Las almas que se encuentran, se reconocen y nunca se sueltan, ni con la distancia, el silencio y con las vueltas que de la vida misma.
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Soñar despierta.
Tabita.
— ¡hija, ya esta lista la cena! — grito mi madre desde la cocina.
— ¡ya voy madre, no tardó! — me levanté de la cama y fui al baño, dándome una rápida ducha.
Me cambié y antes de salir un fuerte viendo abrió las puertas de mi ventana, sacándome de onda, iba camino a cerrarlas cuando algo se escucho caerse al suelo, al voltear era esa pequeña bolsa de regalo que hace días me había dado mi madre.
Me acerqué para recogerla, pero al levantarla de su interior cayó una moneda antigua y al tenerla en mi mano una corriente recorrió por mi brazo y parte de mi cuerpo, la solté de inmediato volviendo a caer al suelo.
Era tan extraño y misterioso todo esto, que solo cerré la ventana y salí de la habitación dejando esa moneda en el suelo.
Baje las escaleras y al entrar a la cocina ya estaban mis padres esperándome para cenar— hola papá.
— hola princesa, ¿ya te sientes mejor?, si no es así puedo hablar con la rectora— al decir eso mi padre solo negué.
— no papá, estoy mejor y estoy lista para mañana— asintió mientras se levantaba corriendo la silla para qué me sentará.
Cenamos con tanta tranquilidad que por un momento todo se me olvido, regresé a mi habitación y la moneda esperaba por mi en el mismo sitio.
Y al levantarla de nuevo, ya no sentí nada, al verla se podía notar que era muy antigua, me senté en mi cama y volví a cuestionarme, ¿para qué una moneda?, ¿será una reliquia familiar?, no lo sé.
La observé un poco más hasta que pensé que quizás el profesor Magnus me diría que año o tiempo es esta moneda, porque si le pregunto a mi madre solo me dirá palabras que no comprendo del todo y quedaré igual o peor que al principio.
Y solo la guardé en mi lapicera, me puse mi pijama y volví a dormir, siendo un sueño tan reparador.
Al levantarme me sentía extraña por tener ausencia de esos sueños, disipe mis pensamientos y me fui al baño, al salir me cambie y me arregle, me puse un poco de fragancia, tome mi mochila y salí.
Encontrándome en la cocina solo con mi madre, quien al verme, me abrazó— hoy te ves más bella mi amor, ¿lista?.
Asentí mientras me sentaba en la silla, me sirvió desayunando con calma, al acabar le di un beso e iba a irme, pero me retuvo por el brazo.
Me observó por unos segundos mientras sonreía hasta que hablo— cuídate y ten un hermoso día— asentí, volví a abrazarla hasta que salí montando mi bicicleta hasta la universidad.
La dejé en la estación y atravesé el marco de la entrada a la universidad, camine hacia mi primera clase y a lo lejos vi al profesor Magnus quien al verme sacudió su mano, ¿saludándome?, no supe que hacer hasta que Alexia apareció tomo mi mano y la agitó respondiendo su saludo.
— creo que ya escogió su alumna favorita, ¡qué emoción!— grito tras de mi y solo gire viéndola sin entender.
— ¿por qué lo dices?, Alex— encogió sus hombros, entrelazo su brazo en el mío y caminamos hacia el aula.
— muy fácil amiga, ayer que tu no viniste, el preguntó por ti y se notaba qué estaba muy preocupado— solo negué mientras nos sentábamos.
— estás haciendo conjeturas erróneas, Alexia— ella negó mientras sonreía.
— ya verás Tabi, ya verás lo que digo— no le tome importancia y aliste mis cosas para la primera clase.
Las horas se fueron relativamente rápido cuando por esa puerta entro el profesor Magnus, sintiendo nuevamente ese nerviosismo inexplicable e incontrolable.
La clase fue muy larga, pero tan interesante y agradecía que esta vez pude concentrarme y centrarme en la clase, al terminar el profesor solo se sentó en esa cómoda silla mientras su cuerpo apuntaba a mi.
Mi amiga recogió sus cosas y yo hice lo posible por retrasar todo— Tabi, ¿te espero?, — negué mientras fingía buscar algo en mi mochila.
— no Alexia, aún me faltan cosas por guarda, ve tranquila, mañana nos vemos— volteo a ver al profesor y luego a mi, sonrió y antes de irse alzó sus pulgares.
— entendido— guiño su ojo, lanzando un beso al aire y se despidió — adiós Tabi.
Y se fue, gire mi cabeza hacia las escaleras dándome cuenta qué ya no había nadie en el aula y era momento, me levante y de la lapicera saque la moneda.
Camine hacia el escritorio bajo la mirada del profesor— ¿necesitas ayuda, Tabita?, — asentí, mientras sentía un exquisito cosquilleo al escucharlo nombrarme— dime, ¿para que soy bueno?.
Trague grueso y solo extendí mi mano mostrándole la moneda que estaba sobre mi palma de la mano.
— ¿usted sabe de donde es esta moneda?— se levantó de la silla, abotono su saco y solo la observó.
— mmm, interesante— solo dijo eso y guardo silencio, levanto su vista y sin entender me perdí en el azul profundo de sus ojos hasta que escuche nuevamente su voz– Jeg ga deg den mynten som et løfte.
[esa moneda te la di como promesa].
Levante mi ceja sin entender y sin decir una sola palabra, al sentir su mano sobre la mía, abrí mis ojos mientras que mis pupilas las podía sentir dilatarse.
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Me rendí, me di la vuelta dejando que el agua callera sobre mi rostro, cerré mis ojos intentando ignorar lo que sucedía para no sentir lo miserable que era todo a mi alrededor hasta que por un instante el agua dejo de caer en mi rostro y solo sentí un jalón.
Al abrir mis ojos era el mismo caballero de reluciente armadura quien solo me sonreía, metió sus manos por debajo de mis brazos y me ayudo a levantarme.
— se enfermará si sigue bajo la lluvia — solo lo veía sin decir o emitir sonido— yo la cuidaré.
Al decir esas palabras mi piel se erizó nuevamente sin explicación, solo asentí tomando su mano...
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Lo abrace con fuerza escuchándolo quejarse— si la has cumplido, estás aquí y frente a mí.
Él asintió sentándose a mí lado— pero no como hubiera querido— solo asentí, desenvolví el pan y lo partí en dos.
Al voltear para darle un pedazo, solo me sonrió, acarició mi mejilla provocando qué cerrará mis ojos, Suspire y al abrirlos él estaba más cerca sintiendo su respiración en mi rostro.
— nunca querré que termine esto— paso su mano tras mi nuca atrayéndome hacia él y solo me beso.
Ese beso era delicado, pausado, tierno y se podía sentir cada sentimiento qué su ser transmitía...
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Hasta que la lleve a la cama, recostándola con suavidad, bese su piel mientras que escuchaba sus profundos suspiros acompañados de pequeño gemidos.
Me subí, y besé sus labios con paciencia, entrando poco a poco en ella, sentí sus pequeñas manos en mi espalda, me detuve un poco.
E hice movimientos pequeños, sutiles y muy placenteros, donde su melodiosa voz la escuchaba...
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Besimir me vio e hizo reverencia y era el primero que encabezaba la caballería, hasta que un caballo se detuvo a mi lado, el caballero se inclinó hacia mí, tomo mi mano y sobre ella dejo una moneda e hizo que la cerrara.
Mis ojos estaban atentos ante cada movimiento de ese caballero hasta que levanto su casco…
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Me separé de él, estaba en shock por todo lo que había visto, era, era él, mi profesor, no entendía que estaba pasado solo sabía que había soñado despierta en este momento.
Comencé a retroceder con lentitud sin quitarle la vista de encima— Tabita, ¿estás bien?.
Solo negué sin responderle, subí las escaleras corriendo dejando todo sin importarme, abrí las puertas y al sentir la luz en mis ojos solo me desvanecí escuchando una vaga voz.
— Athena, yo te protegeré.