Gildardo hace todo lo posible por descubrir el por qué su primer amor lo dejo, pero cuando se entera de la verdad, su mundo se cae en mil pedazos.
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Me das vergüenza.
Siomara enfurece y tira de la mesa todo lo que hay. Después se va directo a casa y le reclama a su madre lo que hizo.
— Si no fuera por ti, yo no estaría pasando por esta situación.
— ¿De que estás hablando? — Siomara le muestras las fotos comprometedoras. La mujer se sorprende, pero no le da importancia.
— Me das vergüenza.
— No me hables así. Todo lo que hice fue por ustedes, para darles una buena vida.
— Hubiera preferido ser la hija de una sirvienta. Y no de una cualquiera cómo tú. — La mujer le da una bofetada.
— No te atrevas a hablarme así. ¿Acaso tu no has hecho cosas iguales? ¿O me vas a decir que eres pura?
— No. No soy pura, pero nunca me he acostado con alguien por interés. — Su madre se ríe.
— ¿Conseguiste tu primer protagónico por ser talentosa?
— Aunque te de coraje es la verdad. Yo si soy talentosa, soy mejor que tú, nunca he hecho cosas tan bajas cómo tú.
— ¿Y que quieres? ¿Te aplaudo? ¿Te pongo un altar?
— La ironía no es necesaria. Deberías avergonzarte. — Siomara se mete a su habitación y avienta una maleta sobre su cama. Después avienta toda la ropa que puede y sale del departamento.
— ¿A dónde vas?
— A dónde sea.
... Betsabé termina su trabajo y se va al hotel donde se verá con Gil, unos minutos después, llega el y sube a la habitación donde ella está. Los besos empiezan, la ropa queda esparcida por todos lados, los cuerpos se hacen uno y se complacen hasta el cansancio.
— Estaba deseando tenerte en mis brazos. — Confiesa Gil agitado.
— Yo también lo deseaba. — Un beso es el inicio de un nuevo encuentro sexual. Betsabé sabe que es tarde y debe volver a casa. Gil la nota pensativa y cree saber el motivo.
— Hablé con Siomara. Ella no va decir nada.
— ¿Cómo la convenciste?
— Ya te lo contara ella.
— Gildardo.
— No me llames así. Amor suena mejor. — Betsabé se ríe.
— Ya es tarde. — Ella se levanta y empieza a cambiarse. Gil desde la cama la observa fijamente.
— Tienes un cuerpo precioso. — Ella se gira y nota la mirada pícara que el tiene.
— Gracias. Pero no me veas así. Me pones nerviosa. — Gil sale de la cama y le da un beso que la deja sin aliento. — Ya tengo que irme.
— ¿A dónde?
— Mi casa.
— Quiero qué empecemos a vivir juntos.
— Yo...
— Aceptaste casarte, por lo tanto aceptas todo lo que él matrimonio conlleva.
— Lo sé. Pero...
— No me pongas peros. En unos días haré una fiesta en tu honor. Te voy a presentar cómo mi esposa delante de todo el mundo. Y está vez no habrá un antifaz.
— Déjame hablar con Siomara primero.
— Hagámoslo juntos.
— No. Eso me corresponde a mi solamente.
— Nos corresponde a los dos. A ti por ser su amiga, y a mí por ser tu esposo. No te dejaré sola en esto. — Betsabé siente que el tiempo volvió atrás, de nuevo tiene a una persona que la protege y ama cómo nadie.
— Gracias. Pero no seas tan bueno conmigo, estás haciendo que te ame mas cada día.
— Eso quiero lograr. Así no te volveré a perder. — Gil la abraza, de un momento a otro el ya la tiene debajo suyo, Betsabé le dice que tiene que irse, pero Gil la ignora por completo, el está loco por hacerla suya de nuevo, la ropa que ella había logrado ponerse es quitada nuevamente, por tercera vez se disfrutan hasta alcanzar un org*smo.
... En casa de Betsabé, su madre está preparando la cena, alguien llama a la puerta, al abrir se sorprende por ver maletas.
— Siomara. ¿Qué ha pasado?
— ¿Está Betsabé en casa?
— Ella no está pero pasa.
— Gracias. Lamento venir a molestar, pero necesito un favor de usted.
— ¿En qué te puedo ayudar?
— Necesito quedarme aquí un par de días. Me salí de mi casa y no quise quedarme en un hotel, si alguien me ve empezarán las habladurías. Por favor, permítame quedarme aquí.
— No tengo ningún problema. Pero sabes que esté lugar es pequeño.
— No importa. Ya le dije que solo serán un par de días.
— Ve a guardar tus cosas, yo estoy haciendo la cena. Betsabé no tarda en llegar, pronto cenaremos.
— Gracias.
... El tiempo pasa y Betsabé no aparece. Su madre ya se está poniendo un poco nerviosa, Siomara le pregunta si es normal que ella llegue tan tarde, para no levantar sospechas, ella dice que si, su hija siempre tiene mucho trabajo. Ambas escuchan la puerta abrirse y pasos acercándose.
— Hola mamá. Perdón por llegar tarde, es que... — Betsabé se queda callada ante la presencia de su amiga. — Siomara. ¿Qué haces aquí a está hora?
— Te contará más tarde. Ven a cenar. Debes tener mucha hambre. — Su madre habla primero. Betsabe va a guardar sus cosas y regresa a la mesa. Las tres cenan con tranquilidad, más tarde Siomara va a la habitación de Betsabé para contarle lo que pasó.
Betsabé se siente mal por su amiga, y de cierta manera culpable por qué Gil la amenazó gracias a ella.
— No te preocupes. Todo se ha solucionar.
— Nada se va solucionar. No puedo regresar al pasado y cambiar lo que mi madre hacía.
— No la juzgues. Nosotras no somos perfectas, tampoco jueces para determinar si su conducta estuvo bien o mal. Hay que entender que lo que nuestros padres hicieron fue por nosotras, por nuestro bienestar.
— Para ti es fácil decirlo. No tienes por madre a una mujer que se acostaba con hombres por conveniencia. El trabajo de tu madre era digno, limpio, no se rebajaba ante nadie. — Betsabé entiende que no hará cambiar de opinión a su amiga, sólo el tiempo te hace recapacitar, ella también juzgo de manera muy dura a su madre, también le hizo reclamos sobre su trabajo, también odió su pasado. Hasta que maduro y entendió que su madre no tuvo otra opción, además dejo esa vida en cuanto ella nació. Y siempre fue una buena madre. Eso es lo importante.
— Es normal que estés enojada. Cualquiera lo estaría. Pero tarde o temprano la vas a entender y te vas a disculpar.
— Será muy tarde, por qué en éste momento no puedo ni verla.
Será peligroso?
Ella no mató a nadie, mejor dicho le hicieron creer, sus suegros son superficiales y avaros