Amor, traición, asesinato, misterio que se irán descubriendo poco a poco sobre todo quien es la que se oculta tras los sucesos misteriosos que ocurren tras la guerra de poderes para obtener el dominio absoluto de las empresas Santibáñez.
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Capitulo 5 Buena compañía
Alessandro levantó la mirada de los contratos que revisaba al ver entrar a Gustavo, quien se sentó frente a él con una expresión mezcla de curiosidad y seriedad. Gustavo no podía ocultar su intriga y, después de un breve silencio, le soltó directamente la pregunta que le rondaba la mente.
...Gustavo Rosso...
—¿Por qué me pediste que investigara a la familia Santibáñez y a ese tal Esteban Sotomayor? —preguntó Gustavo, entrelazando las manos sobre la mesa— ¿Qué te llevó a involucrarte en esto, Alessandro? Sabes que no eres de los que se mete en problemas ajenos.
Alessandro dejó el contrato en el escritorio y suspiró profundamente, recostándose en su silla mientras miraba hacia la ventana, como si tratara de ordenar en su mente las palabras justas para responder. Finalmente, volvió la mirada hacia Gustavo y le explicó lo sucedido desde el principio: el descubrimiento de Chloe en el agua, cómo la había rescatado, lo que le confesó al despertar en el hospital, y la desesperación que reflejaban sus ojos al hablar de la traición de su hermana y su esposo.
Gustavo escuchó en silencio, sin interrumpir, mientras Alessandro describía la historia con una mezcla de preocupación y una intensidad que no era habitual en él.
—Así que… ella fue traicionada por su propia hermana y por el hombre que amaba —dijo Gustavo, cuando Alessandro terminó de hablar—. Y tú decidiste involucrarte en esto hasta el punto de investigar a su familia. No es común en ti actuar de esta forma, Alessandro. ¿Qué ganas con todo esto?
Alessandro mantuvo su mirada firme y segura, pero no dudó en confesar la verdad.
—Tal vez no gane nada tangible, Gustavo, pero desde el momento en que vi a Chloe luchando por su vida, algo en mí no pudo ignorar la injusticia de lo que pasó. Nadie debería sufrir una traición así y quedarse solo para enfrentarlo. Además… —hizo una pausa y, aunque intentó ocultarlo, su amigo notó una chispa de emoción en su mirada—. Hay algo en ella. Algo que no puedo dejar de admirar, una fortaleza que necesita ser cuidada hasta que ella pueda recuperarse y cobrar justicia por su cuenta.
Gustavo alzó las cejas y le dedicó una sonrisa casi socarrona, pero también con un dejo de comprensión.
—Entonces, ella no es solo una desconocida, ¿verdad? —dijo en un tono más suave—. Creo que ya entiendo. Alessandro, si este es el camino que has decidido, yo estoy contigo. Investigaré todo lo necesario para que ella tenga la ventaja en esta… guerra, si así la quieres llamar.
Alessandro asintió, agradecido por la lealtad de su amigo.
—Gracias, Gustavo. De momento, basta con saber que puedo contar contigo. No pienso dejar que esos dos sigan con sus mentiras y crímenes impunes. Chloe merece justicia… y yo me aseguraré de que la obtenga.
Mientras en la Mansión Di Batista Chloe estaba sentada en un sillón frente al balcón mirando el paisaje y perdida en sus pensamientos, giró la cabeza hacia la puerta, sorprendida por el sonido inesperado. Aunque todavía sentía una gran tristeza, la curiosidad le ganó, y con un tono bajo y suave, dio permiso para que entraran.
La puerta se abrió lentamente, y en el marco apareció una joven de sonrisa radiante y aspecto juvenil, con un estilo despreocupado que contrastaba con la sofisticación de la mansión. Su cabello castaño corto enmarcaba un rostro animado y simpático, y sus ojos marrones brillaban con una energía vibrante. Chloe se dio cuenta de inmediato de que era imposible no sentirse contagiada por su buen humor.
...Camila D'Batista...
—¡Hola! —saludó la chica con un tono amigable, y se acercó con pasos confiados—. Me llamo Camila, soy la hermana menor de Alessandro. Me contó que estabas aquí y que probablemente necesitabas un poco de compañía.
Chloe, quien al principio se mostró algo reservada, fue dejando que su guardia bajara a medida que la simpatía de Camila la envolvía. Camila parecía tener el don de hacer que cualquiera se sintiera en confianza; con cada broma y comentario gracioso, lograba que el ambiente se volviera más liviano. Chloe no pudo evitar sonreír, e incluso soltar algunas carcajadas con las ocurrencias de su nueva amiga.
—¿Sabes? Creo que eres mucho más fuerte de lo que crees, Chloe —le dijo Camila en un momento, inclinándose ligeramente hacia ella—. A veces, cuando el mundo parece habernos vencido, lo único que necesitamos es recordar de qué estamos hechas. Porque tú, aunque ahora no lo veas, eres como una guerrera.
Chloe sintió un calor reconfortante en su pecho ante esas palabras. Aunque no conocía a Camila desde hacía mucho, su presencia le brindaba la sensación de no estar tan sola en su dolor. Aquella tarde, Camila le mostró una chispa de esperanza que parecía haberse extinguido. Y, por primera vez en días, Chloe se permitió pensar que quizá, con personas como Camila y Alessandro a su lado, podría reunir la fuerza necesaria para encaminar su vida hacia un nuevo destino.
