EL PRECIO DE LA DESESPERACIÓN

Esmeralda era una mujer que tenía una auto estima bastante alta y no era para menos, era una mujer hermosa, su piel era blanca, con unos ojos azules como el cielo más limpio en un hermoso amanecer y grandes, era delgada, con un pecho llamativo, pero no exagerado, con una cintura pequeña, unas caderas anchas y un trasero algo grande, sus piernas eran con bastante musculo, su cabello era negro como el carbón eso solo resalta el color de su piel y el color de sus ojos.

Ella era consciente de su belleza y sabía que cualquier hombre que la miraba hacia de todo para estar a su lado, algo que pensaba aprovechar para acercarse al presidente de la familia Ferrari.

Una vez que supo lo que iba hacer se fue al despacho de su padre que estaba en la casa, empezó a investigar al presidente Ferrari, quería saber quién era y más que nada saber sobre los chismes que lo rodeaban.

Lo primero que miro fueron los chismes que eran muchos, todos hablaban sobre el galán que era, de las mujeres hermosas que lo rodeaban y en una de las revistas de espectáculo lo mencionaban como el hombre incasable, el más cotizado por las mujeres, pero que ninguna había logrado atraparlo en un matrimonio.

De lo que más se hablaba era de como lo miraban saliendo de hoteles con hermosas señoritas, de sus aventuras del momento, claro todas mayores de edad, todas le daban el consentimiento de meterse en su cama y las revistas hablaban de él como si fuera lo mejor del momento.

Su nombre era Caspian Ferrari, tiene 28 años, es alto 1.80, su cabello era negro, sus ojos grandes de color café oscuro, su rostro era varonil con buenas facciones, su piel clara, de buen cuerpo y musculoso.

Esmeralda miro la fotografía de la revista, era un hombre bastante atractivo y eso hasta ella lo podía ver, pero había tantos rumores de él, que llegaba a ser odioso; tambien lo encontró en revistas de economía donde se le daba reconocimientos por los mejores proyectos en economía y finanzas, haciendo que su empresa tuviera la mejor ganancia del año, quedando en los primeros lugares en el mundo empresarial y era el hombre más joven que había logrado tal riqueza.

Él no solo era reconocido por su belleza, por las revistas de chismes, si no que tambien lo reconocían en el mundo de los empresarios y eso si le molestaba a Esmeralda, porque sabía que eso era un peligro para su deuda, no iba a ser fácil conversarlo, pero aun así pensaba intentarlo. 

Le marco a la secretaria de Caspian, eran las 6 de la tarde y sabía que aun estaría en las oficinas; lo primero que le dijo al escucharla, era que quería agradecerle por lo que hizo al conseguirle la cita, insinuó que deseaba darle un regalo y de ahí se agarró para poder hablar con ella.

Se hizo pasar por la secretaria de su hermano David y la fue envolviendo en su platicas, sin que la secretaria de Caspian se diera cuenta termino diciéndole done iba estar su jefe esa noche.

Esmeralda sonríe de la felicidad al obtener la información que estaba buscando y una vez que obtuvo que lo quería se despidió de ella, aunque claro con la promesa de un día iba a salir juntas; una vez que corto la llamada, se fue a su habitación, saco uno de sus mejores vestidos y de los más sensuales.

Era de dolor rojo, largo, la falda algo floja, pero el escote en el pecho era bastante llamativo, de tirante delgado; a ella no le gustaba vestirse tan llamativa pero esta vez era necesaria, tenía que llamar la atención de ese hombre y pensaba hacer lo que fuera necesario para que les diera más tiempo de pagar.

A las 9 pm salió de su casa, todo el proyecto lo llevaba en un archivo en su celular, iba lista para hacer que ese hombre la escuchara y preparada para hacerlo ver su proyecto.

Él estaba en un club de los más reconocidos de la ciudad y de los más caros, era algo exclusivo, lo bueno que a su hermano le gustaban esos lugares y era un cliente exclusivo de ese lugar, pensó en usar su nombre para que la dejaran pasar, pero al final no hizo falta.

Ella era tan hermosa que solo tuvo que dejarse ver para que el guardia de seguridad la dejara pasar; fue algo ofensivo para ella, sentía que era un mundo de machistas, donde los hombres depravados se juntaban, pero a pesar de su disgusto de estar en un lugar como ese tuvo que poner la mejor de sus sonrisas y entro moviendo sus caderas de manera sensual, solo para llamar más la atención de todos, esperando que esto hiciera que Caspian tambien se diera cuenta de su presencia.

Esmeralda fue a la barra pidió una copa de vino tinto, se sentó de una manera sensual, con su pierna cruzada y dejando ver su pecho; no le gustaba mucho, pero sabia como portarte sexi.

Para su buena suerte logro verlo con la mirada, estaba en la segunda plata, en un área exclusiva, donde estaba con 5 mujeres hermosas, una casi encima de él, había tres hombres más y al mismo tiempo que ella lo miro, se dio cuenta que Caspian tambien la estaba mirando.

Sonríe al ver que lo había logrado, ahora tenía que buscar la manera de hacerlo bajar, que fuera a buscarla; jugo un poco con un mechón de su cabello, hizo como que no lo miraba, pero se aseguró que la pudiera ver, se acarició un poco el cuello y toco su pierna, pero lo mejor fue al momento de tomar su copa.

No solo llamo la atención de él, algunos hombres se le aceraron, unos jóvenes como ella, otros viejos; no podía ser deportes hablo con ellos con elegancia y después de coquetear un poco, claro eso lo hacía para que Caspia la viera, a ellos les decía que estaba esperando a su novio, una forma sutil de cortar su conversación.

Pensó que todo estaba saliendo bien, porque se dio cuenta que Caspia no le despegaba la mirada y por fin lo mira levantarse, bajo las escaleras, pero en ese momento cuando baja el último escalón, a ella le sonó el celular, fue algo extraño, era Perla.

Ella no era su amiga, no entendía por qué le marcaba, se suponía que la odiaba y que no la podía ver; siempre habían competido por los primeros lugares en la escuela y siempre fue Esmeralda la que gano los primeros lugares, eso causo que Perla se llenara de celos, que la viera como su enemiga.

Fue tan extraño que le hablara, que por un momento se quedó pensando si tenía que contestar o no.