La Emperatriz Calypso

Después de la reunión de emergencia con sus consejeros, Calypso decidió regresar a la fiesta para disfrutar del resto de la noche con su hermano Arslan. La música y las risas la envolvieron de nuevo, y por un momento, olvidó la preocupación que la había consumido.

—Vamos, Arslan —dijo, sonriendo—. La noche es joven.

Arslan sonrió y se puso de pie, ofreciéndole su brazo.

—Estoy listo para bailar contigo, hermana.

Calypso se rió y aceptó su brazo. Juntos, se unieron a la multitud que bailaba en el salón.

La música era animada y contagiosa, y pronto Calypso se encontró riendo y girando con Arslan. Por un momento, olvidó su título de emperatriz y se sintió como una joven mujer disfrutando de la vida.

—Me alegra verte sonreír, hermana —dijo Arslan, mientras giraban en círculos.

Calypso sonrió.

—Me alegra estar contigo, hermano.

Mientras bailaban, Calypso notó que su tío Damian la observaba desde la distancia, con una sonrisa en su rostro. Sabía que él estaba allí para protegerla, y se sintió agradecida por su presencia.

La noche continuó, llena de música, risas y alegría. Calypso se sintió renovada, lista para enfrentar los desafíos que se avecinaban.

Pero en el fondo de su mente, una voz susurraba: "La amenaza sigue ahí, esperando". Calypso apretó los dientes y se concentró en el momento presente. No dejaría que la sombra de la duda arruinara su noche.

La fiesta terminó, y Calypso acompañó a Arslan a su habitación, asegurándose de que su pequeño hermano estuviera seguro y cómodo. Luego, se dirigió a su propia habitación, cansada pero con la mente aún activa.

Al entrar en su habitación, llamó a su lobo fiel, Badru. Él se acercó a ella, sus ojos brillantes reflejando su lealtad.

Calypso se inclinó hacia adelante, acariciando el pelaje de Badru.

—Necesito que averigües qué está sucediendo con las amenazas que hemos detectado —dijo, su voz baja y seria—. Necesito saber quién está detrás de esto y qué quieren.

Badru ladeó la cabeza, como si entendiera la tarea que se le encomendaba. Calypso sonrió, sabiendo que su lobo fiel siempre había sido capaz de entenderla.

—Vete, Badru —dijo, haciendo un gesto con la mano—. Regresa antes del amanecer con cualquier información que encuentres.

Badru se puso de pie, su cola moviéndose en un gesto de obediencia. Luego, se desvaneció en la oscuridad, listo para cumplir su misión.

Calypso se acostó, su mente aún activa, pensando en las posibles amenazas que se cernían sobre su imperio. Sabía que Badru haría todo lo posible para protegerla y encontrar respuestas.

La noche era oscura y silenciosa, pero Calypso se sintió tranquila, sabiendo que Badru estaba trabajando en la sombra para protegerla.

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El amanecer llegó, y con él, Badru regresó a la habitación de Calypso. Ella se despertó inmediatamente, sintiendo la presencia de su lobo fiel.

—Badru, ¿qué has descubierto? —preguntó, sentándose en la cama.

Badru se acercó a ella, y Calypso sintió su conexión telepática.

"Emperatriz, he encontrado bandidos de otro reino en la frontera", comunicó Badru mentalmente. "Están tratando de romper el acuerdo de paz entre Zandell y el reino vecino".

Calypso se tensó, su corazón latiendo más rápido.

—¿Qué reino? —preguntó, su voz mental clara.

"El reino de Valtoria", respondió Badru. "Los bandidos están liderados por un hombre llamado hael, un antiguo soldado de Valtoria que busca venganza contra Zandell".

Calypso frunció el ceño.

—¿Por qué querrían romper el acuerdo de paz?

"Hael cree que Zandell robó tierras y recursos a Valtoria durante la guerra", explicó Badru. "Quiere recuperar lo que considera suyo".

Calypso se levantó de la cama, decidida.

—Necesito hablar con mi tío Damian y los consejeros. Debemos tomar medidas para proteger nuestra frontera y mantener la paz.

Badru asintió mentalmente.

"Estoy contigo, emperatriz. Haré todo lo posible para ayudarte".

Calypso sonrió, agradecida por la lealtad de su lobo fiel.

—Gracias, Badru. Eres mi mejor aliado.

Con la información de Badru, Calypso se preparó para enfrentar el nuevo desafío que se presentaba en su imperio. La paz era frágil, y debía protegerla a toda costa.

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Calypso se reunió con su tío Damian y los consejeros en la sala de consejos. Antes de que pudiera compartir la información que Badru le había proporcionado, su tío Damian llegó con un informe en la mano.

—Emperatriz, tengo noticias urgentes —dijo Damian, su rostro serio.

Calypso se inclinó hacia adelante, intrigada.

—¿Qué es, tío?

Damian desplegó el informe.

—Nuestos espías en Valtoria han informado que un grupo de bandidos, liderados por un hombre llamado Hael, están tratando de romper el acuerdo de paz entre Zandell y Valtoria.

Calypso asintió, ya sabiendo esto gracias a Badru.

—Sí, tengo la misma información —dijo—. Badru me informó anoche.

Los consejeros se miraron entre sí, sorprendidos.

—¿Cómo obtuviste esta información, emperatriz? —preguntó Lord Thomas.

Calypso sonrió.

—Mis métodos son confidenciales, pero puedo asegurar que son fiables.

Damian asintió.

—En cualquier caso, debemos actuar rápido. Hael y sus seguidores pueden causar daño significativo a nuestra relación con Valtoria.

Calypso se puso de pie.

—Estoy de acuerdo. ¿Qué propones que hagamos?

Damian se levantó también.

—Propongo que enviemos un emisario de Zandell a Valtoria para negociar con el rey de Valtoria y resolver este asunto pacíficamente.

Los consejeros asintieron en acuerdo.

—¿Quién debería ir? —preguntó Calypso.

—Lord Camilo, nuestro embajador en Valtoria, es la opción más adecuada —sugirió Damian.

Calypso asintió.

—Estoy de acuerdo. Envíenlo de inmediato.

La reunión terminó, y los consejeros se dispersaron para llevar a cabo las órdenes de la emperatriz. Calypso se quedó con su tío Damian.

—Gracias, tío. Creo que esta es la mejor opción.

Damian sonrió.

—Confío en ti, Calypso.

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Lord Camilo partió hacia Valtoria de inmediato, llevando consigo la autorización de Calypso para negociar con el rey de Valtoria. Calypso se quedó en el palacio, concentrada en sus papeleos y en la gestión del imperio.

Mientras trabajaba, no podía evitar pensar en el resultado de la misión de Lord Camilo. Sabía que la situación era delicada y que cualquier error podría desencadenar una guerra entre Zandell y Valtoria.

Calypso suspiró y se masajeó los ojos, cansados de leer documentos y firmar decretos. Se levantó de su silla y se acercó a la ventana, mirando hacia el jardín del palacio.

—Badru —llamó, sin necesidad de levantar la voz.

Badru apareció a su lado, su presencia silenciosa y reconfortante.

—¿Qué noticias hay de Lord Camilo? —preguntó Calypso.

Badru sacudió la cabeza.

—Todavía no hay noticias, emperatriz. Pero estoy vigilante.

Calypso asintió, agradecida por la lealtad de su lobo fiel.

—Gracias, Badru. Estoy ansiosa por saber qué sucede en Valtoria.

Badru se acercó a ella, su nariz tocando la mano de Calypso.

—No te preocupes, emperatriz. Lord Camilo es un diplomático habilidoso. Hará todo lo posible para resolver el conflicto.

Calypso sonrió, sintiendo un poco de alivio.

—Espero que tengas razón, Badru. La paz es lo que más importa.

La espera continuó, y Calypso se mantuvo ocupada con sus tareas, pero su mente siempre estaba en Valtoria, esperando noticias de Lord Camilo y del resultado de su misión.