Reencarné En La ¿Villana?

AMBER:

En horas de la noche, cuando la mansión está en silencio, espero sentada en la cama al hermoso dragón que se está tardando en llegar.

Miro por la ventana mientras muerdo mis labios algo ansiosa.

—¿Será que no va a llegar? ¿Por qué se está tardando tanto?

Me pregunto en voz baja y en eso observo como entra por la ventana sin esfuerzo alguno.

—Buenas noches... Veo que me esperabas.

Dice con una sonrisa acercándose a mí y yo sonrío mirándolo con ojos brillantes.

—Así es ¿por qué tardaste tanto?

—Estaba terminando algunos papeleos ¿Nos vamos?

—¿A dónde?

Pregunto ya colocándome en pies.

—Hay un festival en un pueblo cercano ¿Te gustaría ir?

Asiento varias veces y voy por una comoda ropa y una capa.

—Ya estoy lista ¿Nos vamos?

—Por supuesto.

Dice Vicent y se lanza por la ventana sin esperarme.

—Idiota.

Murmuro comenzando a descender como puedo hasta llegar abajo.

—Tenías que lanzarte, yo te hubiera sostenido.

Ruedo los ojos y tomo una larga respiración para calmarme.

—Que sea la última vez que salgas y me dejes atrás abandonada.

Menciono y comienzo a caminar algo molesta.

—¿Estás molesta?

Pregunta alcanzandome.

—No.

Respondo con el ceño fruncido sintiendo más molestia.

—Parece que sí, tienes el rostro muy arrugado.

Me detengo, cierro los ojos y respiro profundo.

—Mira Vicent...

Él inmediatamente tapa mi boca y me arrastra hacia una pared.

—Sshh.

Escucho detrás de mí y siento un escalofrío en todo mi cuerpo, pero en ese momento dos guardias caminan haciendo vigilancia.

—No hagas ruido, pueden escucharnos.

Asiento comprendiendo y ambos nos marchamos sin hacer mucho ruido hasta salir de la residencia de mi padre.

—¿Te imaginas que los guardias nos hubiesen encontrado?

Vicent sonríe.

—Ni pienses en eso, tu padre me mata.

—Ya lo creo, el aún piensa que soy virgen.

Digo mientras Vicent me ayuda a subirme al caballo blanco, para luego él hacerlo detrás de mí.

—Jajaja, vaya ¿Virgen? Ni de pensamientos.

Se burla mientras el caballo comienza a caminar y yo vuelvo a fruncir el ceño.

—No estarías riendo si le digo a mi padre quien me quitó la virginidad.

Vicent hace silencio y se suena la garganta.

—Ni de broma, tu padre es muy peligroso aunque lo veas así tan pacífico.

Ambos continuamos hablando de varios temas hasta llegar a un hermoso lugar, que desde lejos se escucha la alegría de las personas y las músicas sonando en varios lugares.

—Wao, esto es hermoso.

—Si que lo es.

Susurra Vicent detrás de mí.

Observo a varias personas en el lugar, varios puestos de comida, bailes en algunas esquinas y lo que más llama mi atención, son todas las luces que iluminan todo el lugar.

Vicent se baja del hermoso caballo y luego me ayuda a bajar con delicadeza para luego comenzar a caminar en los distintos puestos.

—Puedes comprar lo que gustes, todo corre a mi cuenta.

Dice y mis ojos se iluminan al ver tantas cosas hermosas.

—¿De verdad? ¿Luego no te vas a quejar?

—No.

Responde muy tranquilo y lo primero que hago es ir a un puesto de joyas.

—¿Se le ofrece algo señorita?

Pregunta una señora de edad avanzada.

—Quiero un hermoso collar de parejas.

La señora sonríe y en una pequeña caja de terciopelo, me muestra dos pequeñas cadenas muy hermosas con el sol y la luna.

Lo miro con ojos brillantes y una sonrisa.

—Qué hermoso ¿Te gusta?

Se lo muestro al amargado de Vicent y este niega.

—Esas cosas son de niños, para mí es ridículo llevar algo como eso.

Tomo una respiración profunda.

—¿Cuánto cuesta señora?

Le sonrío a ella y ella responda con una sonrisa amable.

—Diez moneda de oro señorita.

—De acuerdo... Paga.

Le digo al amargado y este abre los ojos.

—¿Vas a comprar eso?

—Si, ahora paga, tú dijiste que todo corría a tu cuenta ¿No?

Sin decir nada más, Vicent paga y yo sonrío.

—El sol es tuyo, y él mío es la luna.

Quito los collares de la cajita y le entrego la luna para que me lo coloque.

Vicent sin decir nada me coloca el collar, y luego deja un beso en mi cuello.

—Tu olor es exquisito.

Susurra y siento como otro escalofrío recorre todo mi cuerpo.

—Ahora es mi turno, bájate un poco.

Él hace lo que digo y le coloco el collar viendo que está perfecto en ambos.

—Que lindo queda... Aunque ¿Crees que se vaya a romper cuando te conviertas en dragón?

Vicent abre los ojos y comienza a toser como si se estuviera ahogando ¿Dije algo mal?

...

En una esquina del festival, con una capa negra, Abel Hillson mira la escena con los puños apretados.

—Voy a matarlo.

Dice enojado, pero una pequeña y suave mano lo detiene.

—Podría llamar la atención demás duque, además el archiduque Leroux no está haciendo nada malo y su hija está muy feliz disfrutando el festival.

Dice Letia segura de sus palabras, pero por dentro ruega que el duque le haga caso y no dañe el lindo momento que tiene su señorita.

Por suerte sus palabras calman al hombre con mirada asesina y suspira.

—¿Crees que a ella le gusta el archiduque?

Letia mira a su señorita y mira la enorme risa en su rostro y sus ojos brillantes.

—Eso no lo sé duque, pero la señorita está cómoda y feliz.

El duque mira a su hija y se da cuenta de que Letia tiene razón, pero no puede soportar la idea que su hija le haya comprado un collar a ese inútil y no a él que es su padre.

El duque se da cuenta de que la chica mira con ilusión un puesto de pulseras que está a unos maestros de ellos.

—¿Deseas uno?

Le pregunta él sin dejar de mirarla.

—No, no hace falta.

Responde Letia sintiéndo su rostro rojo.

El duque sin decir nada, toma sus manos y la lleva al puesto de pulseras.

—Elige el que más te gusta.

—Duque...

—Siempre has cuidado a mi hija como si fuera tuya y nunca te he recompensado por ello, tómalo como un regalo.

—No podría... Yo...

—Si no lo haces me sentiré mal, además te he arrastrado hasta aquí, no podría irme sin que tengas un recuerdo de este hermoso lugar.