En un mundo de monstruos, Acara emerge como una rosa de hierro en el árido desierto. La cenicienta oscura, la llaman los medios de comunicación. Esposa, le dice su Marido con suavidad, Rosa Negra le susurra al oído el hombre ardiente que controla sus deseos.
¿Cómo puede ella luchar en este mundo?
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Cap. 20 ¿Tienes miedo?
La mesa del comedor principal de la mansión Lombardi brillaba con cristales y plata, pero el aire olía a pólvora y mentiras. Logan, vestido impecablemente de blanco (¿inocencia o provocación?), servía vino tinto a los invitados:
El inspector Rojas, con una pistola oculta bajo la chaqueta. Su superior, el comisario Varga, que sudaba como si estuviera sentado sobre lava. Dos agentes cuyos ojos no dejaban de mirar las sombras en los rincones.
—"¡Galletas!" —anunció Logan alegremente, colocando un plato al centro. "Las horneé especialmente para ustedes."
Las galletas tenían forma de pequeños policías. Con gotas de mermelada roja en el pecho.
Acara, sentada a la cabecera, observaba cómo su esposo actuaba con una sutileza aterradora:
Había servido el vino favorito de Rojas, ¿cómo lo sabía?
Mencionó el nombre de la hija del comisario, nunca antes revelado.
Y cada vez que reía, el fuego de la chimenea se avivaba demasiado.
—"¿Saben? Alguien me dijo que ustedes creen que hay... otro hombre en esta casa", —dijo Logan, cortando su filete con precisión quirúrgica.
Rojas se atragantó.
—"No hay otro" —corrigió Acara, bebiendo vino. —Solo Logan. Siempre solo Logan —En ese momento, las luces parpadearon. Y por un segundo, todos vieron sombras, por un segundo, un juego psicológico había comenzado.
La cena se detuvo en seco cuando Víctor Larrea entró con la elegancia de un lobo en piel de cordero. Su traje impecable, su sonrisa cálida, el modo en que estrechó las manos de los invitados con la precisión de un cirujano. Todo en él gritaba alta sociedad, pero Acara veía más allá:
El reloj de Víctor era idéntico al que Logan usaba en las fotos antiguas del colegio.
Su apretón de manos con Rojas duró un segundo más de lo necesario, y el inspector palideció como si hubiera tocado hielo.
Cuando pasó junto a Logan, le susurró algo al oído que hizo que su amigo sonriera con genuina inocencia.
—"¡Víctor es mi mejor amigo!" —dijo Logan, abrazándolo como un niño —¡Jugábamos al ajedrez en el internado!—
Ajedrez. La misma palabra que Malick usaba para describir sus limpiezas, un par de taquicardias azotaron el pecho de Acara en ese momento…
Acara observó los detalles como si su vida dependiera de ello, y quizá así era:
El modo en que Víctor servía vino a Rojas, vertiendo justo hasta el borde, como un desafío. Cómo su pie rozó el de Logan bajo la mesa indicando algo que ellos sabían. La cicatriz que asomaba bajo su puño de camisa: una "L" grabada, igual que las de los hombres de Malick.
—"¿Colegas en Lombardi Company?" —preguntó el comisario Vargas, un poco torpe.
Víctor rió, demasiado blanco, demasiado afilado:
—"Oh, no. Yo manejo inversiones de alto riesgo."
Acara casi escupió el vino. Era el eufemismo de Malick para los asesinatos encubiertos. Rojas no podía apartar los ojos de Víctor. Lo había visto antes:
En la foto de un caso antiguo: Un incendio en un orfanato. El único "sobreviviente" fue un niño de 12 años. En el informe de un sicario que escapó de una redada años atrás. Se decía que se ahogó en el río... pero el cuerpo nunca apareció.
—"¿Nos conocemos, señor Larrea?" —preguntó Rojas, fingiendo calma.
Víctor inclinó la cabeza, como un tigre ante su presa:
—"Quizá en otra vida, inspector. Yo tengo muy buena memoria."
Mientras transcurre la cena, en la cocina, Acara arrinconó a Víctor contra la nevera:
—"¿Eres realmente su amigo de la infancia, o solo otro sicario de Malick?"
Él asintió mirándola con tranquilidad, es la mujer que cuida a Logan como un tesoro y la respeta de todo corazón, por eso, realmente su amigo había hecho la mejor elección—"Logan y yo jugábamos a ser piratas. Él era el capitán... y yo el monstruo que ahuyentaba a los enemigos."
Entonces le mostró una foto descolorida: Logan, de 10 años, sonriendo con un brazo alrededor de los hombros de Víctor. —"Malick nunca lo dejará solo, Acara. Nosotros tampoco."
*_*
Mientras los invitados se marchaban (apresurados, sudorosos), Logan se quedó en el jardín con Víctor, riendo como en los viejos tiempos.
Acara los observaba desde la ventana, y por un segundo vio la ilusión:
Logan, con su suéter de lana y risa de niño. Víctor, afilando un cuchillo de cocina con naturalidad. Pero vio a Víctor tomar una manzana y pelarla para Logan, su rostro mostró suavidad, como un hermano mayor consintiendo a su hermanito, algo que ella no podía ver con frecuencia o casi nunca.
*_*
Mientras tanto, en el Penthouse:
El sicario que Misael contrató nunca llegó. Pero su cabeza apareció en el refrigerador, junto a una nota:
"Los ratones no eligen al gato. — M."
El hackeo de Cristóbal se volvió contra él: Todas sus cuentas bancarias se transfirieron a... la fundación de Lilit para niños abusados. Y Micaela, al abrir su closet, encontró su vestido favorito empapado en gasolina.
*_*
Acara encontró a Logan después de que Víctor se fue de la casa, temblando frente al retrato de sus padres.
—"¿Cuánto sabes?" —preguntó ella, abrazándolo por detrás.
Él giró, con lágrimas en los ojos:
—"Sé que alguien me protege. Que a veces... despierto con moretones en las manos."
Acara contuvo el aliento. Era la primera vez que Logan casi lo admitía.
—"¿Tienes miedo?" —susurró ella con suavidad.
Logan enterró el rostro en su pelo:
—"Solo de lastimarte a ti. O a Lilit."
En el sótano, el mayordomo dejó caer las pastillas recetadas por la psicóloga en el lavabo. Ya no las necesitarían.
*_*
Ya en la noche oscura. La habitación estaba en silencio, solo roto por el tictac del reloj de malva que Logan había regalado a Acara en su primer aniversario. Él yacía boca arriba, mirando el techo, como si las respuestas estuvieran escritas en el yeso. Acara, apoyada en su costado, trazaba círculos en su pecho con los dedos, sintiendo el latido acelerado bajo su piel.
—"Esposa..." —Logan rompió el silencio, con una voz tan frágil que Acara contuvo el aliento—. "Si él... Si Malick lastimara a alguien... a ti, a Lilit... ¿me lo dirías?" —Acara se incorporó de golpe, sus ojos azules brillando en la penumbra.
—"¿Qué estás diciendo?" —Logan se sentó, las manos temblorosas como hojas en el viento.
—"Sé que hay algo roto en mí. A veces... despierto con sabor a hierro en la boca. Oigo susurros que no son míos." —Cerró los puños con fuerza—. "Si eso dentro de mí te toca... prefiero no existir."
Acara lo tomó de la cara con fuerza de hierro, clavándole la mirada:
—"Escúchame, Logan Lombardi. Nunca repitas esas palabras." —Su voz era un cuchillo envuelto en seda—. "Malick es parte de ti, pero no es tu dueño. Yo soy tu esposa. Yo decido qué sacrificios valen la pena."
Logan la miró, sus ojos claros llenos de lágrimas no derramadas:
—"¿Y si un día él gana?" —Acara sonrió, un gesto peligroso, lleno de dientes y promesas oscuras:
—"Entonces yo perderé. Pero no antes de arrastrar a todo el que te haya hecho daño al infierno contigo."
Esas palabras bastaron. Logan se derrumbó contra su pecho, agotado pero en calma. Acara lo acunó como a un niño, murmurando canciones que lo había escuchado tararear antes, sabía que era una terapia de relajación y así fue…