Elizabeth es una mujer de veinte años con condiciones de vida precarias, luchando por sugir en una sociedad empeñada a darle la cara difícil de la moneda, trabaja y estudia en la universidad, tiene ua familia numerosa, su madre y sus hermanos, su padre los abandono cuando eran pequeños, por ende su madre siempre fue su apoyo.
Las cosas comienzan a ponerse mas difíciles para Elizabeth cuando una tarde normal de su dia a dia es secuestrada por unos traficantes, luego es llevada a una gran subasta realizada solo para los grandes magnates de la alta sociedad, con ella siendo la pieza principal de dicho evento. Su comprador resulta ser un hombre alto, de cuerpo fornido, quien promete liberarla luego de que esta le pague el costo de su compra con intereses incluidos, mientras el será su dueño.
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CAPITULO 11
Llagaron al departamento, el medico ya se encontraba allí, rápidamente Frederick dejo a la mujer dormida en su cama y le dio el espacio al doctor para que hiciera su trabajo, la mujer no paraba de temblar, su cuerpo estaba muy caliente y sudado.
- Estará bien – dice el doctor – el narcótico que le suministraron es fuerte – toca su frente – tardara para que su efecto pase, luego de eso la fiebre y la sudoración bajara- le explica a Frederick quien estaba al lado de la cama – por ahora solo puedo poner un relajante, pero no puedo asegurar que le haga algún efecto.
- Esperemos que logre calmarla – dice Frederick aprobándole al doctor colocarle la inyección.
- Entonces, confiemos en ello – prepara la jeringa con el medicamento y la inyecta – dejemos que repose y veremos si el relajante surte efecto- se levanta y mira a Frederick – ahora revisemos sus heridas.
- Vamos a mi habitación – le dice al doctor – Cuídenla y llámenme si despierta – les dice a sus hombres, comienza a caminar.
- ¡No! – Elizabeth se levantó corriendo de la cama y se colgó de Frederick – no me dejes sola – su cuerpo temblaba al igual que su voz – no quiero estar sola – abrazaba la espalda de Frederick con fuerza.
- Tranquila, estas a salvo aquí – se voltea y la mira a los ojos – no tienes nada de que temer – tal vez el narcótico estaba provocando alguna alucinación en ella - te prometo que volveré pronto – le sonríe.
- Por favor, quédate a mi lado – lo abraza y las lágrimas comienzan a salir – tengo miedo.
- De acuerdo, no iré a ningún lado – acaricia su cabello - no llores, me quedare a tu lado – limpia sus lágrimas con sus dedos – acuéstate en la cama, aquí me quedare – la mujer de forma obediente se acuesta en la cama tomando la mano de Frederick, este se quedó a un lado de ella sentado en la cama, dejando la herida hacia afuera para que pueda ser tratado, al instante Elizabeth volvió a dormir – tendrá que hacerlo aquí – le dice al doctor.
- Bien – toma la silla y se sienta al costado de Frederick – primero debe quitarse la camisa para poder ver la herida – Se desabotona la camisa y saca el brazo dejando solo puesta la manga de la mano que la mujer tenía agarrada con firmeza – la bala solo lo rozo – dice observándola – debo limpiarla y agarrarle puntos.
- Hágalo - enseguida el hombre se puso manos a la obra, al cabo de media hora habían terminado, Frederick ya estaba acostumbrado a esa clase de heridas, la primera bala que recibió fue a los dieciséis años, aun recordaba el dolor y el calor que produjo al entrar por su cuerpo saliendo por un costado de su espalda, en esa época estuvo en gran peligro de muerte, la segunda vez fue cuando conoció a Elizabeth, aunque aquella vez no fue algo grave.
- Ya terminamos – dic el doctor luego de terminar de tratar la herida y vendarla – debe tomar estos antibióticos para evitar alguna infección – le deja unas pastillas en la repisa – además debe guardar reposo, no puede hacer ningún tipo de fuerza o los puntos se le abrirán.
- Gracias doctor – le dice Frederick
- Entonces me retiro – toma su maletín y su abrigo – vendré mañana para ver el estado de la chica – le dice y luego se marcha.
Elizabeth ya se encontraba más calmada cuando Frederick sintió que soltó su mano, se levantó de la cama, busco una toalla, la empapo en agua, luego limpio el sudor en todo el cuerpo de la mujer con ella, tomo otra toalla para secarla, tomo las sabanas y cubrió su cuerpo con ellas, no quiso seguir interrumpiendo su sueño tratando de vestirla, además la herida no le permitía tener mucha movilidad. Cansado decidió acostarse a su lado, le había prometido a Elizabeth que se quedaría a su lado y pretendía cumplir con su palabra. Apenas puso su cabeza sobre la almohada cayó en un sueño profundo, el cansancio y estrés es su cuerpo era intenso.
Durante su sueño comenzó a sentir una gran ola de calor en su costado, era algo de tal grado que parecía quemar su cuerpo, luego sintió una respiración agitada, “Elizabeth”, se levantó de un brinco al recordar que estaba al lado de la mujer.
- Estas ardiendo en fiebre – dice luego de tocarla, su respiración era agitada nuevamente – Creo que tengo algo para eso, también hay que saber tu temperatura - quita las sabanas de encima y baja los pies de la cama quedando sentado – iré a buscarlo, ya vuelvo – la mujer lo hala de la mano impidiendo que este se levante – volveré enseguida – le dijo para que se calmara y lo dejara ir a buscar la medicina.
- Quema – le dice mientras se acerca.
- Por eso debemos darte la medicina – la mirada de la mujer aún era la de una persona que no se encontraba en sus sentidos, quizás el calmante ya había pasado su efecto o era algún efecto secundario – espera aquí un momento.
- No – la mujer se levanta y se coloca sobre Frederick – ya no aguanto más, quema demasiado y duele - se notaba que le costaba hablar, su respiración era muy irregular.
- Elizabeth, esto es un efecto del narcótico – trataba de hacer razonar a la mujer, pero parecía no entender – puedes aguantar hasta que se pase.
- No puedo – lo besa, la lengua de la mujer estaba muy caliente – necesito liberar este dolor que siento aquí – su mano se fue hacia su feminidad.
- Mierda, ¿Por qué me tocan estas pruebas a mí? – la mujer comenzó a mover sus caderas, rozando su entrepierna.
- Quema mucho – dice mientras trata de aliviar su dolor sobre Frederick.
- Mañana me odiare por esto – suspira – Esta bien, voy a ayudarte – abre su cierre dejando salir su erección, comenzaron a frotarse uno contra el otro para poder complacer a la mujer si llegar a lastimarla, Elizabeth se notaba algo desesperada moviendo sus caderas cada vez más fuerte – tranquila, te puedes lastimar, trata de ir más despacio.
- No puedo – gime – quema mucho, duele – su respiración en el cuello de Frederick era un estimulante muy tentador – quiero, quiero ir hasta el final.
- No, espera – la intenta separar al notar lo que la mujer quería hacer – no estás en tus sentidos… - el forcejar con la mujer causo un gran dolor en su herida, provocando que este callera en la cama – Maldita sea – la mujer seguía sobre él.
- Quiero que deje de doler, lo necesito aquí – se colocó sobre la hombría de Frederick
- No, espera – fue imposible frenarla, Elizabeth emitió un gran gemido al sentir a Frederick en su entrada, estaba caliente, mojado y apretado – Elizabeth – le dice al ver que la mujer se detuvo sin introducir más que la punta, él sabía que le dolería, quizás se arrepintió y pronto parara toda esa locura - ¿puedes quitarte de encima mío? – la herida quizás se abriría si volvía hacer fuerza - ¿te duele no es así? – le dice – tranquila no fue mucho, solo tienes que levantarte – la mujer no hablaba y no lo miraba – no pasa nada, esta no eres tú, es el narcótico – le sonríe, no sabía que pensaba la mujer en ese momento.
- Esto, se siente demasiado bien – le dice la mujer mirándolo – admito que duele un poco, pero creo que ya puedo soportarlo – Frederick sintió como la mujer se deslizo hasta el final en un grito de placer – se fue el dolor – le dice al hombre, mientras Frederick sentía como el interior de la mujer lo envolvía por completo, luego comenzó a moverse, sintiéndose mutuamente, volviéndose uno solo hasta alcanzar el placer.
El cuerpo de Elizabeth se sentía pesado, pero había una extraña sensación en su entrepierna, un pequeño dolor, se sentía muy cansada, aun no quería despertar, además había un aroma muy agradable que la tentaba a seguir allí acostada, comenzó a notar una textura diferente a la de una sábana o de cualquier tela que haya conocido, no quería abrir los ojos, pero tuvo que hacerlo al comenzar a notar unos sonidos de latido, eran los latidos de un corazón, en seguida abrió los ojos y se encontró con el pecho desnudo de un hombre, luego se percató de que se encontraba sobre esa persona, miro su rostro y se trataba de Frederick quien seguía dormido y despertó cuando Elizabeth se quitó sobre él asustada.
- ¿ya despertaste? – dice logrando por fin sentarse - ¿Cómo te sientes?
- Yo, no lo sé – se veía nerviosa y miraba la parte baja del hombre.
- Debes darte una ducha, mandare a que preparen el desayuno – dice al notar lo incomoda que estaba, se levanta y acomoda su pantalón.
- Yo, usted y – no sabía cómo hablar o decir aquellas palabras, sentía mucha vergüenza, trataba de recordar lo que había sucedido, pero era inútil – yo, nosotros – miraba las sabanas manchadas prueba de lo que había sucedido.
- Yo te forcé a hacerlo – le dice al notar la mirada de la mujer luego de ver las sabanas.
- ¿Usted? – le dice asustada.
- Si, lo hice – la mira a los ojos