"En esta cautivadora novela, se teje una trama intrigante cuando un acaudalado hombre de negocios se une en matrimonio con una caprichosa heredera. De esta unión nace Helena, un personaje que emerge como el catalizador de una venganza destinada a desentrañar secretos, deslealtades y dolores ocultos. Con giros inesperados y personajes complejos, la historia nos sumerge en un viaje emocional donde el resentimiento de Helena se convierte en un hilo conductor que revela la complejidad de las relaciones familiares y los intrincados laberintos del poder."
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Capítulo veintidós
Länder Athanasiou miraba a su sobrina jugar a orillas de la playa. Tanto trabajo, tanto esfuerzo y la única beneficiaria seria Helena.
La cantidad de dinero que su hermano poseía era descomunal, su padre lo había dejado al mando de todo y a él solo le habían dado migajas, ni siquiera la isla que había pertenecido a generaciones de Athanasiou sería para sus hijos, también era para Helena.
Serafina salió a la terraza—¿Has hablado con Maximus?.
— Aún no, está muy entretenido con la niñera y su hija.
— ¿Insinúas que tu hermano tiene un romance con la niñera?, pregunto ella.
— No lo insinuó, lo afirmó. Ellos se entienden desde hace unos años ¿por qué crees que no se lo ha visto con nadie?.
Serafina se quedó en silencio, más valía solamente fuera un rumor.
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Ariadna Athanasiou hija de Serafina y Länder cumplía diecisiete años, se encontraba sentada en la playa junto a un grupo de amigos cuando Helena llegó en compañía del perro.
— Hola Ariadna dijo Helena.
Ariadna suspiró— Ve a la casa no tienes nada que hacer aquí.
— Estoy jugando con Sam dijo Helena arrojándole la pequeña pelota.
Ariadna se puso de pie — Escucha tonta vete adentro no tienes nada que hacer aquí.
Helena miró a su prima — No me pienso ir porque yo soy la dueña de este lugar.
— Estás tan loca como tu mamá le dijo Ariadna.
— Mi mamá no estaba loca dijo Helena.
— Sí se arrojó al mar es porque estaba loca y tú eres una tonta dijo Ariadna yéndose con sus amigos.
Helena llamó a Sam y comenzó a correr hacia la casa.
—¡Papá!, grito Helena corriendo desesperada
— Helena ¿porque gritas así?, pregunto Maximus que se encontraba sentado en la playa.
Helena miró a su padre, al verla Maximus se dio cuenta que tenía los ojos llorosos– Mi mamá, exclamó ¿ mi mamá estaba loca?.
— ¿Dónde has escuchado eso?, pregunto Maximus. Rosse se acercó a ella y la miró.
— Responde Helena dijo Rosse.
— En la playa, dijo Helena — Estaba ahí y me dijeron que yo estoy como mi mamá que ella se arrojó al mar, Maximus se puso de pie estaba furioso.
— ¡Minos!, exclamó furioso. El custodio apareció en unos segundos. ¿Quiero saber quiénes estuvieron en la playa con mi hija?.
— La joven Ariadna con sus amigos respondió Minos.
Maximus salió hecho una tromba furiosa hacia la casa de su hermano.
— Vamos a bañarte dijo Rosse. Helena miró a Rosse es que nadie pensaba responder su pregunta.
Media hora después Maximus regreso a la casa Rosse lo miro aun estaba molesto, habia tenido una discusión con Länder, no podía creer que Ariadna fuera tan cruel con su hija pero con la crianza que le daba Serafina no le extrañaba.
— ¿Dónde está?, pregunto mientras se servia un trago.
— Duchándose, debes hablar con ella y decirle la verdad le aconsejo Rosse.
— Tiene diez años, respondió Maximus.
— Lo sé, pero tiene que saber la verdad de tu boca. No siempre caminara contigo de la mano, le respondió Rosse
Esa noche Maximus acompaño a su hija a la habitación, Helena se puso un pijama y se dirigió a la habitación.
Maximus miró a su hija se negaba a hablar de Eleonora y lo ocurrido ese día, pero tampoco podía permitir que su hija creciera pensando que su madre estaba loca.
Él se sentó en la cama y la niña lo miró, tenía los mismos ojos y la misma boca, la misma sonrisa, la diferencia estaba en su color de piel y color de cabello.
— Quiero que hablemos de tu mamá, dijo Maximus acariciándole el rostro.
Helena miró a su padre, — Tu mamá no estaba loca fue un accidente.
— ¿Y por qué dicen que estaba loca?, pregunto ella. Maximus suspiró, generalmente Helena no sacaba el dedo del renglón, era testaruda como solo él podía serlo.
— Había estado muy enferma, pero no estaba loca. Ella estaba triste y se sentía sola, las personas hacen cosas diferentes cuando se sienten así, tu mamá solía ir a fiestas, pero aun así no conseguía estar feliz, entonces solía beber y eso es una enfermedad.
— ¿Porque estaba triste?, pregunto.
— Porque estaba muy sola, su mamá había muerto cuando era chiquita.
— ¿Como la mía?, pregunto.
— Sí, pero tú tenías a Rosse, ella no tenía a nadie.
— ¿No tenía papá?.
— Tenía, pero era malo, siempre la hacía sentir mal.
— No era un papá bueno como tú.
— ¡No soy un papá bueno!, exclamó Maximus.
— Eres muy bueno ¿porque cayó al mar?, pregunto ella.
— Ustedes estaban jugando dentro de la casa a las escondidas y tú te habías escondido mamá no te encontraba, estaba desesperada y se dirigió a la playa se tropezó en la zona de las rocas y se golpeó cayendo al agua.
— ¿ Fue por mi culpa?, ¿ porque no deje que me encontrara?,pregunto Helena llorando.
— No digas eso, no fue tu culpa tú te quedaste dormida, porque por error tomaste una pastilla y te dio sueño. No fue tu culpa dijo Maximus abrazándola.
— ¡Te quiero papá!, exclamó ella abrazando a su padre
— Yo mucho más Koukla mou, dijo él besándola en la frente. Ahora quiero que hablemos de lo que paso con Ariadna. Ella dice que fuiste grosera y le dijiste que eres la dueña.
— Fui grosera porque ella fue grosera, me echo de la playa y me dijo tonta. Le dije yo era la dueña y no me pensaba ir. Yo no la pienso tratar bien si ella es mala.
Al otro lado de la puerta Rosse contuvo la risa, Maximus se quedó en silencio.
— Mantén tu distancia, son mucho más grandes que tú y suelen ser groseros. Y mi Koukla no debe ser grosera dijo Maximus.
— No soy una muñeca, dijo Helena cruzándose de brazos.
— Sí eres mi Koukla hermosa dijo Maximus sonriéndole mientras la abrazaba. Hora de dormir.
Helena se acostó y su padre la tapo, le dio un beso en la frente y apagó la luz saliendo de la habitación.
— Escuchando detrás de la puerta, dijo Maximus acariciándole el rostro a Rosse.
— Me has atrapado respondió ella besándolo.
— Maximus la tomó de la mano y se dirigieron a la habitación de ella. Se sentaron en el sofá en silencio.
— ¿ Qué pasó con tu cuñada?, pregunto ella.
— Discutí con Länder, insinuó que Helena se cree que está por encima de los demás.
— Por supuesto que no, yo no la crío así. Pero como lo has notado cuando se siente atacada se defiende.
— Lo sé, ella no podría tener mejor figura materna que tu motivo por el cual no entiendo por qué no te quieres casar dijo Maximus.
— Ya lo hablamos de momento estamos muy bien así, yo te quiero y tu me quieres.
— ¿Es porque soy mayor que tú?, pregunto él.
— Eres un abuelo muy sexy, dijo ella bromeando y lo beso.
Maximus despertó en medio de la noche, Rosse dormía a su lado, llevaban dos años juntos, la primera mujer que había tenido después de Eleonora, se había concentrado tanto en su hija y trabajo que no había lugar para nada más. Hasta que un día vio a Rosse y se dio cuenta de que quería intentarlo llevaban seis meses juntos cuando él le pidió que casaran, pero Rosse se negaba.
Maximus se levantó tomó su bata salió de la habitación y caminó por el pasillo, abrió la puerta de la habitación de Helena y vio a Sam en los pies de la cama mirándolo, suspiró estaba resignado. No sabía la cantidad de veces que le había dicho a Helena que no quería al perro en la cama, ni en la habitación cerró la puerta.
Siguió caminando e ingreso a su habitación miró hacia la habitación de Eleonora abrió la puerta, ingreso y se sentó en los pies de la cama nunca entendió como un simple error pudo cambiar todo, si hubiera llegado antes...
saludos