En el pintoresco pueblo de Santa Lucía, Mary, una joven de veintiún años siente un profundo vacío causado por la falta de afecto de su padre, don Jaime, quien parece preferir a sus hermanos. Determinada a ganarse su amor, Mary inicia un viaje emocional donde descubre que el verdadero amor comienza por uno mismo. Con la ayuda amorosa de su madre, Mary busca entender las razones detrás del distanciamiento de su padre mientras aprende valiosas lecciones sobre aceptación y fortaleza interior. En su búsqueda, Mary encuentra que el amor verdadero puede manifestarse de formas inesperadas y en momentos cruciales de la vida familiar y personal.
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Reflexiones y Preparativos
Mary acunaba a su hijo en brazos, observando cómo dormía plácidamente en la cuna junto a ella. A medida que acariciaba su pequeña cabecita, no pudo evitar pensar en Carlos. Durante meses, había esperado escuchar noticias de él, pero cada día que pasaba sin recibir una llamada, un mensaje o una señal de vida, su preocupación crecía.
—Debería dejar de pensar en él —susurró Mary para sí misma, tratando de mantener la calma—. Si realmente quisiera contactarme, lo habría hecho a estas alturas.
Pero a pesar de sus intentos por distraerse y concentrarse en su hijo y en su inminente graduación universitaria, el recuerdo de Carlos seguía pesando en su corazón. Se preguntaba qué habría pasado, por qué él había desaparecido de repente de su vida después de todo lo que habían compartido.
Mientras tanto, los días seguían su curso y Mary se preparaba para uno de los momentos más importantes de su vida: su graduación. Había trabajado arduamente para llegar hasta ese punto, equilibrando sus responsabilidades como madre primeriza con sus estudios universitarios. Aunque su familia la apoyaba incondicionalmente, aún sentía un vacío por la ausencia de Carlos.
Una tarde, mientras revisaba los últimos detalles para la ceremonia de graduación, Mary recibió una llamada inesperada. Era su madre, quien había estado siguiendo su progreso académico con gran interés.
—Mary, ¿cómo estás? —preguntó su madre con voz cálida.
—Estoy bien, mamá. Solo un poco nerviosa por la graduación —respondió Mary, intentando ocultar sus emociones.
—Lo entiendo, cariño. Estamos todos muy orgullosos de ti. Tu padre y yo queríamos asegurarnos de que todo esté listo para ese día tan especial —dijo su madre con cariño.
Mary agradeció a su madre por su apoyo constante. A pesar de las tensiones familiares en el pasado, sabía que sus padres solo querían lo mejor para ella, aunque a veces tenían formas peculiares de mostrarlo.
Después de la llamada, Mary se sentó en su escritorio y miró una fotografía de ella con Carlos, tomada durante uno de sus momentos más felices juntos. Recordó la complicidad, las risas y los sueños que compartían. Pero también recordó cómo las cosas habían cambiado desde entonces.
—Tal vez sea hora de seguir adelante —murmuró Mary para sí misma, tratando de convencerse.
Pero en lo más profundo de su corazón, Mary sabía que el amor que sentía por Carlos no desaparecería tan fácilmente. Aunque el futuro era incierto, estaba decidida a enfrentarlo con valentía, tanto por ella como por su hijo.
Con cada día que pasaba, Mary se preparaba para un nuevo comienzo, un futuro donde sería independiente y exitosa, sin importar los obstáculos que encontrara en el camino. Y mientras se preparaba para caminar por el escenario en su ceremonia de graduación, sabía que este era solo el primer paso hacia un futuro brillante y lleno de posibilidades.
La ceremonia de graduación estaba llena de emociones para Mary. Había trabajado arduamente para llegar a este día y finalmente estaba ahí, lista para recibir su diploma universitario. Mientras caminaba hacia el escenario, nerviosa pero emocionada, sus ojos se encontraron con los de alguien en la multitud.