ASCENCIÓN EN CAÍDA

"¡YA CÁLLATE!" Su voz retumba en el callejón, seguida de un inesperado impacto de su puño contra mi cara.

"¡UGH!"

Salgo volando, mi cuerpo frágil estrellándose contra el cadáver destripado de un vagabundo.

La sangre empapa mis ropas, tiñéndolas de un rojo obsceno.

"¡NUNCA ME FUI, NIÑO! ¡ME QUEDÉ EN LA PUTA CIUDAD, VIGILÁNDOLOS DESDE LA DISTANCIA... ESTABA TRATANDO DE SANAR POR MI CUENTA!"

"¿Q-qué?" Balbuceo desde el suelo y aturdido por la emociones.

"¡ARGHHH!" Dariel se agarra la cabeza como loco, con una angustia en su rostro.

¿Que demonios le pasa?

Mis pensamientos son interrumpidos por su voz.

"¡ME DI CUENTA QUE ERA UN ESTÚPIDO, DESDE SIEMPRE! NO HE HECHO MÁS QUE CAGARLA, NO HE HECHO MÁS QUE TOMAR MALAS DECISIONES EN MI VIDA."

Se deja caer de rodillas, su cuerpo sacudido por sollozos desgarradores.

"Fui un inmaduro, mocoso. Traicioné a mi esposa con su amiga, provoqué su suicidio. Amaba a Anna, su muerte me dolió en el alma. Pero no pensé en el daño que le hice, estaba cegado por mi egoísmo."

Escucho sus palabras desde el suelo, totalmente furioso.

Miserable... verlo ahí como sin nada, haciéndose el arrepentido, hace que me den ganas de darle una paliza.

Pero me quedo paralizado porque ahora no puedo hacer nada, mi cuerpo herido está temblando de rabia y tristeza.

"La dañé tanto que murió por mi culpa," continúa Dariel, su voz quebrada.

"Y en vez de aprender de ese error, seguí cagándola. Tuve la oportunidad de rehacer mi vida con Clarissa, pero los demonios me perseguían. Mi egoísmo me decía que tenía que hacer algo bueno para arreglar todo."

"Creyendo esa estupidez, me enlisté en el puto ejército, fui a la guerra y me traumé más de lo que ya estaba... No valoré a ninguna de las dos. Ni a Anna, la mujer que me dio un hijo y estuvo conmigo desde siempre. Ni a Clarissa, que me esperó tanto tiempo y cuidó de ti a pesar de sus propios traumas."

De repente, sus ojos encuentran los míos, la desesperación y el arrepentimiento ardiendo en sus profundidades.

"Tu, maldito mocoso de mierda..." Por un momento, parece encogerse sobre sí mismo.

Sus manos se crispan a sus costados, temblando, antes de que las lleve a su rostro, cubriendo sus ojos en un gesto de vergüenza y derrota.

"Tú me lo hiciste saber", continúa, su voz amortiguada por sus palmas. "Que mi hijo endemoniado me estuviera tratando como saco de mierda frente a mi esposa que casi muere por mi culpa... Fue un momento tan bajo, me dí cuenta que la estaba cagando."

No puedo seguir escuchando más. La furia me invade, quemando a través de mis venas como lava ardiente.

Agarro un trozo de escombro y se lo lanzo con todas mis fuerzas, mi debilidad olvidada en medio de mi rabia. La roca impacta en su hombro y él suelta un aullido de dolor.

"¡ARGHHH!"

"¡¿QUÉ DEMONIOS DICES?!" Grito, lanzándome contra él, mis pequeños puños volando, mis gritos mezclándose con sollozos desgarradores.

"¡OYE!" Él me agarra de mis manos, rozando la cortada en mi brazo, el dolor explotando en mi piel.

Pero no me importa.

Con un movimiento desesperado, le doy una patada en la entrepierna, haciéndolo soltar su agarre.

"¡UGhhhhhh!", soltó un gemido de dolor.

Me lanzo sobre él, golpeándolo con toda la fuerza de mi furia.

"¿¡Crees que me voy a tragar ese puto cuento!? No seas estúpido... No te creo una mierda, bastardo... ¡No me voy a creer que de un momento a otro quisiste ser un buen padre! ¡TUVISTE MUCHAS OPORTUNIDADES DE CAMBIAR EN EL PASADO Enfrentando tus errores... Pero nunca hiciste caso..."

"¡QUÍTATE!" Grita furioso, luego me golpea en el estómago, sacándome el aire de los pulmones.

Pero no me detengo.

Me aferro a su pierna, clavando mis dientes en su carne, ignorando las patadas que me lanza.

"¡ERES UNA BASURA DE HOMBRE!" Sollozo, mi voz ronca por las lágrimas y los gritos.

"¡Dices que quieres cambiar, pero te vas, abandonas a tu familia después de dañarnos! ¡Y ahora apareces cuando todo está jodido!"

Levanto la mirada, mis ojos encontrando los suyos. "A mí me importas una mierda... Pero Clarissa te amaba. No sabes lo que sufrió por ti, todo lo que tuvimos que pasar para poder calmar nuestro daño emocional."

Un sollozo estrangulado escapa de mi garganta, las palabras desgarrándome por dentro.

"¡Y AHORA ESTÁ MUERTA! Está muerta como Anna. Murió decepcionada de ti... Murió ilusionada por promesas que nunca le cumpliste."

Lo suelto y pongo de pie, mi cuerpo temblando, mi rostro empapado en lágrimas y sangre.

"Si crees que voy a aceptarte como padre después de todo, estás equivocado, estás jodido..." Escupo las palabras como veneno, observando cómo cada una de ellas parece golpear a Dariel como un puñetazo.

"Te vas a morir solo como el perro que eres", finalizo, mi voz fría y cortante como el acero.

Dariel se tambalea hacia atrás como si lo hubiera abofeteado. Sus ojos, ya rojos e hinchados por las lágrimas, se abren con un dolor crudo e inmenso.

Abre la boca como para hablar, pero no sale ningún sonido, como si mis palabras hubieran robado su voz.

En cambio, se derrumba, sus rodillas golpeando el pavimento sucio mientras su cuerpo se sacude con sollozos desgarradores.

Verlo así, reducido a un despojo humano después de todo el daño que ha causado, me revuelve el estómago. La bilis sube por mi garganta, el asco y el desprecio luchando por salir en forma de vómito.

Pero no tengo tiempo para lidiar con su patético espectáculo. Al fondo del callejón, tres figuras emergen de entre las sombras.

Soldados Zyrianos, armados hasta los dientes, acechándonos como lobos hambrientos.

Nuestra pequeña pelea ha atraído su atención, y ahora somos su próxima presa.

Estos bastardos, estos monstruos que han masacrado a tantos inocentes, que han destrozado familias y ciudades enteras... están aquí por mí.

Los mismos desgraciados que mataron a mi madre, a Dorian.

La furia arde en mis venas, un fuego abrasador que amenaza con consumirme por completo. ¿Cómo se atreven a venir por mí de nuevo?

Estoy harto de ser su víctima, de estar siempre a un paso de la muerte en este infierno interminable.

El imbécil de Dariel ni siquiera se ha dado cuenta del peligro.

Sigue llorando en el suelo como un cobarde, perdido en su propia autocompasión.

No hay soldados de Celestia a la vista, ni nada en este callejón de mierda con lo que pueda defenderme. Solo escombros y cadáveres destripados.

"¡OYE!" grita uno de los Zyrianos, apuntando su arma directamente a mi pecho. Pero el miedo ya no tiene cabida en mí.

He visto demasiado, he sufrido demasiado para temerle a estos desconocidos que solo quieren mi destrucción.

"Oye, oye... Alan... Déjame al niño. Quiero divertirme un poco con él," dice otro soldado, un hombre de piel oscura con un fusil de asalto y una sonrisa repugnante.

Tch.

Miro a Dariel una última vez, pero sigue siendo inútil. Llorando como un animal herido mientras se ahoga en su miseria.

De repente, el aire se vuelve pesado, opresivo.

Los soldados Zyrianos se tensan, sus rostros palideciendo de horror mientras miran hacia el cielo.

Sigo su mirada y veo a una criatura humanoide flotando sobre la ciudad en ruinas.

Un aura de llamas negras la envuelve, bailando a su alrededor como una capa de oscuridad viviente.

La veo, pero tengo tanta furia que honestamente, me importa una mierda.

El tiempo parece ralentizarse a mi alrededor.

Estoy harto de este circo de pesadilla.

Los recuerdos de todo lo que he presenciado hoy se agolpan en mi mente.

La bomba cayendo, los civiles masacrados, familias rogando por piedad, el bastardo pelirrojo con gafas asesinando a aquel niño inocente... Toda la carnicería sin sentido que estos monstruos han desatado.

El Ademir de esta mañana habría huido aterrorizado.

Habría suplicado a los dioses por otra oportunidad de vivir.

Pero después de todo lo que he pasado en este día infernal, solo queda rabia ardiente en mi interior.

Una rabia que voy a descargar sobre estos bastardos.

Siento cómo un aura brillante comienza a emanar de mi costado, como vapor que sale de cada uno de los poros de mi cuerpo, provocado por los deseos de carne y muerte hacia todos esos malditos que nos han hecho daño.

A diferencia de las figuras runicas que aparecen al cegarme por el odio, está energía brillante está saliendo de mi cuerpo al tener un objetivo específico en mi mente.

La energía revuelve mi pequeño cuerpo, mi piel tensándose mientras mis ojos poco enfocan una especie de gas amarillo en el aire que nos rodea, distorsionándose con un resplandor dorado.

Algo que hace un segundo era invisible.

Los rostros aterrorizados de los Zyrianos se vuelven hacia mí.

Por el rabillo del ojo, veo a Dariel finalmente dándose cuenta de lo que está pasando, su expresión estúpida de sorpresa.

No hay nada en este callejón que pueda usar como arma. Pero no importa.

Los mataré con mis propias manos.