Antonieta, una joven noble de catorce años, vive atrapada entre las estrictas reglas de la alta sociedad y su pasión secreta: volar en un caballero móvil. Mientras se prepara para cumplir con su rol como dama y conocer a su prometido, entrena en secreto para dominar la tecnología que le permitirá surcar los cielos. Pero no todos están dispuestos a aceptar su sueño, y Antonieta deberá decidir si seguir las normas o romperlas para volar libre.
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Capítulo 20: El Día de la Prueba
[Interior – Despacho del Director]
El director Merneth observaba a través de la ventana la silueta oscura de la academia, con el informe de Vasily aún fresco en su memoria: la Cruz Negra se había infiltrado. Sin embargo, segundos después, lo que escuchó lo desconcertó aún más: habían encontrado a un espía rebelde.
Él había estado esperando algo, pero comenzó a lamentarlo en cuanto Vasily entró a la oficina con la información obtenida de Reginal.
Vasily:
—Al final, Director Merneth, ese chico, Reginal, dijo la verdad. Hannibal revisó los documentos. Hay evidencia concreta.
Director:
—¿Y los otros?
Vasily:
—Silenciados. Lo que queda de su célula es él… y lo que descubrieron antes de morir.
Director (asintiendo lentamente):
—Entonces estamos entre la espada y la pared...(Gira hacia él)
—Necesitamos identificar al detonador, y también prepararnos para el peor escenario posible. Alertaré a los maestros y a todo el personal. Príncipe Vasily, debemos mantener la vigilancia. Nadie debe sospechar nada.
Vasily:
—¿Entiendo?
Director:
—Especialmente con la prueba... que se llevará a cabo mañana.
Vasily:
—¿Entonces se hará?
Director:
—Odio decirlo, aunque me retuerce el estómago... Aparentar que no sabemos nada es la mejor estrategia. Pero...
En ese momento, Vasily notó las manos del director temblar. Cada palabra era una carga. Él también sintió miedo. No tenían margen de error.
Director:
—Los enemigos no deben saber que empezaremos a movernos... Iré a preparar a los docentes.
Vasily:
—Comenzaré a investigar con Hannibal.
[Interior – Salón de Reuniones del Claustro Docente – Madrugada]
Varios profesores y personal importante estaban reunidos en torno a una larga mesa. La tensión en el aire era casi palpable. Había vasos de café, cigarrillos apagados, documentos y una pantalla holográfica con imágenes de seguridad.
Director:
—Ese es el plan. Necesito su apoyo y confianza. Estoy seguro de que juntos podremos detener esto sin poner en riesgo a los alumnos.
Docente 1:
—Eres un estúpido, Merneth. ¿Cómo se te ocurre mantener la normalidad en este momento? ¡Debemos actuar, no importa cuántos explosivos haya!
Docente 2:
—Y si no encontramos nada, quizás eso es lo que buscan: que entremos en pánico.
Docente 3:
—¿Y si algo ocurre DURANTE la prueba? ¿Cargaremos con el posible deceso de varios estudiantes?
Docente 4:
—El director dijo que todo sigue… debemos confiar.
Docente 2:
—¿O aparentar confianza? Esta institución está jugando con vidas.
Director:
—Entiendo sus dudas. Estoy dispuesto a asumir la responsabilidad por todos ustedes.
Docente 4:
—¿Qué nos asegura que esto funcionará?
Director:
—Nada. Pero tenemos a las mentes más brillantes en esta institución, y a prodigios en distintas áreas. No les pido fe, pero tampoco les pido que por miedo generen caos e histeria.
Nadie respondió. Finalmente, todos aceptaron en silencio. Los miembros de seguridad fueron desplegados, los docentes comenzaron a movilizarse. Nadie durmió. Así comenzó el día de las pruebas de Helior.
[Exterior – Vestuarios – Madrugada]
Reginal revisaba cada rincón de los vestuarios, desde los casilleros hasta las esquinas más oscuras.
Reginal (pensando):
Este es el lugar menos obvio, Richard…
Mientras tanto, Rosaria inspeccionaba los exteriores y Richard se encontraba en el techo. Miraba el cielo, con su cuerpo pidiendo descanso.
Richard (adormilado):
—Demonios… ¿acaso est...le...
Estaba a punto de quedarse dormido, pero se dio una cachetada y continuó. Entonces vio los depósitos de agua: pequeños cubículos cerrados con candado y cadenas. Al acercarse, notó que estaban rotas.
Richard (pensando):
Es tan obvio que parece una trampa...Aun así, empujó la puerta. Allí estaba: una bomba. Inmediatamente alertó a los demás.
En ese momento, se escuchó un disparo. Richard se puso en alerta y se asomó. Vio a Rosaria arriba, junto a Reginal, sangrando del brazo.
Richard:
—¿Qué pasó?
Rosaria:
—Un tipo lo esperaba en un casillero.
Reginal:
—Me apuñaló en el brazo. Yo le disparé... Luego Rosaria me ayudó.
Richard:
—Al menos no terminaste muerto. Vamos, encontré una bomba.
Entraron al depósito: primero Rosaria, luego Reginal, por último Richard. Al ver la bomba, tanto Rosaria como Reginal la reconocieron.
Rosaria:
—Es un detonador sencillo. Debe activarse con una señal cercana.
Richard:
—Entonces, quien la puso... ¿quería que no se activara antes de tiempo?
Reginal:
—O ganar tiempo para huir.
Se acercó a la bomba, observó los cables, y tiró de uno.
Reginal:
—Apagada.
Richard:
—Al menos funcionó.
Rosaria:
—No encontramos el detonador principal, pero hay una bomba menos.
[Interior – Dormitorio de los Alcalá de la Alameda – Mañana]
Antonieta abrió los ojos lentamente. Su cuerpo aún tenso recordaba la presión de la conexión neural. Se incorporó con dificultad.
Toc, toc.
Se levantó torpemente. Abrió la puerta. Rosaria estaba allí, seria, con un paquete.
Rosaria:
—Richard dijo que esto era para ti.Se lo lanzó. Antonieta lo atrapó.
Antonieta:
—¿Un uniforme?
Rosaria:
—Modificado para ti. No preguntes.
(Se da vuelta)
—La prueba es en una hora.
Antonieta:
—¿Después de la novatada? ¿Aún harán la prueba?
Rosaria (sin girarse):
—Claro. Porque aparentemente, aquí nunca pasa nada.
[Exterior – Pista de Obstáculos – Más tarde]
Los estudiantes estaban reunidos frente a una pista colosal: obstáculos, trampas, barro, torres que simulaban combate extremo. Algunos reían, otros estaban tensos. Nadie sabía nada.
El director se encontraba en una tarima elevada.
Director (tono neutral):
—Hoy comenzamos la etapa práctica de la evaluación. Solo aquellos dispuestos a ensuciarse llegarán lejos.
(Sonríe levemente)
—Y recuerden: el enemigo nunca avisa cuándo va a atacar.
Desde las pantallas de vigilancia, Richard observaba a Antonieta y al resto. Vasily, en la torre de vigilancia, tenía un comunicador en el oído. Reginal estaba oculto entre sombras, con la mirada fija en la pista.
[Exterior – Campo de pruebas – Mañana]
Los estudiantes estaban listos. Los caballeros móviles alineados, brillaban bajo el sol. Algunos con entusiasmo, otros con nervios.
Instructor (voz amplificada):
—Primera etapa: recorrido entre obstáculos. Recuerden: el control y el equilibrio son más importantes que la velocidad.Se abrieron las compuertas. Los caballeros móviles avanzaron. Polvo, lodo, impactos.
Antonieta, aún adolorida, se movía con decisión. Parecía tomar la delantera, hasta que algo se enredó en sus piernas. Su unidad cayó en un estruendo metálico. Logró liberarse.
Antonieta (frustrada):
—¡Demonios! Ya casi tomaba la delantera…Siguió corriendo. Vio que muchos otros también cayeron en la trampa. Al final, llegó a la sección de obstáculos.
Un caballero móvil saltó entre plataformas, pero no alcanzó una y cayó al barro. Otro, corriendo por un paso estrecho, fue golpeado por un proyectil. Otros lograban superarlo.
Antonieta respiró hondo. Comenzó a moverse. Saltó entre plataformas, y aunque casi cae, se aferró al borde. Luego llegó a una sección donde debía escalar entre dos paredes. Cayó al barro, pero logró superarlo con gran esfuerzo.
Finalmente, cruzó la meta.
Instructor:
—Puesto veinte. Decente… tirando a mediocre.
Después vino la prueba de tiro. Logró disparar a quince de veinte blancos.
Y luego… llegó la prueba final: la prueba de vuelo.