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EL DUCADO DEL SOL ISABELLA

EL DUCADO DEL SOL ISABELLA

Status: Terminada
Genre:Equilibrio De Poder / Malentendidos / Matrimonio arreglado / Diferencia de edad / Fantasía épica / Edad media / Completas
Popularitas:1.4M
Nilai: 4.9
nombre de autor: Lia

Isabella es la hija del Duque Lennox, educada por la realeza desde su niñez. Al cumplir la edad para casarse, es comprometida con el Duque Erik de Cork, un hombre que desconoce los sentimientos y el amor verdadero.

NovelToon tiene autorización de Lia para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPÍTULO 22 ESTRATEGIA DE ATAQUE

El grupo de ninfas había sido aniquilado. La oscuridad opresiva del bosque de Efrom comenzó a disiparse, dejando paso a delgados rayos de sol que se filtraban a través del denso dosel de los árboles.

La amenaza había sido eliminada, y con ello, la tensión que había pesado sobre los caballeros durante toda la travesía.

Erik, sintiendo el cambio en el ambiente, se agachó y recogió el medallón roto del suelo. Lo observó por un momento, apretándolo con fuerza en la palma de su mano, un gesto que denotaba un profundo dolor oculto. Sin decir nada más, lo guardó. “Es hora de partir”, anunció con voz firme. “El camino estará libre, y pronto llegaremos a las puertas de Dímana”.

Nadie objetó. Todos subieron a sus monturas, listos para unirse al resto de la tropa que los esperaba. El viaje transcurrió sin incidentes, y en poco tiempo, lograron salir del bosque maldito.

A las afueras, un pequeño campamento se había improvisado, el lugar de reunión para la última etapa de su misión.

Un escudero de la unidad, al ver que el grupo se acercaba, gritó con alivio: “¡Mi señor ha llegado sano y salvo junto al príncipe!”. Corrió a tomar las riendas de los caballos de Erik y de Miler, quienes desmontaron junto con los otros caballeros.

Fredo entregó sus riendas al escudero y le dijo con una sonrisa: “Nosotros también llegamos bien. Nos alegra tu recibimiento”.

Micaelo y Máximo simplemente sonrieron, acompañando al escudero para llevar a los caballos a descansar y alimentarlos.

El barón Joel, al ver a Erik, corrió emocionado, a punto de abrazarlo. Pero Erik, con la rapidez de un rayo, desenvainó su espada y la colocó en el cuello del barón. “Ten cuidado con lo que haces”, le advirtió, su mirada penetrante. “¿Qué hacía el príncipe en el bosque cuando se suponía que debía estar contigo?”.

Joel, aunque intimidado, no perdió el buen humor. “Mi señor, no sabe cuánto me alegra que esté de buen humor”, respondió, sabiendo que la amenaza del duque era solo un pretexto. “Con respecto al príncipe Miler, despertó de repente en el camino y preguntó por usted. Se devolvió, no hubo forma de detenerlo”.

Erik bajó la espada. La escena no pasó desapercibida para los caballeros, quienes sabían que la actitud del duque era una excusa para evitar el efusivo abrazo de Joel.

El barón había pasado el camino entero suplicando a los dioses por la seguridad de su señor, y sus plegarias habían cansado los oídos de toda la caballería.

Ángelo se acercó al duque y le dijo: “Créame, mi señor, que todos nos alegramos por su llegada. Si hubiera tardado un poco más, hubiese tenido que recoger flores silvestres para la tumba del barón Joel”. Todos rieron a carcajadas, burlándose del fiel barón.

Erik, ignorando las bromas, caminó hacia la tienda de reunión. “Si tienen tanto tiempo libre, es porque ya tienes una estrategia de ataque contra los invasores, caballero Ángelo”, sentenció.

Ángelo se puso serio de inmediato, sacó un mapa y lo extendió sobre la pequeña mesa. Erik dio órdenes a Joel para que todo el escuadrón se reuniera. Una vez que todos estuvieron sentados, Erik comenzó a explicar el plan. “Según nuestros informantes, los corsarios están dispersos en las tres provincias. Se dedican a recaudar dinero y comprar alimentos. Al parecer, visitan los burdeles con frecuencia, como si se sintieran en casa”.

“¿Iremos a cada provincia, mi señor?”, preguntó Fredo.

“No lo veo conveniente”, intervino Máximo. “Se darán cuenta del ataque a Dímana y se pondrán en alerta”.

“Entonces, ¿qué propones?”, lo desafió Fredo.

El príncipe, que había estado analizando la situación, se dirigió al duque y propuso su propia estrategia.

“Debemos dividirnos en tres grupos y atacar simultáneamente. De esa manera, nadie escapará. Después, debemos fortalecer las provincias con una presencia permanente de la infantería. Esto evitará que mercenarios como estos vuelvan a invadir nuestras tierras”.

Al duque le pareció una excelente idea. “Haremos lo que su majestad propone”, afirmó. “Nos dividiremos en tres grupos”. Se acercó al mapa y señaló el primer punto. “El primero estará bajo las órdenes de Máximo. Él se dirigirá a la provincia de Siriam, la más lejana. Llevarás a cuarenta hombres de la unidad y a tres caballeros del escuadrón. Tú decides a quiénes te llevas”.

Luego se dirigió al príncipe. “Usted irá a Irgam, llevará a solo treinta hombres de la unidad y a cinco hombres del escuadrón, incluido a Micaelo”.

Erik señaló el último punto. “El último grupo estará conmigo, con el resto de los hombres, treinta, junto con los demás del escuadrón. Nosotros iremos a Dímana”.

Fredo se acercó al barón Joel, posando su mano sobre su hombro. “Dinos, barón, ¿a qué unidad te unirás? ¿A la del príncipe, a la del duque, o tal vez querrás acompañar a Máximo?”.

Joel no dudó en responder: “Por supuesto que al lado de mi señor. El príncipe es un hombre prudente, pero mi señor no lo es tanto… Es mi deber cuidar de su espalda”.

Ante las palabras del barón, Fredo se dirigió al duque y le dijo: “Mi señor, me he quedado sin palabras. Tiene un caballero tan fiel que lo acompañaría hasta la muerte si fuera necesario”. Todos rieron, a excepción del barón, que no le daba importancia a las burlas.

Erik, a lo largo de los años, se había acostumbrado a que el barón se comportara como su protector, una especie de niñero asignado por el rey.

Aunque nadie lo decía en voz alta, todos pensaban lo mismo. A pesar de su noble cuna, Joel se preocupaba más por la vida del duque que por la del príncipe.

A Miler, sin embargo, esa situación no le molestaba. Comprendía que el barón veía a Erik como un hijo imprudente que necesitaba ser cuidado, y la devoción de Joel le resultaba, en el fondo, conmovedora.

El plan era simple: emprenderían el viaje de noche para no ser detectados y atacarían al mismo tiempo, evitando que los corsarios tuvieran la oportunidad de pedir refuerzos. Cada uno se dispersó para organizar a sus hombres. Erik se quedó en la tienda, a solas con el príncipe.

“Majestad, ¿hay algo más que desee decir?”, preguntó Erik, dándole la espalda mientras se despojaba de su armadura.

Miler se acercó al duque. “Desconozco la historia detrás del medallón y de su dueña… y no pienso entrometerme en sus asuntos, duque Erik. Sin embargo, hoy hizo algo que en todos estos años jamás había visto en usted”. El duque no se inmutó.

“Involucró sus emociones en una pelea y por un momento bajó la guardia. Es difícil comprender una situación a la que uno no está acostumbrado a ver… pero en parte me alegra saber que, al igual que cualquier otro hombre, usted también posee sentimientos y emociones, algo de lo que siempre dudé”.

“Majestad, ¿a dónde quiere llegar?”, preguntó Erik, su voz grave.

“Solo deseo sanar esta herida”, respondió Miler. “Quiero sentirme tranquilo al saber que usted le dará a la señora Isabella la oportunidad de conocerla y apreciarla. Mi madre me contó una historia interesante de ustedes dos, una historia que me hizo rendirme y poner fin a mis sentimientos hacia ella.

Pero mi corazón se rehusaba, duque Erik, porque siempre pensé que en su corazón solo tenía cabida la espada que forja con su mano. Pero hoy, ese medallón reveló lo contrario, y siento un gran alivio de finalmente poder dejar ir mis sentimientos”.

El príncipe se retiró de la tienda, con el corazón más ligero. Aunque los demás no habían prestado atención a lo que había sucedido, él había logrado discernir en el duque Erik un corazón humano, capaz de amar si se lo permitía.

^^Autora^^

Gracias por el apoyo de sus 👍

1
Yessica Moreno
🫢🫢🫢🫡 si señor
Yessica Moreno
es la única que lo tranquiliza
Yessica Moreno
y lo dice con tanto orgullo, solo es un metido
Olga Lidia Leal
excelente, muy hermosa, gracias
Ceecee
excelente historia, corrige la ortografía y será de 5 estrellas
Ceecee
volvió a llamarse vernart
Ceecee
mercenarios 😕
Adeilis
La historia es muy interesante, me gusta mucho
Ceecee
Dios hay que adivinar que palabra quieres decir, deberías revisar antes de publicar, la historia es buenísima y se daña con tantos errores
Ceecee
embargaran 🫣🫣
Ceecee
la inteligencia de esta protagonista no la he visto hasta ahora 😕
Ceecee
este Bernard se llamaba diferente 🤣🤣🤣🤣
Ceecee
mercenarios, parece que has descuidado tanto ortografía como redacción
Ceecee
asfixiando
Ceecee
cuando es una pregunta debes colocar signo de interrogación. ??
Ceecee
por qué de pronto tantos errores de ortografía
Ceecee
parece que Antonia fue la que recibió una mejor educación para ser esposa del duque
Escorpiona Saucedo
el principito blandnegue que nos tuvo los pantalones para luchar por la mujer que supuestamente ama y se la pasa de metiche queriendo ser el tercero 🤣🤣
Sara Rojas Retamal
ojalá Isabella se replanteara y aprenda a defenderse , a pelear y ayudar al duque con posibles maleantes y fuera más empoderada
Sara Rojas Retamal
como fue educada como un hombre espero también haya sido preparada en defensa y manejo de la espada para cuidar su ducado
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