Nico y Massimo Messina son los herederos del Cártel de Sinaloa y todos los ojos están sobre ellos; los de su familia, sus socios comerciales y sus enemigos. No pueden cometer errores, menos ahora que de ellos depende el negocio familiar.
¿Qué pasaría si dejaran que sus corazones nublen su razón? ¿Qué pasaría si cedieran su control por alguien a quien aman?
Acompáñame a descubrirlos juntos.
NovelToon tiene autorización de Yesenia Stefany Bello González para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Confiar en el demonio
Vanity
Me lanzo sobre Georgie y protejo su pequeño cuerpo mientras escucho las balas detonar una después de la otra. Sin detenerse. Sin descanso.
Nico.
Me aferro a mi pequeño cuando las ganas de correr hacia Nico crecen con cada disparo que escucho.
¿Y si esos disparos están acabando con la vida del hombre que me ha dado un refugio todo este tiempo?
¿Y si no puedo volver a disfrutar de la intensidad de su mirada y la calidez de su sonrisa?
¿Y si no vuelvo a sentirme segura nunca más?
Después de lo que parece un siglo el ruido se detiene. Levanto mi cabeza aterrada y, cuando no veo a nadie, tomo a mi pequeño y me dispongo a correr para alejarlo de cualquier persona que quiera lastimarlo o alejarlo de mí.
Lucho contra el deseo de ir a buscar a Nico, pero sé que no puedo hacerlo. Debo proteger a mi bebé.
–¡Vamos, ahora! –grita Nico y mi corazón vuelve a latir desbocado en mi pecho.
Está vivo.
Quedo congelada mirándolo mientras él me quita a Georgie, toma el conejo y me empuja al auto.
–¡Rápido, rápido! –insiste.
–Las cosas –susurro.
–No hay tiempo –devuelve–. Tenemos que correr, pueden venir más en camino.
Corro hacia el auto con Nico a mi espalda. Jadeo cuando puedo ver varios cuerpos repartidos entre la cabaña y el auto de Nico.
–¿Qué…? –empiezo a preguntar, pero me detengo cuando veo a un hombre gravemente herido, pero todavía respirando, lanzado en la parte de atrás del auto, donde está la silla de Georgie.
–Lo necesito para sacarle información –dice Nico antes de que le pueda preguntar algo–. Tendrás que subirte adelante y llevar a Georgie en brazos. Está inconsciente, pero despertará y no expondré a Georgie. Solo necesito que nos alejemos unos kilómetros antes de interrogarlo.
–¿Interrogarlo? –pregunto mientras mis ojos se llenan de lágrimas.
–Ico –dice Georgie cuando Nico lo pone en mis brazos y ambos nos congelamos.
–¿Sabe mi nombre? –pregunta con esa preciosa sonrisa, que pensé que no volvería a ver.
–Ico –insiste Georgie estirando sus manos hacia Nico.
–No ahora, amigo –le dice acariciando su cabello–, tengo que sacarlos de aquí –se apresura a decir mientras me ayuda a sentarme.
Tomo su brazo, necesitando comprobar que está vivo y en una pieza. Me detengo cuando veo manchas de sangre salpicando su antebrazo y mano. Trato de limpiarlas, pero no desaparecen.
–Estoy bien –susurra.
–No lo estás –digo con desesperación–. ¿Cómo estás vivo?
–Se necesita más que media docena de hombres armados para acabar conmigo. No pienso irme a ningún lado, preciosa, no los dejaré solos –responde antes de cerrar la puerta.
Cuando lo veo pasar delante del auto veo un arma en su cinturilla. Mi corazón se detiene al mismo tiempo que la comprensión inunda mis pensamientos.
Nico mató a cada uno de los hombres que hay regados a nuestro alrededor.
El auto se lanza hacia adelante y yo miro el perfil del hombre a mi lado mientras mi hijo trata de peinarme con la oreja de su conejo.
–¿Quién eres? –susurro.
Sus ojos vuelan a los míos. –Nico Messina –responde con una sonrisa tensa.
–¿Quién eres? –repito.
–No ahora, cariño.
–Nico… por favor.
Suspira. –Te diré todo, pero ahora no puedo –insiste mientras sus ojos vigilantes miran todo a nuestro alrededor–. Necesito saber cómo dieron con tu paradero.
–¿Mauro sabe lo que eres?
Sus dedos de tensan alrededor del volante. –Por eso te envió a mí.
–¿Qué eres? –vuelvo a preguntar, pero Nico dobla por un camino de tierra y se detiene bruscamente bajo una arboleda.
Sale del auto y antes de poder decir una palabra saca al hombre malherido y lo lleva detrás de un arbusto.
Abrazo a mi hijo mientras escucho gritar y llorar a un hombre adulto, aullando por piedad.
–¿Ico? –pregunta Georgie tan asustado como yo cuando los gritos siguen llegando.
–Está bien –respondo y beso su mejilla–, todo estará bien, mi amor –le juro mientras mi cabeza pasa de un escenario horrible a otro, sin detenerse.
Me sentía a salvo con Nico. Me siento a salvo con él, incluso ahora, escuchando a ese hombre suplicar por su vida, pero ¿lo estoy?
Y más importante aún, ¿está Georgie a salvo?
Antes de poder encontrar una respuesta, Nico vuelve al auto con su camisa completamente manchada de sangre.
Coge su teléfono y antes de poder preguntarle si está bien ordena con voz acerada:–Necesito que saquen la basura en Los Molinos. Necesito limpio el lugar para mañana. Tenemos que comenzar a construir.
–Sí, señor –responde una escueta voz.
Cuando enciende el auto y comienza a manejar como si nada hubiese pasado, enormes lágrimas caen de mis ojos.
–¿Nico? –lo llamo con voz estrangulada.
Sus ojos se clavan en los míos, compasivos. Detiene el auto y me abraza.
–Estás a salvo, preciosa. No hay más sicarios siguiéndonos.
–¿Sicarios? –pregunto en un susurro.
–Es lo que tu marido contrató –responde mientras acaricia mi cuello con sus labios–. Te vieron en una grabación de una gasolinera cuando veníamos a la cabaña. No saben dónde vivo.
–¿Cómo puedes estar seguro?
–Lo estoy. Antes de que rogara por una muerte rápida me dijo todo lo que necesitaba saber.
Me alejo y me recibe su mirada preocupada. Tomo su mejilla en mi mano mientras el miedo crece en mi pecho, transformándose en algo vivo que respira y late dentro de mi cuerpo.
–¿Quién eres?
–Soy parte del clan Messina Guzmán –responde–. Quizá eso no te dice nada.
–No lo hace.
Suspira. –Mi familia se dedica al narcotráfico.
–¿Tu familia? –pregunto mientras trato de entender–. ¿Drogas?
–Drogas y armas principalmente. Sé que es difícil de entender, cariño, pero estás a salvo conmigo. Ambos lo están –asegura mientras mira a Georgie.
–¿Tú los mataste? –Asiente–. Pero, tú eres amable, eres cariñoso, eres bueno –digo mientras niego con mi cabeza tratando de entender.
–Solo con las personas que me importan, y en este momento, no hay nadie que me importe más que tú y este pequeño.
–No eres esto –digo mientras golpeo su pecho–. No eres un asesino. ¡No puedes ser un asesino! –lloro.
–Lo soy –contradice–. Y este asesino no dudará en matar a nadie que atente contra tu vida y la de Georgie.
–No –susurro–. No lo eres. Por favor, dime que esto es una pesadilla.
Nico sonríe con tristeza. –No soy peligroso para ti. Sí, soy el villano de la historia de muchos, pero te juro que estarás más protegida conmigo que con cualquier otra persona. Es una promesa.
–Yo… no lo sé –susurro mientras miro a mi pequeño.
Escapé de un lugar peligroso esperando encontrar un refugio para mi hijo y para mí, pero en cambio, estoy en las puertas del infierno.
–Confía en mí, preciosa –pide sosteniendo mi mejilla.
Asiento, porque en este momento, el infierno, parece el lugar correcto para mi hijo y para mí.
Al menos por ahora.
que hermoso capítulo