La historia de un Alfa que solo ansiaba la tan anhelada libertad
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Capitulo 12
Advertencia:
La siguiente historia no es apta para menores de 21 años puede contener; lenguaje vulgar, soez, momentos explícitos, eróticos, hasta subido de tono y hasta nopor-grafico, violencia física, mental, abuso, inc3sto, se recomienda leer bajo su propio riesgo. ~
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Un día nuevo habia comenzado. Fernando aún no se había levantado, por lo que me prepare, y me enliste para trabajar.
Al levantarme vi que el sol aun no se había puesto. El ambiente era tenebroso, pero la única forma de perder aquel miedo a la oscuridad era enfrentarme a esta, abrigado y con un farol en mano me dispuse a trabajar.
Junte las hojas frescas de las hortalizas que se habían cosechado recientemente para llevar a las ovejas para que coman. —¡Hola hermosas! —Fue un trabajo costoso, pero entonces mis instintos salieron a flote, solo gire un poco para ver a los lejos aquel terrible animal mirarme de lejos, como si tuviesen inyectados de sangre, trague saliva, y me di vuelta para caminar lentamente si darle completamente la espalda, debia llegar hasta donde deje al caballo de Fernando, el cual tome prestado.
Aquel animal avanzaba lentamente para luego ir más y más rápido.
Para luego correrme por todo el prado, jamás había lastimado a un animal, pero aquel carnero no me dejó opción saque fuerza sobrehumana, lo tome de sus cuernos para luego lanzarlo un par de metros, allí corrí para subirme al caballo para subirme al fin a este.
Luego de un largo rato pude visualizar los rayos de luz entrar e iluminar con su presencia la hacienda por lo que volvía a la casona.
Al llegar Isabel preparaba la mesa para desayunar, según está Fernando los jueves comía tortilla, así que junto con ella preparamos humitas, y me enseñó a hacer tortilla española:
Pelee las papas para luego cortarla en cubitos no muy parejos, luego tomar dos cebollas y cortarlo en mitades y de ahí cortes a lo largo dando tiras delgadas..
Isabel me dio una sartén de hierro fundido, la cual coloque aquel aceite que al olerlo su aroma era embriagador un olor fuerte, potente que ante el calor perfumaba el lugar coloque la cebolla para ver como poco a poco se iban trasluciendo para luego colocar las papas, despues ir quitándole los leños para que se cociera fuego a lento.
En un recipiente batir los huevos, colocarle la sal y un toque de pimienta, fui a ver las papas y le coloque un poco de ají amarillo, sin dudas le daba un aroma estupendo luego de un rato ya estaba en su punto un toque dorado pero tiernas, las coloque sobre el huevo para luego freír aquella mezcla. Disfrutaba ver cómo se iba ablancando para luego al ver que estaba crocante la parte de abajo ya estaba lista.
Al momento de Fernando aparecer la mesa estaba servida, un pan fresco, leche fresca y la tortilla recién hecha. Junto con un poco mantequilla. Mientras yo desayunaba lo mismo, pero con mis dos humitas fresquitas y también el desayuno de María que se levantó casi a la par de su padre.
Fernando tenía puesto el poncho que le regale con su dinero. Este estaba callado ante lo que veía.
—¡Kawsaykuna wan'k ruwanchu awkiy! —En cortas palabras le pregunte si le comieron la lengua los ratones.
El solo comió la tortilla para quedarse helado, al dar un bocado, mientras yo comía la humita sabía que se enojaria al sentir el ají amarillo, me había asegurado de que este le diera ese toque indígena, y provocar que se enoje, debido a que na había trabajo que hacer iba tener que hablar.
Soltó el tenedor y se quedó un rato mirando el plato para luego comer otro bocado y sonreír mientras disfrutaba con los ojos cerrados. Dejándome sorprendido ante su comportamiento para luego verle al fin aquellas lágrimas salirle de sus ojos, lágrimas que parecían haber estado allí guardadas obligadas a no salir para luego de sus labios salir aquella voz quebrada, respondiendome en un perfecto quechua. "K'uychi kawsay p'unchay, mama sutaykuq saksaykuq" —en eso sentí culpa y casi sentí ganas de llorar ante su respuesta ante su "—Gracias por esto, por darme el sabor de mamá"
Continuara...
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