Frontera Roja

Alejandro es notificado de que el secuestrador ha sido reducido con éxito y que el niño está a salvo.

-El secuestrador está bajo control, pero parece estar desesperado por qué le den una oportunidad. – comenta sobre la situación el oficial a Alejandro.

- Tráiganmelo, necesito hablar con él y de su nueva condición. – Alejandro le tiene que dar la mala noticia.

- El tipo parece enloquecido, se comporta como si estuviera bajo los efectos de la droga. – explica el oficial – proceder con su traslado puede que se auto lesione, no coopera en absoluto. No podemos usar la fuerza siendo extranjero, físicamente pude sufrir daños.

- Entonces, lo que insinúa es que yo lo entreviste en el lugar de los hechos.

- La intendente se ha ido con el niño para que sea atendido por la asistente.

- De modo que sin ella ustedes no caminan. – concluye el juez.

- Psicológicamente, el migrante no parece normal. – el oficial da su punto de vista.

- Tendría que venir un psicólogo para confirmar eso. No es bueno precipitar con las conclusiones, debo presentar un informe con datos verídicos no con hipótesis.

- Lo siento señor juez. Yo solo describo lo que veo.

- Citaré un psicólogo para mañana, lo haré después de la entrevista. Necesito las coordenadas.

Alejandro recibe las coordenadas y se dirige hacia esa dirección. El punto no es muy lejos de la oficina, pero Klea no está, le hubiera gustado verla sin importar que lo vuelva a rechazar.

Pocos minutos después, Alejandro llega al punto y con él solo tres policías que vigilan al migrante, éste estaba balanceándose de adelante hacia atrás, como lo hacen los autistas de grado severo como también los de condición mental. Ni siquiera es consciente de que el niño ya no está a su lado, hace minutos lo usaba como escudo, sin importar si le dolía el cuerpo estar colgado de esa manera, su enfoque era la policía y nada más.

Alejandro llegó al punto y descendió de su auto para hablar con el migrante, tiene los papeles en mano.

-Farid Kasis. – lo llama Alejandro – he venido para conversar contigo.

- Yo soy inocente, no hice daño a nadie. – se aleja del juez.

- Farid, quiero que me cuentes lo que pasó ¿Por qué te has ido sabiendo que te estoy ayudando? – le habla como amigo, lo ve muy asustado.

- Necesito trabajar, pero se demoran mucho en hacer los trámites. – se limpia las manos sobre sus pantalones.

- Lo sé, pero no eres el único, son muchos los migrantes que están en espera de tener un trabajo.

- Mi familia tiene hambre. Necesito trabajar. – se desespera – en Nigeria no hay comida, los niños sufren. – se alteró

- ¿Dónde está Amir? – preguntó por el niño.

- Yo no conozco ningún Amir. – el hombre lo niega.

- Señor juez, aquí tenemos las pruebas de la coartada. – un agente le presenta el video y el juez se lo agradece.

- Aquí tengo un video – le habla a Farid - quiero que lo veas.

Farid lo niega rotundamente, no quiere admitir que con él había un niño.

-Farid, también sabemos que no eres nigeriano por el nombre y por los rasgos, no solo has cometido delito menor en Nigeria de robar comida y por eso te buscan, sino que eres argelino. Lo siento Farid, pero debes volver a Argelia.

-No, no. Argelia no.

El hombre enloquece, parece endemoniado, Alejandro se asusta, nunca vio a un hombre comportarse de esa manera, es una conducta peligrosa. De los tres policías, ninguno lo puede detener, ese hombre es incontrolable.

Alejandro se rasca la cabeza, no sabe qué hacer para controlar al iracundo, y un ligero descuido de la policía para que el hombre termine de gritar, este aprovecha para huir, los agentes corren detrás de él, pero éste resultó ser astuto y volvió con algo en mano y lo lanzó al juez, ocasionando una fuerte lesión en la cabeza.

Los agentes tuvieron que aplicar la fuerza para el arresto, no querían hacerlo, pero no les queda de otra. Alejandro es atendido por los agentes mientras uno llama a emergencias. En la oficina todo el mundo se enteró del ataque que sufrió el juez.

El migrante capturado está en la carceleta para el interrogatorio bajo estricta vigilancia, pues es Klea, como intendente de Interpol, tiene la potestad de interrogar y le habla en su idioma.

-Ok Farid. Cuéntame ¿Por qué te arrestaron? – Farid no contesta.

- Bien, si estás aquí es por algo, y el silencio es una confirmación ¿O no te da la gana de responder? – Farid mantiene su silencio.

- Farid, si no hablas, si no cooperas, la pena de cárcel aquí en España aumenta. Irás a prisión efectiva y luego serás expulsado a tu país de origen.

Farid llora, no quiere ir a prisión, no quiere volver a su país, por lo que su silencio se rompe.

-Dejé mi país por la guerra civil, teníamos miedo y llegamos a Nigeria, pero perdí mi trabajo y tuve que robar un plato de comida para nutrir a mi familia. – confiesa.

- Tienes una situación difícil, Farid, pero eso no te daba derecho de secuestrar un niño. – se mantiene con voz tranquila, necesita que él suelte todo.

- No lo secuestré. Estaba solo, y me lo llevé, tenía comida. – se justifica.

- Farid. Todo niño huérfano pasa a manos del gobierno de manera automática, has secuestrado un niño que ya le pertenece al reino de España. – le explica con paciencia.

- Estaba solo, nadie le daba atención. – se altera, quería tener la razón.

- Del momento que usted vio al niño y lo tomó en sus brazos, una asistente social lo estaba buscando. Ella dio aviso a la policía y estuvimos detrás de usted hasta dar con los paraderos suyo y del menor. – mantiene su posición para que el hombre siga hablando.

- No le quería hacer daño. – está cabizbajo - Yo también tengo un hijo de esa edad.

- Te entiendo, y conozco la cultura argelina, pero aquí estás en España, el niño está bajo nuestra custodia. Ahora, Amir está siendo atendido por una asistente.

- Gracias.

- A ti, por haberle dado de comer. – Klea  agradece para que el hombre entre en confianza y también por qué en Argelia siempre se agradece a alguien que da de comer a un niño.

- Amir no tiene familia. – lo dice con pena.

- Aquí tenemos familias de acogida, a Amir no le faltará nada. Y dígame, me han informado también que atacó a un hombre ¿Fue en defensa propia? – esta es la estrategia de Klea para que el hombre exprese todo lo que tiene que expresar.

- El hombre me estaba ayudando, pero cuando me dijo que me iba a regresar a mi país de origen como expulsado me enfurecí tanto y a la vez sentí tanto dolor, que no pensé en las consecuencias, me dejé llevar por lo que sentía en ese momento.

- Lo entiendo, mire, su situación se ha complicado más. Yo soy intendente de Interpol, soy tu representante, pero también tengo que obedecer la ley del país. Analizaré su caso con otro juez y él será quien tome la última palabra.

- Ayúdeme. – le suplica.

- Lo vamos a analizar, pero como le dije, eso lo verá el juez.

El hombre se desmorona emocionalmente, siente que todo su anhelo de tener un futuro mejor, lejos de la guerra y del hambre se esfumaron en ese instante.

-Es todo por ahora.  – Klea  se levantó de su asiento y apago la cámara, se fue de la sala de interrogatorio.

Camino a la salida de la oficina de extranjería, una voz la detiene.

-Intendente, el juez está gravemente herido, lo están operando.

-Tengo cosas que hacer. – no mostró interés.