En el elegante y misterioso mundo de los multimillonarios, una mujer se esconde detrás de una fachada de pura seducción. Nina es la dama perfecta, la musa enigmática que los hombres desean y las mujeres envidian. Nadie sabe que Nina es la heredera de una de las fortunas más grandes del mundo.
Su misión es infiltrarse en el círculo íntimo de su futuro legado, descubrir quiénes son sus aliados y quiénes son sus enemigos. Y lo hará usando su belleza, su astucia y su encanto.
Entre cenas de lujo, conversaciones envenenadas y caricias furtivas, Nina comenzará a desentrañar una red de secretos que cambiará su vida para siempre. Con un pie en la alta sociedad y otro en las sombras, tendrá que decidir hasta dónde está dispuesta a llegar.
"Seducción en dos actos" es una historia sobre el poder, el deseo y la lucha interna de una mujer que juega a un juego peligroso. Una mezcla perfecta de comedia, erotismo y misterio que te hará cuestionar hasta dónde llegarías por una fortuna… y por amor.
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La Confrontación
Victor se reclinó en su silla con una lentitud calculada, como si cada movimiento fuera parte de un ritual cuidadosamente coreografiado. No era un gesto de retirada, sino de evaluación, como un felino que observa a su presa antes de decidir si jugar un poco más o dar el zarpazo definitivo. Sus ojos, oscuros y penetrantes, se posaron sobre Nina con una intensidad que hacía que el aire a su alrededor pareciera vibrar. Era una mirada que desnudaba, que exploraba cada curva, cada sombra, cada secreto que ella guardaba bajo la superficie.
—Entonces, ¿de qué se trata? —preguntó, su voz baja y grave, como un susurro que rozaba la piel antes de llegar a los oídos. Había una seriedad en su tono, pero también esa suavidad peligrosa que usaba como un arma, una herramienta para desarmar, para seducir, para dominar sin que nadie se diera cuenta de cuándo había perdido el control.
Nina no respondió de inmediato. Dejó que el silencio se extendiera entre ellos, un silencio cargado de electricidad estática, como si el aire mismo estuviera a punto de estallar en chispas. Lo observó con una mezcla de cautela y desafío, sus ojos brillando con una luz que parecía decir: *"Sé lo que eres, y aún así no me asustas"*. Finalmente, cuando el silencio ya era casi insoportable, dejó caer las palabras como una bomba:
—De mi familia.
Las palabras resonaron en el espacio entre ellos, pesadas, cargadas de una gravedad que no solía mostrar. Victor no se inmutó de inmediato. En lugar de eso, se levantó con una calma que era casi irritante, su altura imponiendo una presencia aún más dominante. Cada movimiento suyo era deliberado, como si supiera exactamente el efecto que tenía sobre ella. Cuando se acercó, reduciendo la distancia entre ellos, Nina pudo sentir el calor que irradiaba su cuerpo, una energía que parecía envolverla como un campo magnético, tirando de ella, atrayéndola hacia él. Era como si el simple hecho de estar cerca de él fuera suficiente para hacer que su ropa interior se aflojara, como si la tela ya no pudiera contener la tensión que se acumulaba en su cuerpo. Se sintió desnuda ante él, expuesta, vulnerable, pero también... excitada.
—La curiosidad puede ser peligrosa, Sofía —susurró, inclinándose lo suficiente para que su aliento rozara su piel, enviando un cosquilleo que recorrió su cuerpo como una corriente eléctrica. Ella se negó a mostrar una reacción, pero por dentro, cada fibra de su ser vibraba con una intensidad que era casi dolorosa. Victor lo sabía, por supuesto. Lo sabía y lo disfrutaba. Su voz era un susurro seductor, una promesa de cosas que no se decían pero que se sentían en el aire—. Pero tú siempre has sido más de tomar riesgos, ¿no es así?
Nina contuvo el aliento, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza en su pecho. Victor estaba tan cerca que podía oler su fragancia, una mezcla de algo oscuro y embriagador, como madera quemada y especias. Su presencia era abrumadora, y por un momento, ella se preguntó si esto era lo que se sentía al estar atrapada en la mirada de un depredador. Pero no, no era miedo lo que sentía. Era algo más, algo que la hacía sentir viva, que la hacía querer acercarse más, incluso sabiendo que podía ser peligroso.
—Siempre —respondió finalmente, su voz apenas un susurro, pero cargada de una determinación que no dejaba lugar a dudas. Sus ojos se encontraron con los de él, y en ese momento, el aire entre ellos pareció encenderse. Victor sonrió, una sonrisa lenta y peligrosa que prometía cosas que no necesitaban ser dichas. Y Nina supo que, fuera lo que fuera lo que viniera después, no había vuelta atrás.
Nina sostuvo su mirada, sin retroceder ni un centímetro, dejando que sus palabras quedaran suspendidas entre ellos. La cercanía era una prueba, un juego que ambos sabían jugar demasiado bien.
—Solo cuando valen la pena —respondió finalmente, con un tono que era mitad desafío, mitad invitación.
Victor sonrió, pero esta vez había algo más oscuro en su expresión, algo que sugería que no estaba dispuesto a dejarla ganar tan fácilmente. Sin embargo, antes de que pudiera responder, Nina dio un paso atrás, rompiendo la tensión con un movimiento fluido que parecía casi coreografiado.
—Y tú, Victor, ¿vales la pena? —añadió, lanzándole una última mirada cargada de significado antes de girarse y caminar hacia la puerta.
Sus tacones resonaron en el mármol con un ritmo firme y calculado, un eco que reverberaba en el silencio de la habitación como un recordatorio de su presencia. Cada clic contra el suelo era tan deliberado como todo lo demás en ella: la elegancia de su postura, la precisión de sus movimientos, la manera en que llevaba su vestido ajustado, que parecía diseñado para acariciar cada curva de su cuerpo sin pedir permiso. Cada paso que daba marcaba el final de una batalla que, por ahora, sentía que había ganado. O al menos, eso quería creer.