Ella es Noel, una periodista apasionada y amante por su trabajo, sueña algún día llegar a ser la conductora del noticiero estelar, pero al investigar la historia que la llevaría a un ascenso posible, sin saber que esa misma historia la haría vivir en carne propia el sufrimiento, el maltrato, la venta y el tráfico...
¿Tu que tan dispuesta estarías para salvar tu propia vida?.
¿Estarías dispuesta a hacer lo impensable?.
¿Doblegarte o ser doblegada de las maneras más crueles e inimaginables?.
Dime, ¿Tú, que harías?...
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Capítulo 21.
Balder.
Todo a sucedido tan rápido, la inesperada llegada de Noel a nuestras vidas, cada día a sido una lucha constante conmigo mismo al negarme de la posibilidad de sentirme atraído por ella y que mis sentimientos surgan y crezcan cada vez más por esa chica.
Es muy poco el tiempo, pero en la manera que me mira, su contacto accidental, la forma en que trata a mi hija, es difícil no verla con diferentes ojos.
Es como si ella tuviera una esencia dulce, atrayente y difícil de ignorar, por más que quiero evitarla es imposible, me gusta perderme en sus ojos, anhelar el sabor que pueda tener sus labios y poder jalar su hermoso cabello para saciar mis más bajos instintos, instintos qué solo ella despierta cada que se acerca a mi...
Por un instante me dejé guiar por el impulso y estaba a punto de besarla y de una buena vez terminar con esta tortura de poder probar sus labios, pero la voz de la azafata nos hizo volver a la realidad.
Me alejé de ella y fui por mi hija a la habitación del jet, al regresar la senté al lado de Noel, en este momento no tenía manera de como mirarla a los ojos por lo que estaba a punto de hacer.
Así que me senté tras de ellas. Mientras aterrizaba el avión no pare de pensar en lo que pudo suceder, pero se que no volverá a ocurrir.
La liberaré de su verdugo y cuando ella esté lista, la dejaré ir, no puedo ser egoísta y pedirle algo que aún yo estoy reacio a aceptar...
La azafata abrió la puerta y era momento de levantaros para salir, ellas bajaron primero la escalerilla, solo las seguí y observaba su interacción entre ellas, algo que me hizo sonreir.
Como me hubiera gustado haber conocido a Noel en otras circunstancias y que ella hubiera sido la madre de Eva, pero, ¿que estoy pensando?, sacudí mis locos pensamientos y seguí mi camino.
Hasta que me di cuenta que mis hombres observaban a Noel con demasiado interés, algo que en verdad no me gustó para nada, al voltear a verla, su pantalón estaba rasgado de una de sus piernas y su blusa estaba rota de atrás, rotas qué yo mismo le había hecho para curarla, se veía su vendaje, pero también su piel delicada, suave y pálida.
Me quite mi chaqueta y me acerque a ella y se la puse sobre sus hombros, ella al verme solo me sonrió y siguió caminando junto a mi hija.
Volteé a verlos con advertencia de que no se atrevieran a mirarla de nueva cuenta porque me conocerián de lo que soy capaz, la ayude a subir a la camioneta y nos fuimos.
Hasta la villa donde nos esperaba el médico, todo el camino Noel estuvo atenta a las pláticas de mi hija, su voz era tan tierna y cálida qué a cualquiera le removería el corazón.
Sacudí por décima vez mis pensamientos, saque mi teléfono y me puse en contacto con uno de mis hombres para iniciar la búsqueda de ese bastardo.
Al entrar a la casa, el médico ya nos esperaba y llevé a Noel a una de las habitaciones mientras Eva se quedaba con Emilia una de las de servicio.
Me senté en el sofá mientras observaba lo que el médico hacía.
- señorita Noel, le pondré anestesia local para poder cauterizar.
- no, por favor, solo hágalo así. - el doctor al escuchar su respuesta me vio con sorpresa.
- Noel, es por tu bien, para que no te duela más de lo que ya.
- no puedo, Balder soy alérgica a la anestesia. - al escucharla entendí, sufría lo mismo que yo, así que tenía que ayudarla a pasar el trago amargo qué viviría.
Salí de la habitación, con prisa busque una botella de licor y regrese mientras me acercaba a ella. - ¿confías en mi?. - Noel solo observaba la botella que sostenía en mi mano. - tranquila a mi me a ayudado a soportar el dolor, ¿confías?.
- claro que confío en ti Balder. - y al decirme lo que yo quería escuchar, le entregue la botella y le dije que tomara una gran cantidad.
- hágalo doctor. - le di la orden y comenzó a cauterizar la herida para que dejara de sangrar y pudiera sanar lo antes posible.
La escuchaba quejarse hasta llegar a los gritos mientras yo solo sostenía sus manos sudorozas, acaricie su mejilla intentando que se tranquilizará un poco.
- tranquila, pronto terminará. - ella asentía mientras sus manos ejercían fuerza en las mías hasta sentir sus uñas en mi piel.
- lo sé, pero duele Balder, ¡duele mucho!, ¡aaaahhhh!. - al ver sus ojos, estaban llorosos y eso no me gustaba.
Nunca me a gustado ver a una mujer llorar, pero al ver a Noel me parte el corazón, me desarma y lo único que pienso es como aliviar su angustia y dolor.
- cariño. - al referirme a ella de esa manera hizo que se sorprendiera, ya era tarde para arrepentimientos.
Pero en verdad, ¿me arrepentía?, no, no me arrepiento pues aunque mi mente me grite que no, mi corazón me dice lo contrario y los sentimientos que pensé que aun no existían, al verla así, al borde de las lágrimas surgan y se renuevan por ella, por Noel.
Acaricie su mejilla y sin que ella lo viera venir me acerque lentamente hasta estampar mis labios en los suyos, mis labios se movieron con lentitud esperando el permiso de ellos.
Noel correspondió, siguiendo el ritmo de mis labios, al sentir su calidez y su exquisito sabor, era como estar en la gloria.
Ese beso, nuestro beso era lento, tierno y muy pulcro, sentí sus delicados dedos jugar con mi cabello y eso me gustaba.
Al separarnos pegué mi frente a la de ella, se veía hermosa, sonrojada por este beso. - Noel, ¿que me estás haciendo?.
Ella solo me observó al no entender mis palabras, pero esa pregunta era más para mi que para ella, la escuche suspirar, hasta que un carraspeo nos interrumpió.
- señor Berlusconi, ya he terminado, aquí está los analgésicos qué necesita tomar.
Asentí levantándome, estreche su mano y lo lleve hacia la puerta. - gracias, sus honorarios se los dará uno de mis hombres.
Él asintió y salió de la habitación, al regresar con Noel, la ayudé a levantarse. - necesitas descansar.
Asintió sin replicar a mis órdenes, la recosté en la cama y la cobijé. - gracias Balder.
Sonreí, le di un corto y casto beso en sus labios y salí de la habitación directo a mi despacho, necesitaba saber los avances de lo que hace horas había pedido...