Mariana es una joven que esconde una pasión por su mejor amigo desde que tiene 15 años. Murilo ha estado ocultando su enamoramiento por su mejor amiga desde que tenía 14 años. ¿Qué tienen en común? Están enamorados el uno del otro, pero ocultan este sentimiento, pues el miedo a perderse es mayor. Sin embargo, este miedo termina separándolos durante 8 años.
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Capítulo 22
Después de una larga conversación tranquilizadora con María Luiza, las dos hermanas van hacia donde están los chicos en la piscina, pero primero pasan por un bar que había cerca, piden unos tragos para ellas y se dirigen hacia donde están los chicos.
Mari: ¿Qué se cuenta, gente?
Fred: Me enteré de que dentro de unos minutos habrá una fiesta aquí en la piscina.
Murilo: Y por la noche habrá un DJ en el salón de fiestas.
Luíza: Si el primer día ya va a empezar animado, ¿te imaginas los demás?
Mari: Hay mucha gente en este crucero, ¿verdad?
Fred: A lo mejor el amor de tu vida está aquí jaja. Tienes que encontrar pareja, cuñada. Jaja.
Luíza: Fred tiene razón, hermana. Ya es hora de que conozcas a alguien y aquí será la oportunidad perfecta.
Mari: Tienen razón, aquí hasta hay algunos chicos guapos jaja. Tendré siete días para divertirme y conocer a un buen chico... ¿Te parece bien, Lilo?
Murilo, que empezó a toser en el momento en que empezaron a hablar de un hombre para Mariana, se atraganta con el whisky cuando ella afirma que quiere conocer a alguien.
Murilo: Sí... sí... solo que el whisky me ha sentado mal.
Mari: ¡Vale! No sé ustedes, pero yo voy a darme un chapuzón.
Luíza: Luego vamos, hermana.
Mariana asiente y se quita la salida de playa que cubría su hermoso cuerpo. Y una vez más, Murilo se atraganta, solo que no sabe si es por el bellísimo cuerpo de la mujer, por el mini bikini, o por los tatuajes que Mariana tenía en el cuerpo. Se sorprendió al ver los tatuajes, no sabía que los tenía, uno grande en la espalda y podía ver la mitad de otro en su ingle. Murilo no podía ver el de la ingle por completo, pues la braguita del bikini le cubría una parte.
Mari: ¿Estás bien, Murilo? No paras de toser.
Murilo: ¡No te preocupes! ¿Desde cuándo tienes esos tatuajes?
Mari: Cuando cumplí 20 años, le pedí a mi padre que me los hiciera, así que ya hace 7 años.
Luíza: Nota al margen, papá casi se muere cuando vio el tamaño del tatuaje de su espalda jaja.
Murilo: ¿Y-y ese otro?
Mari: Me lo hice el mismo día. Pero ese no lo descubrió hasta años después jaja.
Fred: Recuerdo ese día jaja. Yo ya salía con Luíza, estábamos en Portugal y decidimos ir a una playa preciosa que hay allí. Cuando Mari se quitó la salida de playa, el viejo casi se infarta jaja.
Mari: Fue un día lleno de emociones jaja.
Luíza: Nunca me había reído tanto en mi vida jaja. Nuestro padre cambió de color cuando lo vio jaja.
Mari: Lo importante es que ya lo ha aceptado jaja.
Siguen conversando un rato más y Murilo no podía apartar los ojos de Mariana. Su cuerpo, sus curvas, su forma de ser seductora y a la vez tímida lo volvían loco. Mariana finge no darse cuenta de que él no le quita los ojos de encima, pero su corazón se acelera y su cuerpo ardía.
Mari: Voy a la piscina, chicos.
Coge su copa y camina hacia la escalera de la piscina, por coincidencia un hombre guapo también iba a entrar y la ayuda a entrar.
Mari: ¡Gracias!
Hombre: Si me necesitas, estaré por aquí. Me llamo Henry, encantado.
Mari: El placer es mío, Henry. Soy Mariana.
Él sonríe y enseguida se va a nadar. Mariana observa a Henry y tiene la sensación de haberlo visto antes en algún sitio. Henry no la ayudó con segundas intenciones, fue solo por amabilidad y caballerosidad. Fue simpático y educado. Mari lo mira de vez en cuando para intentar recordar dónde lo había visto, pero no se le ocurre nada. El hombre nada unas cuantas veces, pero enseguida vuelve a donde está ella.
Henry: Disculpa que te interrumpa, pero tengo la sensación de conocerte de algún sitio.
Mari: Los dos por igual jaja.
Henry: ¿Eres de aquí?
Mari: Sí, pero viví unos años en Portugal.
Henry: ¿Portugal? Yo también viví allí. Estudié Administración de Empresas y...
Mari: ¡Ah, no me lo puedo creer...! Henry, soy yo, Mariana Sanna. Jaja.
Henry: Sabía que te conocía jaja.
Henry estudió con Mariana en la universidad durante los cuatro años, pero él tuvo que volver a Italia, así que solo quedamos ella y César. Él atrae a Mari para darle un abrazo y la besa en la mejilla, como hacían en aquella época. Siempre fue cariñoso, educado, atento y compañero, además de dulce.
Mari: Cuánto tiempo, Henry. ¿Te puedes creer que hasta la semana pasada César y yo estábamos hablando de ti, que habías desaparecido?
Henry: Tuve la "suerte" de que me robaran el móvil nada más pisar Italia, por eso desaparecí. ¿Y él? ¿Cómo está?
Mari: ¡Está bien! Tiene previsto ir a verme dentro de unos meses.
Henry: Qué bien. ¿Hace mucho que llegaste a Italia?
Mari: Solo un mes. ¿Sigues en la rama de la administración?
Henry: Nada, dejé esa vida. Bueno, no la dejé a medias, porque ya había estudiado mucho. Cuando llegué aquí, estudié lo que más me gusta...
Mari: Gastronomía... Me encantaba tu comida, César y yo adorábamos ser tus conejillos de indias para hacer la degustación de tus deliciosos platos jaja.
Henry: Lo sé, jaja. Fue gracias a ustedes que empecé a pensar en la posibilidad de estudiar gastronomía. Hoy tengo mi propio restaurante y es muy famoso en el estado en el que vivo.
Mari: Me alegro mucho, Henry. Cualquier día viajo para allá para conocerlo personalmente y matar la nostalgia de tus comidas jaja. Probablemente será cuando venga César.
Henry: Seréis muy bienvenidos. Me encantaría seguir en contacto con ustedes, Mari. Durante años, fueron mis únicos amigos.
Mari: Espera un momento, Henry. Voy a buscar mi móvil para que me des tu número.
Henry: ¡Vale!
Henry era de ese tipo de chico tímido, apenas hablaba con nadie, además, sufría por su aspecto físico, era delgado, llevaba gafas y aparatos dentales. Mari y César, al darse cuenta de que estaba solo en la universidad, se acercaron a él y los tres se hicieron grandes amigos. Hoy, Henry está muy cambiado, tanto que Mariana casi no lo reconoce. Quien observaba desde lejos con celos era Murilo, ver a su amada tan cerca de otro hombre lo volvía loco. Entonces, cuando estaba a punto de ir hacia allá, Mariana se aparta del hombre y se dirige hacia ellos.
Mari: Mana, dame mi móvil un segundo.
Luíza: ¡Claro!
Fred: ¿Ya has conocido al amor de tu vida, cuñada? Jaja.
Murilo: No puedes hablar con extraños, Mariana.
Mari: Ya no soy una niña, Murilo. Sé con quién debo o no debo hablar. Y además, no es un extraño. Luíza, Fred, ese hombre es Henry, ¿se acuerdan?
Luíza: Qué pequeño es el mundo.
Fred: Vaya, ha cambiado mucho.
Mari: Sí, casi no lo reconozco jaja. Ahora con permiso, voy a volver con él.
Luíza le entrega el móvil y Mari vuelve a donde está Henry. Aquello puso a Murilo más posesivo, saber que ella está tan cerca de otro hombre lo estaba asfixiando.
Fred: Vas a perder, eh jaja.
Murilo: Cállate, Federico. Necesito nadar un poco.