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Héroes Silenciosos: La Odisea De Los Guerreros Del Deporte

Héroes Silenciosos: La Odisea De Los Guerreros Del Deporte

Status: En proceso
Genre:Terror / Fanfic / Demonios / Juegos y desafíos / Zombis / Capitán deportivo
Popularitas:1.3k
Nilai: 5
nombre de autor: July

En un mundo donde la competencia es despiadada y el sacrificio es la norma, un grupo de atletas persigue sus sueños en las sombras de la gloria pública. Desde el "Pequeño Gigante", un joven que lucha contra la adversidad por un lugar en el fútbol internacional, hasta el tenista que regresa del abismo para retomar su lugar en el circuito, cada historia revela la lucha interna y la pasión desbordante que impulsa a estos guerreros.

"Héroes Silenciosos" nos lleva a un viaje emocional a través de las vidas de aquellos que, a pesar de las dificultades, encuentran valentía para levantarse una y otra vez. A medida que las telones del mundo deportivo se levantan, los sacrificios de 299 jóvenes futbolistas y la fe inquebrantable de un tenista por recuperar su lugar en las competiciones deportivas nos recuerdan que la verdadera esencia del deporte no reside solo en la victoria, sino en la perseverancia...

NovelToon tiene autorización de July para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La despedida

La ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos fue mucho más que un simple evento: se convirtió en una celebración vibrante de la fraternidad, el esfuerzo y el triunfo. Con el espíritu de unidad que infiltraba el aire, los jóvenes atletas de entre 15 y 21 años se preparaban para una noche mágica, prometiendo recuerdos que atesorarían por siempre. El ambiente estaba impregnado de risas, música y el aroma delicioso de una gran variedad de comidas y snacks, todos dispuestos para disfrutar con la energía de una fiesta inolvidable.

Entre todos estos jóvenes atletas, Haruka se destacaba. Su vestido, de un hermoso tono rosado, estaba inspirado en el personaje de Aurora de "La Bella Durmiente". Con un diseño amplio y delicados detalles de coronas y rosas, la apariencia de Haruka la hacía parecer una auténtica princesa de cuento de hadas. Cada pliegue del vestido parecía moverse como si respirara vida, reflejando su magia y gracia. La suavidad del tejido combinada con su hermosa sonrisa iluminaba aún más la atmósfera festiva. Para completar su look, Haruka eligió un perfume de fresas con chocolate, una mezcla dulce y encantadora que dejaba tras de sí un delicado aroma que atraía a todos a su alrededor.

Mientras la música resonaba, y los colores vibrantes de las decoraciones iluminaban el lugar, los jóvenes atletas se movían en un ambiente agradable y eufórico. Todos disfrutaban de la alegría del momento, compartiendo historias y risas. A pesar de que provenían de diferentes culturas y hablaban distintos idiomas, el deseo de conocer y celebrar juntos superó las barreras del lenguaje. Todos parecían estar en armonía, disfrutando de su compañía.

Haruka, con su don para los idiomas, se convirtió en una facilitadora entre los grupos. Conversaba animadamente en inglés, francés, español y muchos otros idiomas, ayudando a los atletas a comunicarse, a compartir experiencias sobre sus competencias y sus trayectorias, lo que acercaba aún más a todos. “¡Me encanta escuchar sus historias!” les decía, mientras compartía anécdotas de su viaje olímpico.

Los platillos que llenaban las mesas eran tan variados como los atletas mismos: sushi de Japón, tapas de España, pasteles de Brasil, y una amplia gama de snacks: nachos con queso, frutas frescas, y dulces de todos los rincones del mundo. La diversidad de la comida simbolizaba la unión de las culturas, y todos disfrutaban de cada bocado, muchos comentaban sobre lo delicioso que era probar los sabores de cada país.

“¿No es increíble cómo la comida puede unirnos?” exclamó una atleta canadiense al probar un trozo de sushi. Haruka asintió, “¡Exactamente! Cada plato cuenta una historia, y cada historia es un ladrillo en el puente que estamos construyendo aquí”.

Mientras las horas pasaban, la música se volvió más intensa y la pista de baile comenzó a llenarse rápidamente. Las luces brillantes transformaron el ambiente en una auténtica fiesta. Con su vestido de cuento de hadas, Haruka se unió a la pista, dejando que la música la guiara. Sus movimientos eran fluidos y llenos de alegría, y pronto comenzó a atraer a otros hacia ella, convirtiendo la pista de baile en un mar de energía y camaradería.

La música era ecléctica, con ritmos que iban desde las alegres melodías pop hasta los emocionantes beats del rap y canciones tradicionales de varios países. En cada rincón, los atletas se movían al compás de la música, celebrando sus éxitos y compartiendo su alegría con aquellos que se habían convertido en amigos inesperados a lo largo de su viaje olímpico.

A medida que la fiesta avanzaba, las emociones comenzaron a desbordar. Los atletas, que habían competido intensamente y habían superado grandes desafíos, se sentían unidos. Las medallas colgaban de sus cuellos, símbolos de sus esfuerzos y realización, y cada uno alentaba al otro mientras levantaban las copas, celebrando la amistad y los logros obtenidos en sus respectivas disciplinas.

Cuando la fiesta fue avanzando hacia su majestuosa culminación, se dieron discursos de agradecimiento por parte de algunos de los atletas más destacados, y el ambiente se tornó más emotivo. Haruka se sintió abrumada por la gratitud que emanaba de sus compañeros. Era claro que esta experiencia había sido mucho más que unos Juegos Olímpicos; había sido un viaje de crecimiento, amistad y descubrimiento personal.

“Esta es la mejor noche de nuestras vidas,” murmuró una atleta mientras se abrazaba a sus nuevos amigos. Haruka sonrió y asintió: “¡Así es! Y lo mejor es que hemos compartido esto juntos”.

Finalmente, cuando llegó el momento de despedirse, Haruka se sintió un tanto melancólica. Después de haber vivido intensamente el evento, sabía que sus amigos de diferentes partes del mundo regresarían a sus hogares al día siguiente, algunos llevándose consigo las medallas y otros con el recuerdo de la competencia y la diversión. Pero esa noche, todos eran parte de una sola comunidad.

A la mañana siguiente, mientras el sol comenzaba a asomarse, el bullicio de la fiesta continuó en sus corazones, aunque se sintieron algo cansados por la falta de sueño. La mayoría de los atletas se prepararon para regresar a sus países. La expectativa de celebrar en casa con sus familias era intensa. Había algo especial en la idea de volver, de compartir sus historias y hacer que sus seres queridos se sintieran orgullosos de ellos.

Haruka, emocionada y agradecida por todo lo que había vivido, regresó a su hogar. Cuando llegó, la atmósfera era de pura alegría. La familia de Haruka había organizado una pequeña celebración para recibirla. Sus abuelos, tanto maternos como paternos, habían llegado de visita, llenando la casa de amor y buenos deseos. Con sillas decoradas con cintas y globos, la casa tenía un aire festivo que lo hacía todo más especial.

“¡Haruka! ¡Estamos tan orgullosos de ti!” exclamaron sus abuelos con lágrimas de felicidad en los ojos. La sonrisa de Haruka se amplió al ver a su familia. Se lanzó a sus brazos, sintiéndose desgarradoramente feliz de estar con ellos después de la intensa experiencia olímpica.

Sus padres la abrazaron, tomándola del brazo con orgullo. “Eres una campeona, hija. No solo por las medallas, sino por la forma en que tratas a los demás y cómo haces sentir a quienes te rodean”, dijo su madre con una voz tierna.

“¡Vamos a celebrar! Quiero escuchar todo sobre tus experiencias! ¡La comida está lista!” gritó su hermano mayor, emocionado. La casa se llenó de risas mientras se sentaban todos a disfrutar de una comida casera, un banquete de celebración que incluía los platillos favoritos de Haruka, mezclando las tradiciones familiares con las influencias de las culturas que había conocido.

Durante la comida, Haruka compartió anécdotas de los Juegos Olímpicos, de sus actuaciones y de momentos que la hicieron sentir viva. Habló de la camaradería entre los atletas, de cómo superaron las barreras del idioma y la cultura, y de lo emocionantes que fueron todas sus ejecuciones. Sus abuelos la escuchaban con atención, sintiéndose cada vez más orgullosos de la joven en la que se había convertido.

“Eres un rayo de luz, Haruka. No hay duda de que iluminarás mucho más el camino en el futuro”, comentó su abuelo.

Con cada bocado, el ambiente se volvía más alegre y las historias se entrelazaban, creando lazos más fuertes entre ellos. Al terminar la cena, pequeños regalos y tarjetas hechas a mano rondaban la mesa, cada uno representando amor y apoyo.

“Hoy es un día especial, y todo esto es solo el comienzo. ¡Salud por ti, Haruka! ¡Por tus triunfos y por los nuevos viajes que vendrán!” brindó su padre, levantando su copa. “¡Salud!” respondieron todos, sintiendo la dicha de ese momento.

Esa noche, mientras se retiraba a su habitación, Haruka sonrió al repasar los recuerdos del día anterior. Con la satisfacción de haber vivido un sueño, una mezcla de emociones la envolvió: la melancolía de despedirse de nuevos amigos, la alegría de estar en casa y la esperanza de lo que el futuro le deparaba. La vida era un viaje continuo, y ella estaba lista para enfrentar cada nuevo desafío que viniera, siempre con amor, determinación y un espíritu indomable.

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