atrapar por esa debilidad. Si me enamoro, perderé. No solo la vida, sino la cordura, la estrategia. El amor hace que uno se vuelva vulnerable, y en este juego de poder, no puedo permitirme tal lujo. —
Alaric lo miró, notando el dolor en las palabras de Rowan. —¿Por eso se mantiene alejado de cualquier vínculo emocional, mi señor? —
Rowan suspiró profundamente, sus ojos perdiéndose en la distancia. —Lo que quiero del Emperador, Alaric, es su corona. Es imposible que yo sea el siguiente Emperador, ya que el primero en la línea es Remesis, después Ariadne, luego William, y por último yo. —
El guardia no podía creerlo. —¿Pero cómo lo hará, mi señor? —
— Para eso necesito ayuda y deshacerme de mis hermanos... Y para eso, aprovechare la ausencia de Cassian. Por eso no puedo permitirme amar. Debo mantenerme enfocado en mi objetivo. No es fácil, pero es necesario. La corona es mi destino, y para alcanzarla, debo dejar de lado cualquier cosa que me haga débil. —
El guardia permaneció en silencio, reflexionando sobre las palabras de Rowan. Entendía ahora la profundidad de su ambición y la razón detrás de su aparente frialdad.
—Lo comprendo, mi señor. Haré todo lo que esté en mi poder para ayudarle a alcanzar su objetivo —dijo Alaric con determinación.
La noche avanzaba, y mientras Cecilia se alejaba del Palacio, Rowan y Alaric permanecían en la ventana, observando cómo las sombras danzaban bajo la luz de la luna, conscientes de que el camino hacia la corona estaba lleno de desafíos, pero decididos a enfrentarlos sin vacilar.
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Cassian llegó al Reino de Esmiria con el corazón lleno de anticipación y ansiedad. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había visto a su familia, y las noticias sobre la enfermedad de su padre lo tenían preocupado. Al llegar al Castillo, fue recibido con gran ceremonia, pero su atención estaba centrada en ver a sus padres.
Al entrar en el gran salón, vio a su madre, la Reina Daphne, esperándolo con los brazos abiertos. Su rostro mostraba una mezcla de alegría y preocupación.
—Cassian, hijo mío, qué bueno es tenerte de vuelta en casa —dijo la Reina Daphne, abrazándolo fuertemente.
—Madre, he estado tan preocupado por ustedes. ¿Cómo está padre? —preguntó Cassian, notando la tristeza en los ojos de su madre.
—Está en su habitación, descansando. Ha tenido unos días difíciles —respondió la Reina Daphne, tomando la mano de su hijo y guiándolo hacia los aposentos del Rey.
Al llegar a la habitación del Rey, Cassian encontró a su padre, el Rey Vael, recostado en la cama. Su rostro estaba pálido y demacrado, pero sus ojos aún brillaban con la fuerza de un líder.
—Padre, estoy aquí —dijo Cassian, acercándose a la cama y tomando la mano de su padre.
—Cassian, mi hijo. Es bueno verte —dijo el Rey Vael con una voz débil pero firme.
Cassian observó con preocupación a su padre. —Padre, ¿qué ha sucedido? ¿Qué enfermedad es esta que te aqueja? —
El Rey Vael suspiró. —Los médicos dicen que es una fiebre reumática. Ha sido una lucha dura. Necesito que estés preparado, Cassian. Uno nunca sabe lo que puede pasar. —
La Reina Daphne, sentada al lado del Rey, asintió con tristeza. —Tu padre ha sido fuerte, pero esta enfermedad nos ha mostrado lo frágil que puede ser la vida. —
Cassian asintió, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. —Padre, haré todo lo posible por estar a la altura de tus expectativas. —
—Lo sé, hijo. Pero también debes estar listo para asumir el liderazgo si llega el momento. Necesitamos que Esmiria siga siendo fuerte —dijo el Rey Vael, apretando la mano de Cassian con más fuerza de la que el Príncipe esperaba.
—Sí, padre. Estaré listo para lo que sea necesario —dijo Cassian, aunque por dentro la idea de perder a su padre lo llenaba de temor.
El Rey Vael suspiró profundamente antes de continuar. —Cassian, hay otro asunto que debemos discutir. He estado hablando con tu madre, y creemos que es momento de empezar a pensar en tu futura Reina. —
En Thaloria, el Emperador puede elegir a su Emperatriz, como Magnus hizo con Elena, porque el Imperio es poderoso y estable.
En Esmiria, la tradición dicta que el Rey actual debe escoger a la futura Reina. Es una manera de asegurar alianzas fuertes y estables. El Reino está creciendo, no son débiles, pero tampoco fuertes.
Cuando el futuro Rey asciende al trono, no lo hace solo, sino junto a su Reina, porque así lo dictan las leyes de Esmiria.
Cassian se quedó sorprendido por las palabras de su padre. —Pero padre, ¿qué pasa si... no quiero casarme con alguien a quien no amo? —
El Rey Vael sonrió débilmente. —Lo sé, hijo. Tu madre y yo también nos casamos por obligación, pero con el tiempo aprendimos a amarnos. Es una tradición que ha servido bien a nuestro reino. —
La Reina Daphne añadió con suavidad: —Además, no todo son malas noticias. Queríamos decírtelo en persona... Cassian, estoy embarazada. Vas a tener un hermano. —
Cassian se quedó boquiabierto. —¿Por qué no me lo dijeron antes? —
—Ha sido un tiempo difícil con mi enfermedad —explicó el Rey Vael—. Tu madre no le prestó mucha atención a sus síntomas hasta que se desmayó. Los doctores pensaron que era por el estrés, pero luego descubrieron que estaba embarazada. —
Cassian abrazó a su madre con felicidad. —Esto es una gran noticia, madre. Prometo que haré todo lo posible para aligerar tu carga y la de padre. —
—Eso es lo que necesitamos, Cassian —dijo el Rey Vael, sonriendo débilmente—. Necesitamos tu fuerza y tu compromiso con el Reino. —
—Haré mi mejor esfuerzo, padre. No los decepcionaré —prometió Cassian, sintiendo un renovado sentido de propósito y responsabilidad.
El Rey Vael cerró los ojos por un momento, descansando mientras continuaba sosteniendo la mano de su hijo. Cassian se quedó en silencio, permitiendo que sus padres tuvieran un momento de paz. Mientras observaba a su padre descansar, su mente comenzó a divagar hacia las responsabilidades que pronto podrían recaer sobre él. La idea de convertirse en Rey era abrumadora, pero también sabía que debía estar preparado para lo que viniera.
La Reina Daphne se inclinó hacia Cassian y susurró: —Hijo, no queremos presionarte, pero es importante que pienses en el futuro de Esmiria. Con la enfermedad de tu padre, necesitamos asegurarnos de que todo esté en orden. —
Cassian asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. —Madre, entiendo la importancia de elegir una Reina adecuada. Pero, ¿cómo puedo estar seguro de que será alguien con quien pueda formar una alianza sólida y también encontrar la felicidad? —
La Reina Daphne sonrió con ternura. —Cassian, la elección de una Reina no es solo una cuestión de política. Esmiria necesita una alianza fuerte, sí, pero también necesitas a alguien que pueda ser tu compañera, alguien que pueda apoyarte y compartir tus responsabilidades, que sea adecuada para el Reino. Con el tiempo, el amor puede florecer, como lo hizo entre tu padre y yo. —
Cassian se quedó en silencio, reflexionando sobre las palabras de su madre. La responsabilidad de aceptar a su futura Reina no solo afectaría su vida, sino también el destino de todo el Reino. Sabía que debía tomar una decisión que beneficiara a todos.
El Rey Vael abrió los ojos y miró a Cassian con una expresión de determinación.
—Hijo, confío en tu juicio. Sé que tomarás la decisión correcta para Esmiria. —
—Gracias, padre. Haré todo lo posible por ser un buen líder y un buen hijo —dijo Cassian, sintiendo el peso de la responsabilidad aumentar, pero también una sensación de propósito más clara.
Después de pasar un tiempo con sus padres, Cassian salió de la habitación del Rey para reflexionar en los jardines del palacio. Los jardines siempre habían sido su refugio, un lugar donde podía pensar con claridad. Mientras caminaba entre las flores y los árboles, se detuvo junto a una fuente y se sentó en un banco de piedra.
Observó el agua fluir suavemente, pensando en los desafíos que se avecinaban. Sabía que aceptar a la Reina adecuada sería una tarea difícil, pero también era consciente de que no podía hacerlo solo.
Mientras el sol comenzaba a ponerse, Cassian se levantó y regresó al Castillo. Sabía que había mucho trabajo por hacer y muchas decisiones importantes que tomar. Con un renovado sentido de responsabilidad y determinación, Cassian se preparó para enfrentar el futuro, dispuesto a hacer lo necesario para asegurar la prosperidad y la estabilidad de Esmiria.
Está muy buena la novela
Autora usted es increíble, mis respetos por esta obra tan magistral, me encanta es tan entretenida, lleno de acción, incertidumbre, misterio, magia, amor, todo en un paquete y es digno de felicitarla,, es muy atrapante leerla, espero sigas siempre brindando increíbles obras, Saludos desde Paraguay!!