 
                            Después de perderlo todo Isabela decide reconstruir su vida.
Entre lágrimas y aprendizajes, descubre que el destino puede sorprender con un nuevo amor y una nueva vida…
Uno capaz de sanar su corazón y enseñarle que siempre es posible volver a soñar y a vivir.
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Capitulo:22
ISABELA:
Mientras el auto está en marcha, mantengo los ojos cerrados hasta quedarme completamente dormida.
Un suave toque en mi hombro hace romoverme y escucho una voz lejana.
—Ya hemos llegado a tu casa, es hora de despertar dormilona.
En medio del sueño me quedo vagando pensando de quien es la voz y de pronto abro los ojos mirando a todos lados.
—Mierda.
Murmuro pasando las manos por mis labios limpiando un rastro de baba.
Hay no, qué vergüenza.
Miro de reojo a Vladímir el cual me mira fijamente con una sonrisa burlona.
—No te sientas avergonzada, es normal babear cuándo estamos en una mala posición.
Tapo mi rostro con mis manos por algunos segundos, de seguro hasta mis ronquidos salieron.
—Pensé que iríamos a la oficina, aún queda mucho trabajo por hacer.
Digo mientras quito la mano de mi rostro y lo miro.
—Tienes que descansar, aún estás pálida.
—Es normal, estoy bien.
Él con un suspiro sale del auto, lo rodea y abre mi puerta.
—No estás bien Isabela, estuve investigando y los primeros meses son terribles, vamos a tu apartamento, te prepararé una sopa.
Una sonrisa se forma en mis labios.
—¿De verdad?
—Claro que sí, vamos.
Ambos subimos a mi apartamento y él se dirige a la cocina mientras yo me dirijo al baño para tomar una ducha caliente y relajar mi cuerpo.
Al terminar me pongo algo cómodo y casual, para luego ir a la cocina donde observo a mi jefe moverse con naturalidad en mi cocina.
Tomo asiento en el pequeño comedor de dos y me dedico a mirar todos sus movimientos detalladamente.
—Si continúas mirándome así, voy a pensar que quieres otra cosa y no lo que estoy preguntando.
Él me mira por encima del hombro y yo río desviando la mirada hacia otro lado.
—No pienses de más, solo me sorprende tener a mi jefe en mi cocina... Es raro.
—No soy solo tu jefe, soy tu novio ¿Lo olvidas?
Una sonrisa se forma en mis labios y suspiro acomodándome mejor en la silla.
—No lo olvido, aunque creo que somos muy adultos para andar en esas cursilerías de novios, eso hay que dejárselos a los adolescentes.
—¿Es una forma sutil de decirme que ya quieres el anillo?
Levanto mi mano y observo que nada adorna mis dedos.
—No lo sé, mis dedos están vacíos, creo que le hace falta un lujoso anillo ¿No crees?
Vladimir estalla en risas mientras se gira a mirarme.
—Creo que tienes razón querida, tomaré en cuenta tu petición.
Dice y se acerca a mí con la sopa en sus manos.
—Ya esta lista, espero lo disfrutes.
—Gracias ¿Tú no vas a comer?
—No, yo estoy bien.
Asiento y comienzo a tomar la sopa que no está nada mal, está muy rica.
...
—¿Tú no piensas ir a trabajar?
Le pregunto mientras ambos observamos un k-drama desde mi sofá.
—Soy el jefe, además estoy cuidando de mi novia que no se siente bien ¿Qué clase de hombre sería si te dejo sala?
Alzo las cejas mirando lo cómodo y concentrado que está en la serie.
La verdad es que me alegra poder tener compañía, aunque nunca pensé que sería mi jefe, pero me siento feliz de poder compartir con alguien más.
Sin darme cuenta, me quedo completamente dormida sintiendo paz y tranquilidad a su lado.
Vladímir observa la hermosa rubia dormir a su lado y con una sonrisa la acomoda en su hombro para que esté más cómoda, es una chica maravillosa, lástima que la han hecho sufrir como no se merece, confió en las personas que no debería.
—Te prometo que de mí solo obtendrás lealtad.
Susurra tomando sus delicadas manos y deja un dulce beso en ella.
Los minutos y las horas pasan mientras los dos duermen profundamente hasta que Vladimir se sobresalta al escuchar como tocan la puerta.
Tarda unos segundos en ubicarse e Isabella solo se remueve un poco, pero continúa dormida.
La puerta es tocada otra vez y él la acomoda en el sofá lentamente y luego la cubre con la manta que ella tenía a sus pies.
Vladímir camina hacia la puerta para luego abrirla algo molesto, no le gusta que lo despierten cuándo él se encuentra muy cómodo.
Del otro lado de la puerta un rubio lo mira con sorpresa.
—¿Qué haces en el apartamento de mi hermana?
Pregunta extrañado y con curiosidad.
—¿Tu hermana?
Pregunta Vladimir confundido, pero se da cuenta del parecido entre ellos.
—Sí, mi hermana.
Responde este con algo de hostilidad y Vladimir solo asiente.
—Ella está descansando, vuelve otro día.
Intenta cerrar la puerta, pero el chico del otro lado lo detiene.
—¡Oye, tienes que dejarme pasar!
Vladímir alza las cejas mirándolo fijamente.
—¿Por qué debería dejarte pasar? No te conozco y no sé si tu hermana quiere verte.
Él se encoge de hombros con la intención de cerrarle la puerta en la cara, pero una voz lo detiene.
—¿Quién está ahí?
Pregunta Isabela con voz adormilada.
—Dice que es tu hermano.
Ella abre los ojos y se acerca de inmediato.
—¿Liam?
 
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                    