ANGEL + DEMON

Luna no quería saber nada de demonios después de aquel percance con Alister, trataba de seguir con su vida como si nada, pero era difícil si no tenía trabajo o pendientes con los cuales distraerse. Tener su mente en blanco hacía que el médico dominara sus pensamientos por completo, y recordar su última conversación un sonrojo siempre se colaba en sus mejillas.

Recurrentemente sus amigos la invitaban a distraerse a pesar de que ella nunca tenía ganas de hacer nada, aunque no les molestaba, ellos sabían que Luna se distraía a su propia manera. Lo que ellos no sabían, era que Luna ya no fue más a donde siempre iban. Y sin embargo, Luna lo extrañaba.

—Luna. —Pronunció una grave voz.

Un día antes de la visita al Inframundo, Luxem sorprendió a la líder de los serafines luego de tantos días de ausencia mutua.

—Dígame, mi señor. —Mencionó obediente.

—No esperaba esto de ti. —Dijo el Dios, ocasionando confusión en la serafín. —De los demás idiotas si, pero de ti no...

—¿Puedo saber qué hice mal, mi señor?

—No lo considero malo, pero si inesperado. —El tono serio de Luxem cambió a uno agradable. —Pensé que me harías rabietas por el tratado de paz un tiempo más.

"Si supiera..." Pensó Luna liberando un suspiro, la crisis de rabia que tuvo cuando el tratado se firmó pasó por sus recuerdos. Lo único bueno de ese día fue que conoció a Alister...

—No puedo contradecirlo, mi señor. Respeto sus decisiones, no soy nadie para reclamarle. —Objetó Luna de manera sumisa. Luxem sonrió satisfecho.

—Me alegra que hayas dejado de ser tan terca... pero mañana necesito que lo seas. —Mencionó el Dios, intrigando a la ángel. —Quiero que me informes de cada cosa sospechosa que veas en ese Palacio, la ubicación de cada cosa y su relevancia para la Diablesa. Te daré esa orden.

Luna accedió por obvias razones, aunque por dentro la curiosidad la carcomía decidió no preguntar nada.

...🤍...

Finalmente llegó el día en que los ángeles debían ir al Inframundo, así como los demonios fueron al reino celestial. Esta vez los papeles se invertían, los cuatro demonios serían los anfitriones de aquella reunión.

Zero y Luxem fueron a tratar sus asuntos en privado, la Diablesa le dedicó una mirada de advertencia hacia Ezra, y este solo asintió tranquilamente con la cabeza para tomar el liderazgo del recorrido.

—¡Bienvenidos! Espero que se sientan como en casa. —Exclamó Karmelo con su actitud extrovertida.

Y al mismo tiempo con ironía, el Palacio de las Sombras, por mucha diferencia al Templo de la Luz, era tenebroso y oscuro, bien merecedora de su título. Aun así, se percibia un ambiente cálido y agradable.

Luna se cruzó de brazos, observando todo con detalle como le ordenaron. No obstante, su concentración se frenó en Alister, quien no tuvo vergüenza de mirarla todo este tiempo...

—¡Me encanta, parece una prisión! —Asintió Lumina entusiasmada.

Varios no entendieron si eso era un halago o un insulto, por lo que decidieron dejarlo pasar. Su estructura era casi similar a la del cielo, Ludovico miraba fascinado las ingenieras impuestas por Axis, y podía decirse que el diseño gótico del Palacio llamaba la atención de todos.

A pesar de que Luna luchaba contra la presencia de Alister en compañía de sus colegas, logró detallar todo a su alrededor, las antorchas, los cuadros, los ventanales. No obstante, nada parecía ser sospechoso.

Salvo una cosa.

A Luna se le hizo sospechoso que en cada habitación o a veinte pasos del pasillo siempre había un jarrón con lirios. Tal vez era algo sin sentido, pero Luna podía asegurar que la Diablesa no estaría dedicada a decorar con flores. Luna sabía que Lucero nunca fue una mujer coqueta, incluso detestaba las flores.

Cansada de escuchar tonterías y de querer descubrir mucho más, Luna aprovechó un chance de distracción para separarse de los demás. Continuó caminando por los penumbrosos pasillos hasta que llegó a una especie de jardín.

Los caminos de piedra y los arbustos con flores de color sangre no fueron los que llamaron su atención directamente, sino un alegre grupo de mujeres que rodeaban una especie de pozo de los deseos... ¿Quiénes eran esas chicas? No parecían ser demonios.

Una de las mujeres capturó su atención más que las otras, y por casualidad la miró a ella también, provocando que sus miradas se cruzaran. Aquella hermosa muchacha tenía largos rizos de plata que podían hipnotizar a cualquiera.

Luna pensó que al verla se asustarían de ella al ser un ángel. Sin embargo, se sorprendió cuando aquella mujer de rizos plateados la llamó a unirse.

—¿Tienes miedo, niña? No tienes porque, todas somos mujeres aquí. —Habló la mujer con voz dulce.

La mujer le insistió tanto que Luna decidió hacerle caso, sin bajar la guardia se acercó al grupo de chicas que la miraban con intriga y entusiasmo.

—Estamos pidiéndole deseos al pozo. —Le explicó la bella mujer de cabello plateado mientras la dirigía al pozo. —¿Tú qué deseas?

—¿No se supone que eso no se dice? —Dijo Luna cortante.

—¡Vamos! ¿Por qué no? Yo te puedo decir que lo que pedí. —La mujer rascó su cabeza pensativa. —Mmm... ¡Salud y felicidad para mi familia! ¡Ya está! ¿Ahora y tú?

—No lo sé... —Dudó la ángel. —Podría decir que lo tengo todo.

—Aww... Tan humilde, me recuerdas a mi mediahermana Yuli, ella era la mujer más hermosa de la familia. —Comenzó a relatar la mujer, a lo que las demás chicas prestaron total atención. —Mi padre se rehusaba a venderla a no ser que le dieran la vida eterna a cambio. —Rió divertida. —Ella era una diosa, ¿Y yo? Una simple mocosa que apenas sabía arreglarse el cabello.

Las chicas empezaron a reír en un unísono casi actuado, Luna por otro lado las miraba de manera despectiva.

—¡Jaja! ¿Y qué pasó con ella, Lady Mel? —Cuestionó una de las ninfas hacia la peliplateada.

—Un día... desee que esa belleza de la que tanto presumía le fuese arrebatada, al costo que sea. —El semblante de Mel cambió a uno sombrío. — Una semana después contrajo una espantosa enfermedad de la piel llamada sarna.

—¿Sarna? ¿Qué es eso? —Preguntó Luna.

—¿No lo tienen los ángeles? Ahg, es de lo peor. Te salen sarpullidos y ronchas rojas por toda la piel que causan comezón. Y mientras más te rasques, peor es la comezón así que te imaginaras. —A medida que Mel lo contaba, las ninfas reaccionaban sorprendidas.

—Eso es horrible, Lady Mel...

—Creo que Axis tenía de eso en su pecho, lo vi hace unos minutos. —Comentó una de las ninfas.

—Un momento, ¿Cómo es eso de que viste el pecho de Axis? —Cuestionó Lady Mel.

La ninfa se sonrojó de la vergüenza, lo que terminó de delatarla. Sus amigas empezaron a reírse y a gritar de forma picarona. La reacción le dio algo de gracia a Luna.

—¡¡Golosaaaa!! —Le gritó una de sus amigas en tono de broma.

—¿Pero que pasó con Yuli, Lady Mel? ¿Murió? —Cuestionó curiosa una de ellas.

—No, desgraciadamente sigue viva. Se curó y mi padre la vendió a un señor con una enorme casa a la orilla del Río de las Almas. —Suspiró con decepción. —Es tan frustrante.

—¿Tu padre vendía a sus hijas? —Preguntó Luna, un poco espantada.

—Si, de eso vivía, engendrar esclavas y concubinas. Un sistema de producción eficiente cuando tienes un líbido incontrolable. —Dijo Mel como si nada, a pesar de que le causó repulsión a la serafín. —Y yo no fui la excepción.

—Por supuesto que si Lady Mel, no tiene nada que envidiarle a su hermana Yuli. —Aduló una de las ninfas. —Apuesto a que es ella la que está celosa porque ahora tiene que arrodillarse ante usted.

—Oh por favor, no exageres delante de nuestra invitada. —Añadió Mel acariciando amigablemente el hombro de Luna.

Un momento, ¿Cómo que arrodillarse? ¿Quién era ella? Se suponía que la máxima autoridad era Zero y nadie más, después de ella estaba Ezra como segundo al mando.

A menos de que Mel fuera...

—¡Luna!

La serafín ni siquiera pudo voltear ante el llamado de sus amigos cuando unas enormes alas parecidas a las de Alister pasaron frente a ella. Ezra pasó volando hacia Mel y la cubrió de la mirada pública. Las ninfas se asustaron, por lo que salieron corriendo.

—¿Ezra? ¿Qué sucede? —Fue lo último que escuchó de Mel antes de que Ezra se la llevara volando.

—Será mejor continuemos. —Luna se sobresaltó al sentir una mano agarrando su brazo. De inmediato se intimidó al ver a Alister con una expresión preocupada.

—¿Qué hay de Ezra? —Preguntó Lucía intentando ver hacia dónde voló.

—Tardará unos minutos, no se preocupen. —Evadió Karmelo convidando a los ángeles a salir del jardín. —¡Sigamos!

Luna estrechó sus ojos con curiosidad, notó que Axis, Karmelo, e incluso Alister actuaban de manera nerviosa. Luna no pensó que Alister podía preocuparse, si lo hizo significaba que estuvo a punto de descubrir algo importante.

—¿Quién era ella? —Decidió preguntar.

—Eso no te incumbe...

—Es la novia de Ezra. —Soltó Alister, callando a Karmelo y a la vez sorprendiendo a los ángeles. —La sobreprotege bastante, no lo tomes personal palomita.

Luna lo miró mal por llamarla así en público.

—Que raro que Ezta tenga novia, con la cara de pocos amigos que tiene. —Murmuró Ludovico entre risas.

"Supongo que es fácil si la compras." Pensó Luna con disgusto.

—¡Bah! Podría sorprenderte, en realidad Ezra tiene dos novias. —Bromeó Karmelo.

—¿¡Dos novias!? —Exclamó Lumina.

—Seh... pero el no es precisamente el que manda. —Los tres demonios soltaron carcajadas entre ellos, a pesar de que los ángeles seguían sin entender nada. —En fin, continuemos...