Leya es obligada por su madrastra a casarse con el hijo de los Foster, Edgar.
El joven de 33 años se esconde del mundo después del engaño de su futura esposa.
Sin embargo Leya descubre la verdadera identidad de Edgar...
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23: La fiesta
Sarah y Leya iban en silencio. Leya sintió un poco de incomodidad en el aire y decidió ponerle fin al silencio.
—Oye... No sé... Podrías haber dejado qué me cambié... ¿No me dejarás en ridículo verdad?
Sarah la miró de forma desafiante.
—¿Porqué haría eso?
—Por favor, es obvio que no te caigo bien.
—No confundas caer bien con actitud de mierda,querida. Si estamos aquí es porque de alguna forma quería verte de otro punto de vista sin estar tan apegada a Edgar.
—¿Entonces?¿Porqué no fuimos a un bar o algo? ¿Porqué una fiesta?
—Porque quiero que conozcas a alguien...
El chófer se detuvo en dónde había una multitud de gente entrando en una mansión.
—Gracias Kevin. Aquí es -le dió un pequeño codazo-baja.
Leya vió cómo Sarah bajaba y ella hizo lo mismo.
—Date una vuelta por ahí Kevin, nosotras te llamaremos.
—Si señorita.—el conductor se fue dejándolas a las dos en la puerta de entrada—.
—Vamos.
Leya siguió a Sarah.
Había un poco de gente adentro pero cuando se dirigieron al jardín estaba la multitud.
Sarah miró intentando buscar a alguien.
Vió a una chica alta con el cabello recogido en un moño, vestida de blanco.
Sarah levantó la mano.
—¡Sabrina!
La mujer la observó. Leya pensó que podría ser la anfitriona de la fiesta.
—Ven.-dijo Sarah-.
Cada vez más que se acercaban, Leya observaba que la mujer claramente podía ser una modelo de lo alta y bien elegante que estaba.
—¡Sarah!- ambas se acercaron y se abrazaron cómo grandes amigas.
Leya se quedó observando.Sarah se separó y le puso la mano en el hombro a Leya.
— Te presento a Leya, mi cuñada.
Sabrina abrió los ojos muy sorprendida.
—¿Qué? ¿Estamos hablando del mismo Edgar? ¿O tienes un hermano perdido o algo así?
—Qué imaginación...— suspiró hondo— Claro qué es esposa de Edgar...
—¿¿Qué?? Wow... -miró a Leya - Yo soy Sabrina Chania Detroid, puedes llamarme Sabrina o Sabri, lo qué quieras...
Leya quedó sorprendida. Era la primera vez en mucho tiempo que escuchaba ese apellido en la boca de otra persona. Tragó saliva. Elena Detroid era el nombre de su madre biológica.
Sarah observó a Leya. Sabrina pensó qué podría estar mareada por la multitud.
—¿Te encuentras bien?-le preguntó -.
—Claro... pero quiero refrescarme, ¿Podría usar el baño?
—Por supuesto -Sabrina tocó a un camarero qué pasaba por allí y le ordenó - enséñale donde está el baño, por favor.
El camarero asintió.
—Por aquí señorita.
—Gracias- mirando a las dos dijo en alto para que pudieran entenderla- perdonen, ya vuelvo.
Sarah vió cómo Leya se iba detrás del camarero hasta qué sintió al oído la voz de su amiga.
—¿Crees que se haya dado cuenta?
Sarah miró a su amiga.
—No lo sé... tal vez piense que sea coincidencia...
—Ya veo, aunque podrías haberme presentado en un lugar más tranquilo...
—Disculpame por no haberla investigado antes ...
—¿Estás segura qué esa chica es mí prima? Mamá no habla mucho de su familia...
— Sé que debería hablar primero con tu madre sobre esto, ¡Pero se la pasa viajando!¿¡Cuando volverá!?¿porque tendrá planes de volver, no?
—Oye, hablas cómo si no extrañara a su única hija...
— No creo qué te extrañe mucho, tal vez está disfrutando de no verte...
— ¡Oye!
Sarah se rió.
Leya siguió al camarero hasta el baño. Era hermoso, gigante y lujoso.
Cuando entró se dirigió de inmediato a la canilla a mojarse las manos.
Haber recordado a su madre la había puesto mal.
Se mojó la frente y luego la nuca y respiró profundamente antes de volver a salir.
Cuando se dirigió al patio, buscando a Sarah y a su amiga, sus ojos encontraron a alguien más.
—¿Le-Leya?
Thomas la observaba mientras se acercaba a ella.
—Hola Thomas.
—¿Que haces aquí?¿Edgar también...?
—No, el no está. Vine con Sarah.
—Ahhh, ¿Quieres tomar algo? ¿Puedo conseguirte algo por allí.
—No gracias, yo busco a Sarah, no creo que nos quedemos mucho rato.
—Entiendo...
—Bueno, qué bueno volver a verte, nos vemos.
—Leya...-la detuvo agarrando su brazo- Me gustaría que... pudiéramos hablar... ahora, en privado.
Leya observó a su alrededor.
—Ven- dijo Thomas llevándola más lejos de la multitud en un área del patio más tranquilo.
—¿Qué sucede?
—Creo qué no será fácil decirte que no he dejado de pensar en ti desde la primera vez que te ví.
...Leya tragó saliva mientras se sonrojaba....
—Estoy... estoy casada con Edgar.
—Lo sé, yo... sólo... me gustaría que me tomarás en cuenta, sé que Edgar y tú... Ese matrimonio es arreglado y qué no sientes nada por él...
—¿Cómo puedes estar seguro de lo qué siento?
Leya dió un paso atrás.
—Lo siento Thomas, pero yo amo a Edgar.
— El no a ti.-dijo Thomas entre dientes- ¿Crees qué una clase de persona como Edgar gustaría de ti incluso si estuviera cuerdo?
Leya lo miró en silencio, herida.
Esas palabras no sabía porqué pero le habían echo mucho daño.
Se volvió a sentir cómo una niña indefensa otra vez, cuando nadie quería estar con ella, cuando no tenía la oportunidad de enamorarse por sólo ser ella.
Thomas enseguida se retractó.
—Perdón yo... Leya perdón... No quise decir eso...
—Pues ya lo dijiste...
Leya quería irse rápido de al lado de Thomas pero este agarró su mano y la hizo girar bruscamente besándola en los labios a la fuerza.
Ninguno de los dos notó qué Miranda qué había venido con Thomas había estado escondida sacando fotos sin que se dieran cuenta, escuchando toda la conversación.
Sarah y Sabrina se dirigían rápido a dónde estaba Leya con Thomas en cuanto los vieron, Leya mordió a Thomas y al separarse rápidamente ésta le dió una cachetada.
Thomas se tocó la mejilla.
—¡Cómo te atreves!¡Ya te dije que Edgar es mi esposo y no va a cambiar nada! — dijo Leya sollozando mientras Sarah y Sabrina llegaban a su lado-.
—Vamonos Leya - le dijo Sarah mientras ambas estaban lado a lado.
—Joder Leya estás bien?- decía Sabrina al ver los ojos humedecidos de Leya -.
Cuando estás se iban alejando y pasaban por alrededor de la gente, Miranda salió de su escondite yendo hacia Thomas sin que este se diera cuenta.
—Por Dios Thomas...¿Estás bien?¿Qué pasó?- dijo haciéndose la desentendida mientras miraba su mejilla roja-.
—Nada. Vámonos.
Thomas empezó a caminar y Miranda sonreía de forma burlona a sus espaldas.
—Ayyy... ¿tu princesita Leya te rechazó, no es así?—miró su teléfono en donde estaban las fotos en el momento del beso— Veamos si no cambiará nada... Querida. -rió-.
La trama es interesante, entretenida y está muy bien contada.
Sería buenísimo que en una segunda parte la Autora satisfaga las preguntas de sus lectoras.
De mi parte, felicitaciones y muchas muchas gracias por este regalo.